En Colombia es ya inveterada la costumbre de que los delincuentes, cuando son señalados o acusados por alguna persona, corran a invertir la polaridad de la energía probatoria mediante un procedimiento ingenioso: acusar a su vez al acusador de iguales o peores comportamientos que los que está reportando, con el ánimo de enturbiar las aguas y poder, de esa manera, escapar al señalamiento, al igual que hacen los octópodos.
Son proverbiales los casos de falsos testigos de que se agencian los delincuentes para tratar de zafarse de sus acusadores.
Desde la época de los debates entre Augusto Espinosa Valderrama y Cornelio Reyes, durante el gobierno de Alfonso López Michelsen, se había puesto de moda la práctica de los “trapitos al sol”.
Por eso la cosa, aunque tal vez no comenzó con el caso Lara Bonilla, sí fue uno de los más emblemáticos: Luis Carlos Galán denunció al primo de José Obdulio Gaviria en la Plaza de Berrío de Medellín, como un infiltrado en su movimiento.
Y Rodrigo Lara Bonilla, a su vez, sacó a relucir la información sobre los llamados «dineros calientes” en el deporte y la política. Más se demoró el político huilense en bajar del atril del recinto legislativo en que hizo la denuncia, que los mafiosos en tenerle listo “el tamal” con cheque y grabaciones magnetofónicas (era la tecnología del momento) que, presentadas en pleno debate por el Representante a la Cámara Jairo Ortega Ramírez, fueron escuchadas con estupor en el recinto del Congreso.
El presidente Betancur había nombrado entonces Ministro de Justicia a Lara, supuestamente para protegerlo.
Pablo Escobar Gaviria, Jairo Ortega y Evaristo Porras, entre otros, habían decidido que si no podían silenciar al Ministro, lo harían objeto de un ludibrio público mayor que el que los rondaba a ellos, para causarle la muerte moral.
Hasta el propio Luis Carlos Galán Sarmiento, correligionario de Lara en el partido del Nuevo Liberalismo, expresó sus dudas y suspicacias en relación con la honradez y la limpieza del, más tarde, mártir de la democracia.
La mafia no soportó la entereza de Rodrigo Lara, ni la embestida que el Estado, por iniciativa suya, les había desatado y prefirieron su muerte física, al fracasar en el intento de asesinarlo moralmente.
Por eso no resulta nada sorprendente que ahora, cuando un nauseabundo olor a podredumbre y cadaverina, exhala desde el despacho del titular de la Fiscalía General de la Nación, nuevamente se haya desempolvado la vieja táctica para descalificar al contradictor.
En efecto, en pleno debate televisado desde el Congreso de la República, cuando se sometía a examen la muy cuestionada y cuestionable conducta de Néstor Humberto Martínez Neira en relación con la multinacional Odebrecht y sus diversos tentáculos, fue exhibido un video en el cual uno de los senadores citantes, quien ya había usado el estilete de la dialéctica para disecar las actuaciones del funcionario bajo examen, aparece contando fajos de billetes que, según se dijo, llegaban a la suma de veinte millones de pesos.
Y la cosa se ha llevado a la Corte Suprema para que se investigue, aunque ya los medios de comunicación, física y moralmente cooptados por los grupos económicos protagonistas de la corrupción en este país, han fallado: el senador citante es reo de corrupción, por tanto sus acusaciones son inválidas y su vida política debe tocar a finito.
Así la cosa es muy fácil. Yo acuso al acusador y quedo limpio de toda culpa. Vea qué bien.
Sin embargo, surgen algunas preguntas, algunas dudas, que los ciudadanos de base quisiéramos que se aclararan.
Cierto es que negociar con individuos que manejan la plata en rama no es sano. En este país los que han acostumbrado el dinero en efectivo, en esas cantidades, no suelen ser personas de bien, sino bandidos. Es conocido que en su época más boyante, los mafiosos y paramilitares de todos los pelambres, acostumbraban cargar el numerario en costales: “vea bájemele dos costales al dotor por tal o cual favor o para pagarle tal finca”.
De modo que no es muy común que un político honrado (no se rían, que los hay, poquitos, pero los hay) tenga cuentas limpias con sujetos limpios que manejan dinero limpio por bultos.
En este caso el presunto donante, prestamista u otorgante, de la plata es un individuo de conducta bastante incierta, quien en una entrevista de hace tiempos dijo que sí había apoyado al político hoy comprometido en el video. Pero ahora, últimamente, ha salido a negarlo. Con esa clase de gentes uno nunca está seguro, ni a salvo, porque su condición es inestable.
Surge la pregunta sobre para qué se estaba entregando ese dinero, en esa cantidad y en ese recinto, aparentemente semiclandestino.
El protagonista del video, senador Petro, habitualmente dueño de una facilidad verbal pasmosa, se ha mostrado vacilante, indeciso, impreciso. Los referentes que menciona no le han respaldado del todo.
Por el bien suyo y por el bien de su futuro político, el senador Petro debería despejar con meridiana claridad, cualquier duda que ese video pueda arrojar.
Sin embargo, existen otras preguntas que también merecen respuestas y los llamados a absolverlas son, en primer lugar, quienes han esgrimido el video.
Preguntamos por ejemplo, si esta cinta tiene más de 13 años, ¿por qué no había sido exhibida, ni puesta en conocimiento del público y de los organismos judiciales?
¿Qué estaban esperando sus custodios y guardadores? ¿A que el ciudadano Petro Urrego ganara las elecciones presidenciales y estuviese en trance de posesión para, en desarrollo de una hipotético Plan B, sabotearle su gobierno, como hizo Andrés Pastrana con las famosas cintas que enredaron al presidente Ernesto Samper?
¿De dónde salió el video? ¿No sería, por casualidad, que lo tenía la Fiscalía y, convenientemente, en pleno debate contra el maloliente Fiscal General, le fue pasado a la energúmena nieta del Carnicero de Marquetalia?
¿O los cuadros dirigentes del mal llamado Centro Democrático, solo accedieron a él después del debate contra el Ministro de los Bonos del agua, y estaban en espera de la primera oportunidad de usarlo en contra del segundo candidato más votado en las elecciones de junio de 2018?
La nieta del Carnicero de Marquetalia creyó que al exhibir en la plenaria del Senado de la República este video, iba a responder a las acusaciones que acosan al mal hijo del maestro Salustiano Tapias.
Pero se equivocó, porque si algo ha generado y seguirá generando este video, es una serie de preguntas que, en más de una ocasión podrían terminar comprometiendo al propio Fiscal General beneficiario de la jugada y a sus ocasionales escuderos.
Esperamos las respuestas.
El ya famoso Petro video (bautizado por los medios) en este momento está perdiendo credibilidad, pues el famoso Simón inicialmente lo niega, luego con el heredero de la luciérnaga reconoce haber ayudado con dinero, aunque no dice de quien, Abelardo, el denunciante, fijo fecha del vídeo y propietario del dinero, ambas ya caídas. Queda el porque se recibe el efectivo en «rama». Por fecha el gobierno uribista en pleno apogeo, persecución a todo lo que no esté dentro de su círculo, si alguien le hace aporte a quien tuvo el coraje de denunciar a los políticos enganchados con el paramilitarismo, inmediatamente sería estigmatizado como enemigo del régimen. Y, como dice Simón consiguió plata para Petro de los mismos que aportaron para los del régimen, estos con respecto a Petro no le entregarían a través del sistema bancario sino en rama. Es una tesis. Petro además no puede precipitarse en las declaraciones, porque aún no salen todas las cartas. Es un juego de infamia, en el que no se puede dar papaya. Yo creo en la transparencia de Petro a pesar de su arrogancia, creo que aquí está en juego no el futuro de Petro, sino de todo el movimiento popular que después de tanto tiempo encontró quien encabezará el descontento. La oligarquía y sus aliados chalanes entienden que si destruyen a Petro, tienen el camino libre para desprestigiar a quien quiera encabezar la disidencia política.
Es por ello que el mismo Gustavo Petro Urrego acudio a la Corte Suprema a pedir que el sea investigado, en primera persona.