Cuando se habla de corrupción en Colombia, es normal que los medios prefieran callar ante hechos relacionados con el tema y pretendan sumir a los colombianos en la desinformación, esto debido a tácticas o estrategias que emprenden ciertos personajes inescrupulosos que ven el riesgo y sienten la presión que podrían ejercer los medios si cumplieran su verdadera función: informar. Hoy por hoy, los colombianos, como consecuencia del olvidado funcionar de los medios de comunicación, vivimos en entorno bastante agitado; para unos desconcertante y para otros no tanto.
Un día leía el libro del periodista Daniel Coronell, ‘Recordar es morir’, donde juntaba sus columnas investigativas que comprometían a personajes que dicen ser impolutos en la práctica, afirmaciones cuestionables si conociéramos más de lo que los medios nos brindan. Aquel libro, cuyo prólogo fue escrito por Daniel Samper Pizano, tenía una sección dedicada solamente al escándalo de Saludcoop —así como otras secciones dedicadas a la Yidispolítica, a las chuzadas del DAS y a la toma del Palacio de Justicia por el grupo guerrillero M-19 el seis de noviembre del año 1985 y el misterio que aún reposa en tal hecho, entre otros— que se titulaba: “Saludcoop, Un monstruo de mil cabezas”, una sección donde conocía cada vez más, y a profundidad, lo preocupante que es la corrupción como práctica, llegando así a jugar con la salud de los colombianos.
¿Cómo es posible que hubiera ciudadanos registrados como usuarios, pero no lo sabían, y algunos no existían? ¿Cómo es posible que Saludcoop pasara a duplicar sus ingresos cuando el sector de la salud iba de reverso?; y lo más preocupante era que Saludcoop se había convertido en un buen negocio, pues fue obteniendo sus propias clínicas, con las que contrataba en algunos casos ganando el margen de intermediación, pasó a ser su mismo proveedor de medicamentos, favoreciéndose así por encima de otros proveedores, incluso, pasó a tener sus propias empresas proveedoras de dotación, alimentos, lavandería y hasta una cancha de golf, o quizá fue un club, ya no recuerdo.
Esa era Saludcoop, un monstruo de mil cabezas que jugaba con la salud y apostaba al negocio redondo… muy redondo. Fue así como entonces se había conocido a uno de los casos de corrupción más grandes en Colombia nunca antes visto, hasta ahora. Un caso de corrupción que muchos medios no mencionaban en sus titulares y al cual, hoy, muchos colombianos desconocen. Si vamos a empezar por un cambio, que sea por los medios de desinformación masiva.
Así como Saludcoop fue un caso escondido, desconocido y algo olvidado, estos días surge otro caso que parece ser igual, un monstruo de mil cabezas; estoy hablando de Odebrecht.
Sí, aquel escándalo de corrupción que en un principio se trató de sobornos —su primera cabeza—, y que luego se expandió no sólo comprometiendo a Odebrecht por la entrega de estos, sino a un exviceministro de transporte en el gobierno del expresidente Álvaro Uribe Velez y a un exsenador de la República por el Partido Liberal Colombiano, quienes recibieron en promedio 11 millones de dólares.
Luego, al pasar algunos días, un par quizá, gracias a una exhaustiva investigación del senador del Polo Democrático Alternativo, Jorge Enrique Robledo, llega al conocimiento de los colombianos que el banco de nuestros campesinos, el Banco Agrario, otorgó un préstamo por 120 mil millones de pesos a Navelena SAS, cuyo 87% pertenece a dos empresas del grupo Odebrecht, con una tasa inferior a la que se le suele prestar a los campesinos. Existen muchas otras coincidencias con el tema del préstamo del Banco Agrario a Navelena, préstamo que debió haber sido estudiado y avalado por los directivos del Banco Agrario en ese momento, pero no hablaré en profundidad sobre esta segunda cabeza.
La tercera cabeza, o quizá tentáculo, y la más reciente, es la financiación del grupo Odebrecht a la campaña de Oscar Iván Zuluaga, uno de los ‘chachos impolutos del expresidente Uribe. La historia se haya ya en algunos medios informativos, pero debo precisar ante ustedes lo general en este otro capítulo del escándalo de Odebrecht.
Fue gracias a un reportaje de la revista brasileña Veja y a las declaraciones del publicista José E. Cavalcanti de Mendoça, Duda, ante la Fiscalía brasileña, que se conoció que el comité de campaña de Oscar Iván Zuluaga requeriría contratar de los servicios de Duda, lo cual, al parecer, se realizó a través del grupo Odebrecth. Fue entonces en el 2014, según la revista Veja y las declaraciones de Mendoça, que David Zuluaga, hijo de Oscar Iván Zuluaga, se reunió en Sao Paulo con Duda Mendoça y con un directivo, quizá intermediario, de Odebrecht.
En esa reunión, al parecer, Duda Mendoça hace una propuesta de pago por sus asesorías correspondiente a 4,3 millones de dólares, lo que resulta una cifra exagerada para la campaña, es entonces donde Odebrecht se compromete a pagar los gastos de Mendoça a través de depósitos en cuentas bancarias en el exterior, según lo dado a conocer por la revista Veja. También, se conoce que Odebrecht solo transfirió 1,6 millones de dólares de lo pactado a una de sus cuentas en el exterior.
Fue obvia la reacción del ‘chacho impoluto del expresidente Uribe tras este escándalo que acompañó la mañana de ayer, quien salió a defenderse de las acusaciones. Su defensa parece verosímil, pero no del todo lo deja libre de culpabilidad, pues aún falta mucho por investigar. Igualmente, Álvaro Uribe, el expresidente, salió a dar un comunicado, en el cual predomina el desconocimiento, como raro en él, de lo que pasa dentro del CD, pobrecitos ellos.
Odebrecht poco a poco va dando a conocer su verdadero rostro y, con él, viene andando mil rostros más, quizá mil cabezas más. Hace unas semanas fue Soborno; hace un par de días, el préstamo del Banco Agrario a Navelena y hoy, la intervención en la campaña de Oscar Iván Zuluaga. Quizá este escándalo quite el puesto de monstruo a Saludcoop.