«La política es un acto de equilibrio entre la gente que quiere entrar y aquellos que no quieren salir»
(Jacques Bénigne Bossuet)
Precandidatos, la palabra de moda en la política colombiana, la etiqueta que está acompañando a la interminable lista de nombres (mayormente hombres) que pretenden una oportunidad para la presidencia. A raíz de esto, existe una especie de interés especial por las siguientes elecciones, más que todo por la cantidad de opciones que allí se condensan, no obstante, no se debería caer en la trampa de vanagloriar la idea de «diversidad o pluralidad en las opciones». No, al menos, sin puntualizar una serie de problemáticas pertinentes.
El simple hecho de que exista una cantidad anormal, para el contexto colombiano, de precandidatos presidenciales, debería implicar un análisis de las múltiples causalidades de este fenómeno. En primer lugar, hay que mencionar la creciente Crisis de representación en el aspecto político nacional, la cual se refleja tanto en la ruptura paulatina de los partidos políticos tradicionales, como en la formación de listas independientes y partidos «alternativos».
En este sentido, también se debe recordar la desconfianza y crítica generalizada que existe por parte de la población a los procesos y sistemas estatales, lo cual se cimenta en el conocimiento y falta de acción efectiva en los múltiples escándalos que resultan de la corrupción o el crimen organizado, entre otros fenómenos que están arraigados en el entramado institucional nacional. Como resultado de esto, han nacido o aplicado al contexto especifico términos como «narco-Estado» o «narcodemocracia».
La materialización de esta inconformidad en la esfera social, sobro todo en los últimos años, se ha hecho mucho más visible por medio de la articulación, movilización y la protesta social. De estos procesos se han generado y visibilizado varios liderazgos locales y regionales que están planeados para irrumpir en el panorama político en las próximas elecciones.
Más allá de las elecciones parlamentarias, de las cuales vale la pena hacer un análisis diferenciado, se debe decir que la cantidad de precandidatos presidenciales está respondiendo a una lógica, rayando casi en el oportunismo, tras un estudio riguroso del panorama político en Colombia, en el que varias organizaciones y personajes políticos han decidido entrar o resurgir en la esfera política, ya sea con una nueva bandera política, utilizando la idea del «político independiente» o reviviendo partidos históricos.
¿Cómo nos afecta la cantidad de precandidatos?
En el sentido practico, la diversidad de posibles opciones (nótese la frase o término utilizado), acaba por influir mayormente de forma negativa, dentro de la generalidad del proceso electoral en el país. Sin embargo, se debe destacar, que ya sea por razones de una u otra índole, el cubrimiento extensivo de los medios de comunicación, con respecto a este fenómeno, le ha dado relevancia a la esfera política, aprovechando el boom residual de un «despertar de conciencia» a raíz de fenómenos como el paro nacional.
Si bien, que la población general le preste más atención a la formación y desarrollo inicial de estos procesos electorales es un paso hacia adelante en la formación de una cultura política sólida, este mismo cubrimiento, resultado de la anormalidad de estas elecciones, podría potencialmente obstaculizar el debate real, en el sentido que la misma búsqueda de votos y golpes de opinión prematura influyen hacia una discusión más personal entre los precandidatos de tal o cual grupo, alianza, pacto o coalición (nótese además la diversidad de conformaciones), donde se hacen, más que otras cosas, revisión de antecedentes, análisis de administraciones y cargos, además de fomentar o reavivar rencillas dentro y fuera de sus respectivos grupos, es decir, más que enfocarse en una discusión sobre diferencias entre proyectos políticos e ideologías, la conversación gira en torno a una especie de brújula moral o ética y la indagación constante por errores o puntos grises en los pasados políticos de los demás rivales
Para poner en perspectiva esta situación, para finalizar el año 2021, existen alrededor de 45 precandidatos presidenciales, en comparación con el censo electoral más reciente (38 621 981 millones de personas), existe un precandidato presidencial por cada 858 266 personas censadas aprox.
A partir de todo esto, lo único que queda por el momento, es observar de forma crítica este proceso electoral, esperando que los aspectos positivos que se derivan de lo anteriormente mencionado se vean reflejados tanto en las discusiones posteriores, como en las elecciones tanto de los candidatos como de un eventual presidente. Debemos recordar que si bien, Colombia necesita una influencia transformadora y progresista desde múltiples ámbitos, incluyendo el cargo ejecutivo más alto del país, también debemos empezar a abrir la conversación hacia un proyecto de Nación que esté más allá de los periodos presidenciales, no solo hay que revalorizar la presidencia, de forma mancomunada, se debe transformar la lógica del Estado-Nación colombiano.