Columnista:
Fredy Chaverra Colorado
En los estudios de Ciencia Política hay dos categorías que emergen con fuerza al momento de analizar el nivel de relacionamiento de un mandatario con los partidos o movimientos políticos en una corporación colegiada (parlamento, asamblea o concejo): oposición y gobernabilidad.
Estas categorías son dinámicas con múltiples enfoques y tradiciones conceptuales; sin embargo, en esencia, remiten a condiciones de posibilidad y acuerdos programáticos, institucionales o burocráticos. Para el caso de Medellín, se puede observar que a su llegada a la alcaldía, Quintero, logró armar una amplia coalición en el Concejo, lo que se reflejó en dos circunstancias: ningún partido se declaró formalmente en oposición y la «aplanadora de Quintero» se consolidó con el respaldo de los partidos Liberal, Conservador, Cambio Radical, la U y los grupos significativos de ciudadanos Independientes, Todos Juntos y Estamos Listas.
El primer resultado de la aplanadora fue que de 21 concejales 19 votaron afirmativamente el plan de desarrollo (incluyendo los independientes).
Esa luna de miel del alcalde con la mayoría de los partidos políticos y movimientos ciudadanos con presencia en el Concejo, se debió en parte a una tradición gobiernista en Medellín según la cual «el concejo siempre le camina sin problema al alcalde de turno»; asimismo, la legitimidad política de Quintero luego de haberse convertido en el alcalde más votado, el llegar con una bancada propia y la expectativa generada tras derrotar al uribismo y el continuismo de ‘Fico’ Gutiérrez, influyeron para que partidos y movimientos que no lo apoyaron en su candidatura se sumaran sin problema a su aplanadora.
También, quedó en evidencia que el Centro Democrático (la bancada más grande con 8 concejales), no llegaría como una oposición revanchista, ya que a la luz del Estatuto de la Oposición (Ley 1909 de 2018) se declaró partido «independiente»; sin embargo, con el avance de las sesiones durante el primer semestre del 2020, la gran mayoría de sus concejales se fueron plegando con cierta «informalidad» a la coalición de Gobierno.
A pesar de que su movimiento solo ingresó dos concejales, Quintero logró sumar a prácticamente todos los partidos a base de acuerdos programáticos y cuotas burocráticas. Solo dos concejales decidieron tomar posiciones decididamente opositoras, Alfredo Ramos y Daniel Duque. El primero, optó por ocupar la denominada «curul del segundo» y desde el primer momento marcó línea con un discurso reactivo muy distante de la actitud adoptada por su propio partido; el segundo, un destacado activista de Alianza Verde, no se plegó a la decisión de su partido de asumirse como bancada de Gobierno y se ha convertido desde las redes sociales en uno de los opositores más enconados del alcalde o todo lo que se relacione con Quintero.
Recientemente, el Centro Democrático le dio la razón a Ramos cambiando su declaratoria a partido de oposición y entre los verdes se libra un pulso entre Duque y Jaime Cuartas (concejal de vieja data y gobiernista de primera línea), para definir si el partido pasa a declararse en independencia.
Al cambio de bando del Centro Democrático se sumó la salida de la aplanadora de Dora Saldarriaga, representante del movimiento político Estamos Listas que, tras una asamblea con las integrantes de su movimiento, se declaró en independencia. Ahora, el panorama en el concejo luce más definido ya que hay una bancada opositora, otra independente y un concejal opositor. No obstante, Quintero sigue conservando mayoría, un poco más frágil, pero mayoría, a fin de cuentas.
Además, la reciente oposición del uribismo obedece más a su inconformidad con las decisiones en torno a EPM y no se distancian en temas estratégicos como la aprobación de vigencias futuras para el Metro de la 80. Solo el tiempo dirá si la luna de miel se sigue desgastando y otros partidos optan por sumarse al bando opositor o declararse independientes, el Estatuto de la Oposición otorga ese derecho por una sola vez durante el periodo de cuatro años y una vez se hace efectivo no hay vuelta atrás.
Más allá de la mecánica de la gobernabilidad partidista en una corporación pública, la oposición es fundamental para conservar los equilibrios en una democracia y avanzar en un control político más constante y exhaustivo. De ahí que, resulte importante que en el Concejo de Medellín se definan las cargas de los pesos y contrapesos a las decisiones del alcalde. También, es necesario llegar a una oposición constructiva y no basada en personalismos destructivos.
Por lo demás, es válido reconocer y apreciar la oposición que se realiza por fuera del sistema de partidos, me refiero a la oposición ciudadana o simbólica, expresiones cívicas que por su naturaleza extrapartidaria no caben en esta columna y que ameritan una reflexión autónoma.
Concluyo reafirmando lo evidente, la calidad de una democracia también depende de la calidad de su oposición y el que hoy es oposición mañana puede ser Gobierno. No hay que olvidarlo.