No más mentiras, no más engaños, no más odios ni envidias, ni posiciones mezquinas, ni más cizaña. No más ofensas por pensar diferente. No más reuniones eternas para consolidar una paz que toda Colombia merece. No más plebiscitos ni más cambios a los acuerdos con las Farc. No más dilaciones al proceso de paz, no más torpedos ni ataques contra quienes votaron ‘Sí’ o votaron ‘No’. Ya no más. Se acabó, enhorabuena empezó una nueva etapa.
La gente está harta de ver en las redes sociales, en las calles, en las empresas, en las familias, insultos y ofensas, mentiras y más y más polarizaciones. La gente gritó “Acuerdo ya” y también “Basta ya”. Las negociaciones no podían ser eternas, es hora de refrendar e implementar lo ya pactado dos veces entre el Gobierno y las Farc. Así lo ha dicho el Presidente y así lo hará. Como debe ser.
La segunda vez, como es sabido, se incorporaron a ese pacto más de 500 propuestas de quienes se opusieron al primero. De esas propuestas, agrupadas en 57 ejes temáticos, se vincularon 56 al nuevo acuerdo. Solo quedó por fuera la concerniente a la elegibilidad política de los guerrilleros, como era obvio, porque se ha repetido hasta la saciedad que nadie hace un acuerdo de paz para terminar en la cárcel.
Se dijo, antes y después de la firma del Acuerdo de Cartagena, que ese era el mejor posible y lo era en su momento, solo que ahora, por inmenso compromiso con las víctimas, con todas, y con los que de verdad sufrieron y sufren la guerra y por responsabilidad con Colombia de los negociadores del Gobierno, de la guerrilla y del presidente Santos, se han añadido planteamientos de un sector que no ha estado negociando con los insurgentes, que no gobierna pero que al parecer quiere cogobernar. El proceso fue entre este Gobierno y esa guerrilla.
Y eso está bien. Hizo bien el Presidente, y su equipo, al darle mayor estabilidad al proceso porque si en el futuro la oposición ocupa el solio de Bolívar, su primera obra de gobierno será desmontar todo lo que con esfuerzo y dedicación se ha conseguido. Ya lo han manifestado abiertamente algunos miembros del CD.
Y está bien porque al fin de cuentas los beneficios de la paz van a ser para todos. Para los conservadores, para los del Centro Democrático, para los cristianos, para los católicos y hasta para los más recalcitrantes y guerreristas de la extrema derecha. Pero sobre todo, para los que han vivido en las veredas y en los campos, donde durante muchos años solo se vivía con miedo y se convivía con la muerte.
Lo dijo Gabriel Silva Luján en reciente columna, “al que quiera más que le piquen caña. Nunca se le hizo conejo al No. Ahora les corresponde a esos mismos voceros que sembraron las inquietudes no hacerle conejo a la paz”. http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/que-les-piquen-cana-gabriel-silva-lujan-columnista-el-tiempo/16749771
A todos se les dio gusto, a todos se les escuchó, a todos se les trató bien. Pero es que eso es una cosa y otra muy distinta, aceptar todo lo que el opositor quiera imponer. Y aun así, las partes en negociación, óiganlo bien, los que negociaron, cedieron más y más y más.
Y tanto cedieron que de eso resultó el mejor acuerdo posible de lo posible y de hasta lo imposible. Y razones hay para apoyarlo ahora, para apoyar su refrendación vía Congreso (porque contrario a lo que dijo el senador Rangel, el Congreso sí representa al pueblo), como lo anunció el Presidente, así no esté obligado a refrendarlo, y para que se implemente cuanto antes. No lo digo yo, basta leer a Juanita Goebertus, a quien referencio otra vez, con gusto, porque le hallo la razón, salvo en lo de un nuevo plebiscito, afortunadamente descartado ya, que hubiera dividido más.
Dijo Juanita: “La historia demostró que era posible corregir una vez, pero creo que estirar más la pita puede terminar por acabar con el frágil cese del fuego. Sumarse a este nuevo acuerdo sería la manifestación más clara de que quienes defendieron el ‘No’ siempre estuvieron en favor de la paz. Empecemos ya, entre todos, con nuestras diferencias, la fase de construcción de paz”. (En este texto pueden ver, si lo desean, los cambios más relevantes que se le hicieron al acuerdo inicial): http://www.eltiempo.com/politica/proceso-de-paz/cuales-fueron-los-cambios-del-nuevo-acuerdo-de-paz/16752039
Noble invitación, pero, ¿para qué? ¡No más! No más invitaciones, a quienes no quieren, para construir un país mejor. Ya los líderes más representativos del ‘No’ dijeron no, otra vez. No al nuevo acuerdo. No a todo, no a la reconciliación y sí, únicamente sí, a lo que ellos digan. No más. Construyamos ese mejor país entre quienes dijimos ‘Sí’, entre quienes votaron ‘No’ y hoy se han arrepentido, entre quienes han sabido interpretar este nuevo acuerdo como una oportunidad para cambiar, para mejorar. También con los que teniendo liderazgo político y se opusieron al acuerdo de La Heroica, hoy han comprendido que es ahora o nunca. Y por qué no, con aquellos miembros del CD que, de buna fe, persistan en un gran acuerdo nacional para la paz.
No más muertos por razón de un conflicto armado con el grupo insurgente más grande y antiguo de Latinoamérica, que, por fortuna, está a punto de cerrarse, que está a punto de ser historia. No más asesinatos a quienes defienden la paz o a quienes defienden una postura, sea cual sea. Aquí no podemos seguir matándonos por pensar, por opinar, por discrepar, por disentir.
Bienvenida la confrontación, porque a eso estamos abocados ahora que los opositores de siempre se han opuesto una vez más y se seguirán oponiendo a derrotar a las Farc en las urnas y no con bala. Bienvenida sea esa contienda, pero la de las ideas, la de la plaza pública, la de los discursos; nunca más, nunca jamás la de los proyectiles y la de la sangre.
No más intransigencia. No más titulares de prensa, noticias, crónicas, reportajes, informes especiales o ensayos sobre lo mismo. Sobre las mentiras de unos y otros. Sobre la concepción de la paz en unos y en otros, sobre lo que dijo Uribe o le que dijo Ordóñez, o Pastrana, o Marta Lucía Ramírez en torno a una paz que no les gusta, a una paz que no es la suya y que por eso no apoyan.
Que de ahora en adelante, para bien de Colombia, se hable de la implementación del nuevo acuerdo, de la esperanza, del nuevo país que ha de empezar a construirse. A eso es a lo que hay que apostarle ahora, a que lo que se pactó se cumpla, a que lo que se firmó, se empiece a ver en la vida real y no en el papel.
Enorme tarea tiene el Congreso. Tan desprestigiado como está, con razón, tiene hoy en sus manos la posibilidad de dejarle al país, aprobados y en marcha los proyectos que enrumben a Colombia por la senda del progreso, de la reconciliación, del desarrollo y de la vida. Porque como se sabe, la paz no es solo ausencia de la guerra.
Tareas pendientes también quedarán en sus manos en otros frentes, de los que ya nos ocuparemos. Porque ahora lo que hay que reclamar a cada uno de los legisladores es su entrega, su responsabilidad, su trabajo juicioso y sincero a favor del extermino de la guerra.
Sé que no es fácil confiar en el Congreso. A él también hay que gritarle “no más”. No más intereses personales, no más ley del embudo, no más pensar solo en los amigos y compadres. Colombia merece un Legislativo capaz de transformarla. Uno que, con altura y grandeza, sea capaz de minimizar su desprestigio.
¿Será mucho pedir? Espero que no. Y espero que la gente, luego de todo, diga con fuerza, con entusiasmo, con alegría, ¡no más! ¡Nunca jamás!
Publicado el: 23 Nov de 2016
Todos debemos tomar conciencia de que el mega-capitalismo y su alianza perversa con la política, hace una sociedad inequitativa donde los caudillos de acá y de allá, se ponen de acuerdo para aplicar la vieja estrategia de Maquiavelo «Divide .. y reinarás».. Es cierto, esos paladines disfrazados de caudillos dicen estar representando «al pueblo», «al país», «a la democracia» y con una serie de palabras sin sentido, nos mantienen entretenidos y procuran que entre nosotros haya odios que amenazan la paz. Ellos jamás pondrán los muertos porque siempre los ponen los pobres. Sin embargo con palabras etéreas nos ponen a pelear…
Cambiemos esto..!!… Leamos más historia y veamos menos televisión. Los caudillos de papel están acabando el mundo… Que no sea ese nuestro destino.!!