¿Negocio, tradición o espectáculo?

Columnista:

Wendy López

Para algunas personas las corridas de toros son un espectáculo, dado que su origen se remonta a los sangrientos juegos romanos y a las crueles vejaciones en las que se mataban miles de animales para divertir a un público. 

A mediados del siglo IV a. C. se introdujo en los juegos circenses (circo) la lucha entre el toro y una persona armada con espada y escudo, en la cual el caballero desmontado derribaba al toro sujetándolo por los cuernos. Otra figura del mundo romano, fue el llamado Karpóforo, donde se obligaba de manera violenta a lanzarse sobre el toro utilizando un pañuelo rojo. También, hay otros relatos de la mitología griega que cuentan las aventuras de Ariadna, hija del rey Minos y Teseo.

Hay constancia de la celebración de juegos en la plaza de Cnossos, donde existía un Laberinto, en la cual podían verse a hombres y mujeres en escenas de tauromaquia, guiados por los mismos mitos que permiten caracterizar a un animal como un monstruo o enemigo, convirtiéndolo en víctima real de nuestro fracaso evolutivo como seres humanos, para así poder traficar con la vida y el dolor de cuantos carecen arbitrariamente de nuestros inmerecidos privilegios¹. Anima Naturalis Internacional (SF).

En América, Francia y Portugal se han decretado prohibiciones civiles y eclesiásticas que en su momento no se respetaron, contribuyendo al desarrollo de un estilo diferente de espectáculo, basado en el tormento y la muerte de un animal. Así que, asociaciones animalistas y algunos partidos políticos han denunciado desde entonces el trato que se les da a estos animales. Por esta razón, cada vez existe menos afición por parte de los jóvenes hacia la tauromaquia y, probablemente, pueda conllevar a su desaparición en un futuro. 

Entre tanto, la plataforma de firmas change.org, propuso en el 2017 ilegalizar las corridas de toros en España, en esto se consiguieron 11 738 firmantes de los 15 000 que se necesitaban para lograr su objetivo. No obstante, solo 65 países del mundo cuentan con una legislación especial en contra del maltrato animal. Por ejemplo, el Reino Unido constituye desde 1822 una expedición legislativa sobre el tema, hasta llegar a la Ley de “Bienestar Animal” de 2006. En Alemania y Suiza, los derechos de los animales tienen un nivel constitucional.

Por otro lado, en Colombia este pasado 9 de junio de 2020, con 32 votos a favor, se dio la aprobación del Concejo dando paso al acuerdo 013 que busca desincentivar la corrida de toros en Bogotá, en la cual no habrá la muerte del toro; es decir, eliminarán elementos cortopunzantes que causen el fallecimiento del animal, también busca reducir los encuentros de este tipo y solo podrán realizarse estas actividades en las fechas que fije la Secretaría de Cultura y no serán más de tres domingos, incluyendo la modificación tributaria para que la tarifa sea un 20 % en la que todos los gastos sean por parte del empresario taurino.

Eventualmente, antes de darse este proyecto, en marzo de este mismo año con 13 votos, la Comisión del Plan le había dado su aval para que esta intención, liderada por la concejal Andrea Padilla, fuera debatida en la plenaria de la corporación distrital que en estos momentos está a la espera de que la alcaldesa Claudia López tome la última decisión y se convierta en un acuerdo para la capital, tomando así vigencia de inmediato. 

Y es que no solo desde ahora se vienen dando iniciativas de este tipo, el primero de febrero de 2020 varios defensores de los animales y ambientalistas realizaron una velatón denominada “Una luz por los toros’’, en protesta contra las corridas taurinas en Bogotá, ya que al día siguiente se comenzaba la temporada en la plaza La Santamaría. De la misma forma, el alcalde de Medellín, Daniel Quintero Calle, anunció el 28 de enero de 2020 que no habrá temporadas de corridas de toros durante 4 años en La Macarena; puesto que el día anterior firmó un pacto por el bienestar animalista con la empresa D’Groupe dueño del 51 % de este sitio.

Pese a esto, la Corte Constitucional dejó la sentencia C-666 de 2010 que indica que las actividades relacionadas con la tauromaquia, las riñas de gallos, el coleo y las corralejas, son consideradas como arraigo cultural colombiano. Así que, el alto tribunal revisó una demanda contra la Ley 774 de 2016 sobre Protección Animal, la cual excluyó de la protección del Estado a los toros, gallos, becerros y demás animales que participan en espectáculos artísticos. La Corte también tuvo en cuenta que ciertas prácticas no pueden calificarse como maltrato animal, sino como actos culturales. Sin embargo, varios congresistas rechazaron la sentencia de la Corte y radicaron el proyecto de Ley 064 de 2018, por el cual se eliminan las prácticas taurinas en el territorio nacional. Dicho proyecto pide que se eliminen las prácticas taurinas como una expresión de maltrato, crueldad y violencia en espectáculos públicos y que se respete la vida e integridad de los seres sintientes². Bernal (2019).

Cabe recordar que este propósito intentó convertirse en ley de la República y, aunque fue aprobado en el segundo, de cuatro debates en Cámara, terminó hundiéndose durante la discusión en el tercer debate de la Comisión Primera del Senado.

Ahora, si deseamos detener la violencia contra los animales de cualquier especie y empezar a construir una sociedad basada en el respeto a la vida, se debe condenar la tortura de cualquier ser vivo para prevenir los casos de crueldad con los animales, ya que solo son ‘’castigados” con una multa.

Referencias:

1. Anima Naturalis Internacional, sf. Un poco de historia de las corridas de toros. Tomado de https://www.animanaturalis.org/p/548/un-poco-de-historia-de-las-corridas-de-toros.

2. Francisco Bernal Gutiérrez, 2019. Corridas de toros, otra vez en la mira de la Cámara de Representantes. Tomado de https://www.rcnradio.com/colombia/corridas-de-toros-otra-vez-en-la-mira-de-la-camara-de-representantes.

Fotografía: cortesía de El Mundo España.