El perdón no puede ser impuesto. Se trata de procesos en los que las víctimas dejan ir el dolor poco a poco. La memoria y el arte acompañan la transición del rencor a la resiliencia. La única forma de pacificar a los heridos por el periodo de violencias es reconociendo sus casos, proporcionándoles la verdad de lo que sucedió y reparándolos. La paz no puede estar de espalda a quienes le dieron la sangre a la maldita guerra.