El movimiento que crece cada día en cualquier garaje

Puedo hablar con propiedad del tema de las iglesias cristianas pues pertenecí a varias. Fui juicioso asistente por años de varias de este corte pentecostal o protestante. En ese recorrido tuve infinidad de buenos momentos y otra tanda importante de malos. Finalmente, al no encontrar un sentido de condolencia hacia la razón, decidí no asistir más. Sin embargo, esta situación no menguó mi concepto personal de Dios. Creo que hay un Dios distinto del que hacen mercadeo todos sus representantes en la tierra.

No es difícil imaginar al Pastor Arrázola de Cartagena instigando atentar contra la vida de otro ser humano encima de un púlpito mientras recibe dinero, finalmente el pastor Arrázola o una caricatura como Marco Fidel Ramírez (el “concejal de la familia”) son uribistas, ignorantes, fanáticos, potentados económicos, manipuladores y geográficamente ubicados en lugares en donde la población no tiene acceso a los servicios públicos básicos y, por supuesto, muy lejos de una educación o una formación crítica frente a la vida; y si la tienen, silencian esa parte cognoscitiva para pertenecer a algo que los agrupe, en donde el arribismo no sea mal visto. Es el cóctel perfecto.

Y no solo es Arrázola, en el país existen potestades con apariencia de iglesia e ingresos asombrosos; los Castellanos, los Rodríguez, los Cañas , los Gómez, los Silva, los brasileros etc y etc. Es una tendencia mundial para seguirle los pasos a los sabios en el arte de hacer dinero con las inquietudes espirituales de las personas como Rony Chaves, la norteamericana Cindy Jacobs, Guillermo Maldonado, Claudio Freidzone, Otoniel Font, Alberto Delgado y, por supuesto, el gran Rey Midas: Cash Luna.

Así aparece el concepto de la “cristianofobia” y era de esperarse. Una colectividad religiosa privilegiada con exención tributaria, que dedica horas enteras a darle una interpretación a conveniencia propia de las “sagradas escrituras” para predicar el mensaje de discriminación al homosexual, al pobre, al humilde, a la madre soltera, a la misma mujer de manera soterrada, al humanista; a la persona cuyo pensamiento tiende a la izquierda; a mercadear desde vasos y camisetas, pasando por discos y agendas hasta servir de directorio político prestando sus “púlpitos” para el corrompido arte de la política.

¡Pues claro que hay cristianofobia! Tantas afrentas contra la comunidad algún día tendrían que reventar. La gente suele cansarse, tarde pero lo hacen. Ni hablemos de la Iglesia Católica y sus escándalos, pero bueno, mi corazón siente un poco de tranquilidad al saber que al menos el cura de mi barrio no anda en una camioneta con vidrios polarizados pagada por los que asistimos a recibir un poquito de calma desde el cielo. Y no, no es un tema de envidia, creo que somos maduros para entender de qué estamos hablando.

Tampoco quiero ni tocar el tema del “plebiscito por la paz” y el papel determinante de las iglesias cristianas como voceras de la desinformación, el odio y la ignorancia. Hablemos del sujeto pasivo de la obra de los líderes religiosos: el asistente. No descalifico a la gente que tiene una fe definida y va a un sitio de estos a una labor específica y en su vida diaria no es un desgraciado.

El “cristiano” contemporáneo asiste a los cultos religiosos buscando una renovación en su fe, es atraído por un sistema de mercadeo impresionante; las luces, el sonido, una buena banda de alabanza, estímulos auditivos y visuales, promesa de vida en comunidad, mini-gueto segmentado por grupos, bases de datos, Satanás como el cultor de todo lo malo que te pasa, acomodación de las palabras de la Biblia con obviedades y claro, el elemento central de toda iglesia cristiana, su majestad: el dinero.

La promesa de bienestar económico es el móvil principal de la llamada “prédica de la prosperidad” que es la columna vertebral de todo este tipo de organizaciones autorizadas por ley. Las he oído todas, de todas las maneras, unas disimuladas, otras directas, por interpuesta persona, por alienación, a través de las lecturas o ejercicios, en los subgrupos de oración. A través de células le hacen un corte transversal a esa comunidad pasiva sectaria. En ese proceso, la iglesia obtiene sus réditos gracias al “evangelio del dar”. Es decir, si tú siembras (dinero) entonces cosecharás (dinero).

El centro pues del negocio de la fe, es persuadir para obtener dinero, cobrando un peaje y creando un imaginario colectivo en donde el que tiene dinero es el bendecido.

Imagen cortesía de: Zonacero

Pueden adornar y refutar esto, pero esta es su esencia y por eso las 5.900 iglesias registradas mueven un patrimonio bruto aproximado de 10 billones de pesos y no pagan un peso en impuestos. ¿Hasta cuando va a evadir el debate le gobierno? No somos tontos, todos vemos la forma en que los pastores mueven ese dinero; giros al exterior, inversión en propiedades, testaferros y hasta dinero enterrado.

¿Qué clase de ciudadanos-cristianos forman las iglesias cristianas? Pues personas con la meta común de conseguir dinero, pues el dinero es el único símbolo de bendición. Las personas mutan ahora a esa neo-derecha de empleado asalariado, provinciano o capitalino venido a más, con ideas radicales de exclusión política y social. Arribismo, superioridad moral (que es lo menos grave) y discriminación. Ya hay “farándula cristiana” cantantes, salmistas, actores, actrices, presentadores, músicos y operan de la misma manera enroscada que sus pares del mundo real.

Es un movimiento fortalecido en un país sin educación y cultura que crece cada día en cualquier garaje, que pronto mutará a sala de eventos, liderado por hombres de procedencia humilde pero con gran habilidad (si no tiene habilidades, en Brasil hay gente especializada en asesorar para el montaje de iglesias) y se alían con la clase política para hacer una mezcla única y una bomba social de tiempo. El Pastor Arrazola y todos sus colegas millonarios cumplen el requisito del que habla el colectivo teatral paisa El Águila Descalza: “No hay mejor iglesia que una con diablo propio”