Columnista
Ronald Ruiz López
¡Ojo con el 2022!, fue una de las frases que utilizó hace unas semanas el sub judice y exsenador Álvaro Uribe Vélez que marcó tendencia; pues sonó a que entre sus planes y proyectos está poner de nuevo presidente de la República.
Es claro que este señor está enfermo de poder y no piensa soltarlo hasta el final de sus días. ¿Cuáles serán sus motivos? Colombia sabe que no es más que por seguir evadiendo la justicia, que si no es por sus famosas «jugaditas» cuando ve que no tiene la forma de realizarlas y todo está en su contra, recurre finalmente al método de la amenaza.
La vieja estrategia del castrochavismo y el comunismo parece que perdió eficacia pues al querer utilizarla en las elecciones de los EE.UU. no dio los resultados que el uribismo esperaba. Y aunque algunas figuras políticas como Francisco Santos, María Fernanda Cabal, dejando a un lado su ética, no dudaron en mostrar su apoyo a la campaña de Trump, pero tampoco lograron hacer que saliera victorioso.
Esto es apenas una pequeña muestra de que el uribismo está muriendo, y solo basta con entrar a cualquiera de las redes sociales para darse cuenta el odio que se ganó esta secta y su líder, o con tener una conversación con cualquier persona bien sea en la fila de un banco, en la tienda o cualquier sitio social. Es notable que el pueblo colombiano (en su mayoría) ya abrió los ojos y sabe que Álvaro Uribe Vélez es un delincuente y lo único que le ha aportado a este país no es más que pobreza, salud nefasta, falta de educación y un llamado a la guerra que tanto anhela.
Escuchar hablar al exsenador y sub judice (como lo nombró Coronel en su Twitter) con tanta seguridad respecto a las elecciones del 2022, sí da un poco de terror. Hasta la fecha, hay varias figuras públicas que desean ser el próximo presidente de la Nación; unos quieren hacerlo solos, y otros, más centrados en la situación y en la realidad del país, han anunciado coaliciones.
Colombia: el inicio de un mejor país está en nuestras manos, está más que claro que en unas elecciones legales donde no influya el narcotráfico, el poder económico y el poder político de la derecha y la ultraderecha, el uribismo obtendría una cantidad de votos mínima. Pero dejemos a un lado las mentiras. Colombia es uno de los países donde como se dice comúnmente los resultados de las elecciones se saben antes del conteo. Si en verdad queremos que esto no ocurra en el 2022 es crucial que dichas elecciones no estén dirigidas por la Registraduría Nacional, el Consejo Nacional Electoral (CNE) ni ningún otro organismo que muestre algún tipo de inclinación política.
Otro de los grandes enemigos de la democracia es la compra de votos; es triste decirlo, pero es una realidad, o como lo dijo descaradamente una vez Roberto Gerlein, «la compra de votos es una tradición y es algo de lo que todos saben que existe, pero nadie denuncia ni actúa para evitarlo». O cuando se supo que la senadora María Fernanda Cabal fue elegida con votos comprados y por lo que hasta ahora no ha pasado nada. Ella sigue gozando de un cargo no merecido.
Pero el campeón de todos es el actual presidente Iván Duque, pues para nadie es una mentira que las elecciones del 2018 fueron más que robadas. Llegó al poder un desconocido, un tipejo poco preparado para tan importante cargo, un niño a quien le gusta ser el centro de atracción, pero no lo hace con buenas actuaciones, sino superando sus ridiculeces cada día. Fue elegido por medio de engaños al elector y además con la compra de miles de votos, sobre todo en la costa Caribe en donde se sabe que un voto está entre los $50 000 y $70 000.
La mejor forma de dar la batalla y terminar con el uribismo es educando al elector, haciendo campañas que muestren que cuatro años de poder no valen ni 50 000 ni 70 000 pesos, menos unas tejas o unos bultos de cemento. Sencillamente, el voto no tiene precio. Es hora de cambiar el pensamiento que tiene el colombiano promedio que dice: «la misma vaina da el que gane; igual todos roban». Sinceramente, tengo la esperanza en que para el 2022 las cosas van a ser diferentes.
No podemos esperar que terminando con el uribismo al otro día Colombia se va a convertir en una Suiza. Pues reparar este país después de que Iván Duque termine su periodo y perdón por la expresión, pero lo va a dejar vuelto mierda, esa reparación va a durar muchos años. Sin olvidar que al país le quedan otros enemigos que le han hecho mucho daño como el clan Char, de quienes también se ha mencionado en algunos medios, tiene a Alejandro Char como posible candidato para el 2022.
Colombianos, unidos podemos vencer a ese monstruo que tanto daño le ha hecho a la Nación. Ese que nos engañó durante más de 20 años fingiendo ser ‘el salvador’ y nombrándose a sí mismo como ‘el gran colombiano’ y cuyo apellido es sinónimo de muerte, narcoterrorismo y narcisismo.