Columnista:
Miguel Silvera Padilla
Por estos días en los que enfrentamos una guerra contra la pandemia de COVID-19 y, en la que las autoridades nos han invitado a acatar las recomendaciones de salubridad para salir de esto lo más pronto posible, quiero exaltar lo que podemos hacer como sociedad cuando nos unimos sin importar nuestras ideas o intereses particulares que, a veces olvidamos, y que deja en evidencia nuestra peor versión como seres humanos, mostrando lo egoísta y orgullosos que llegamos a ser ante situaciones como la actual, en la que necesitamos que el país y el mundo puedan aunar esfuerzos o estaremos condenados a desaparecer.
Asimismo, hay situaciones que pensaríamos no ver en una coyuntura de estas proporciones, por ejemplo, en la que el personal médico ha venido siendo rechazado y discriminado en los distintos lugares que frecuenta como, servicios de transporte público, supermercados y sitios a los que obligatoriamente debe acudir y que la sociedad le ha dado la espalda, aún sabiendo que está ahí, en la primera línea de batalla contra el virus que amenaza en acabar con nosotros.
También, hemos sido testigos de cómo ya se asoman las contrataciones cuestionadas para las entregas de mercados en las ciudades y municipios del territorio nacional, en las que ha primado el interés económico particular por encima del general, a través de hechos poco transparentes que demuestran la decadencia de nosotros los seres humanos en momentos difíciles en los que tenemos que ser más solidarios que nunca y eliminar las malas acciones.
Por último, pero no menos importante, en Colombia una minoría de nuestra sociedad ha demostrado lo que son y lo que llevan en su corazón, (rencor, odio, maldad y hasta falta de solidaridad) todo esto ha conducido a exacerbar la xenofobia en todo el país en contra de los amigos venezolanos, a los que se les ha sacado en cara, las ayudas que se les ha brindado, como si los colombianos en Venezuela en tiempos anteriores no hubieran obtenido provecho de la hermana nación, así como también causaron estragos (delincuencia, matanza, tráfico de droga y corrupción).
Lastimosamente, muchos de nosotros desde el primer día que empezaron a emigrar los buenos y los no tanto, de la misma forma en que han recibido ayudas, se las hemos sacado en cara en cada momento y los echamos creyéndonos dueños de todo, pero en buena hora la vida y Dios nos dan una lección que, si no aprendemos, nos volverá a pasar factura con el mismo nivel o con peores consecuencias que amenazarán nuestra existencia, como sucede en estos momentos.
Ojalá la Semana Mayor nos haga reflexionar.