No nos van a callar

Pretenden contribuir, cada que cargan contra la población, a apagar el foco de las protestas y que la cotidianidad retome las riendas. Quieren que el país continúe su avance o, al menos, el avance de los intereses del Gobierno.

Opina - Política

2019-12-15

No nos van a callar

Columnista: Andrés Borja

 

Es evidente que las estrategias represivas que está usando el Gobierno para contener la protesta social no tienen el efecto que buscan generar. Los tiempos han cambiado, muestra de eso es que en la movilización ciudadana de ahora se respira un aire distinto: el miedo ha dejado de ser la herramienta efectiva que alguna vez fue, y el Estado lo sabe.

No sólo dejamos de tener miedo sino que, además, este cambió de bando; han tratado por todos los medios que el país conserve el estatus quo y el sometimiento con el que estuvimos presos por tantos años. Ya se dieron cuenta de que tenemos un arma más poderosa y que con ella hemos logrado romper esa normalidad que nos cegaba.

Cada día que pasa es una nueva lucha en las calles. El Esmad nuevamente forma sus cuadrillas, prepara su ataque, apunta y descarga contra la marcha, siempre con la violencia que les caracteriza y que ignora consecuencias. Cada vez más por fuera de cualquier límite. La orden es clara: hay que romper la manifestación, despejar las vías, cortar, desarmar, disolver.

Pretenden contribuir, cada que cargan contra la población, a apagar el foco y que la cotidianidad retome las riendas. Que el país continúe su avance o, al menos, el avance de los intereses del Gobierno. Todavía hay quienes se emocionan ante tanta brutalidad, celebran y hasta aplauden esa nefasta contribución que hace la Fuerza Pública a que el establecimiento no se venga abajo.

No les bastó con sus engaños. Lo del foro de Sao Paulo dejó ver el desespero de la clase política por conservar el poder. Como cuando nos hicieron temer con lo del castrochavismo y otras tantas para ganar elecciones. Acá no soplaron nunca las brisas bolivarianas, ni bastó con que Martha Lucía dijera que los encapuchados eran enviados desde Venezuela para desestabilizar.

El funcionario incompetente que se inventó lo del pago de hasta seis millones diarios a los encapuchados, para hacer creíble y público semejante disparate, sin duda tiene que estar asesorado por funcionarios mucho más incompetentes que él.

Como nada les ha funcionado y las marchas diarias han mostrado un mensaje claro de inconformidad general con lo que el Gobierno representa, entonces vuelven a la vieja usanza. Es que ya que no tienen más vía que la violencia y la arbitrariedad, menos mal existe el Estado que llega siempre a cubrir con su manto de impunidad.

Todos los días el choque violento nos hiere el cuerpo y el alma, pero hay algo con lo que no podrán: se trata de la única verdad que ha logrado prevalecer. Los reclamos de los distintos sectores populares que se reúnen en las calles tienen tanta legitimidad, y son tan abundantes, que hemos llegado quizás a un punto de no retorno.

Después de tanta barbarie, cuando en el aire se despeja el humo de los gases y las aturdidoras, sobreviven las demandas.

Con sus golpes no nos van a quitar lo que estamos reclamando cada vez con más fervor. Sí, están sorprendidos, se están enfrentando a la movilización más grande y una de las que más ha perseverado en las últimas décadas en nuestro país, y eso nadie nos lo va a arrebatar.

Nadie va a quitarnos el derecho a vivir en paz del que habla la canción de Víctor Jara. Con toda seguridad nuestra generación pasará a la historia por lo que hicimos por el país. La historia nos va a recordar por haber traído de vuelta el fuego con que iluminaremos nuestra humanidad. Seremos recordados por eso y nadie nos los va a robar otra vez.

Por más que intenten avasallarnos no evitarán que esto siga. Sus balas sólo destruyen los cuerpos pero lo esencial prevalece. La vida está en las calles. La memoria de nuestros muertos jamás será borrada.

Cada que asesinen a un Dilan, a un Nicolás, a un Jhony Silva, a un Luis Orlando y a otros tantos que faltan por nombrar, inundaremos las calles con mucho más coraje y sus nombres serán siempre nuestra bandera, nunca quedarán en el olvido.

Volvimos a creer que un país mejor es posible. Llegó el momento de mejorar nuestras condiciones como sociedad, de tener salud y educación de calidad a la que todos puedan tener acceso. Es hora de cambiar las condiciones laborales y pensionales. Nuestro futuro, pero, sobre todo, el de los que vienen luego de nosotros, depende este momento. No desfallezcamos.

 

 

Foto cortesía de: @soy.mercurio

 

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Andrés Borja
Conversador entre copas - Futbolista frustrado - Intento de músico