Columnista:
Álvarez Cristian
Una nueva salida en falso realizó la señora María Juliana Ruiz, primera dama de esta maltrecha Nación.
En entrevista a Caracol Noticias, Ruiz hizo un balance de su programa “Ayudar Nos Hace Bien” en donde según ella participaron cerca de 26 000 donantes particulares y 200 empresas para brindarle supuestos apoyos alimentarios a cerca de un millón de familias de toda Colombia.
Según Ruiz, los colombianos deberían sentirse orgullosos de que, en junio de este año y en plena pandemia, la nación reportó una reducción del 40 % las muertes por desnutrición infantil en el país
En otro aparte de la entrevista, preguntada por la situación actual y desesperada de los jóvenes de Colombia, María Juliana Ruiz solo se limitó a decir que:
“Tengo que decirle que más que dificultades, veo oportunidades. Y usted lo dijo, puede que los jóvenes no la estén pasando bien, están sin trabajo. ¿Pero sabe que le puedo decir? Que, recorriendo el territorio nacional, es en los jóvenes en quienes he visto el ímpetu, las ganas, la creatividad, la innovación de frente para proponer soluciones asertivas a problemas existentes.
Y dejando la respuesta a la pregunta en un mar de vaguedades, Ruiz solo se limitó a decir que la solución para los problemas de la juventud en el país es «capitalizar los combos» de los jóvenes.
“Capitalicen las virtudes de cada uno de ustedes y háganse grandes a partir de idear y de solucionar”, atinó a decir la primera dama.
Más adelante, preguntada sobre si dejaría salir a sus hijos cuando estén más grandes a protestar a las calles de Colombia, la esposa de Iván Duque respondió:
«Asusta más la agresión ciudadana que la represión policial»
Y es ahí cuando uno, amable lector, deja de sentir lástima por esta pobre y desubicada señora para darse cuenta que lo suyo es un problema patológico bastante común en nuestra clase alta y dirigente, algo que decidí llamar el síndrome de María Antonieta.
La desubicación como estilo de vida
María Juliana Ruiz es una señora de alta cuna con ascendencia boyacense-antioqueña. Estudió en el Colegio MaryMount de Bogotá y se graduó como abogada de la Universidad Javeriana. De allí saltó a París donde estudió en el Institute Catholique, según una entrevista que dio en El Tiempo.
Su encuentro con Duque lo resume perfectamente y a su vez con él brinda una explicación a su desconexión con Polombia, esa patria de la que se había desentendido por bastante tiempo.
“Estando en París, viajo a Washington para ver opciones de posgrado en las universidades de allí, donde Iván ya reside hace unos meses. Cuando yo llego nos reencontramos, y él me dice: ‘De aquí ya no te vas’. Decidimos entonces casarnos, y fue en esta ciudad donde construimos nuestro hogar y donde nacieron nuestros tres hijos. Llevamos 15 años de casados, 12 los vivimos allá.
La señora María Juliana le comentó a El Tiempo que por «cosas de la vida» terminó trabajando en la Organización de Estados Americanos (OEA) comenzando desde lo más bajo como pasante (aunque ella prefirió decirlo en inglés, o sea «intern») hasta trabajar con el secretario general de la OEA.
“Fueron casi 12 años que me permitieron hacer desde las labores más simples, como sacar copias, hasta liderar comisiones, reuniones y proyectos de gran importancia diplomática, dijo Ruiz.
En su entrevista a El Tiempo, Ruiz admite que regresar a Polombia no fue algo fácil, pero finalmente decidió apoyar a su marido en sus deseos de convertirse en senador.
“No fue un proceso fácil, sobre todo para mí, porque tenía una construcción personal y profesional muy arraigada en Washington”, señaló la abnegada esposa que posiblemente se esté arrepintiendo de esta decisión en este momento.
Sobre su esposo se limitó a decirle a El Tiempo:
«Estoy segura de que es difícil encontrar una persona que reúna las capacidades intelectuales, académicas, profesionales, emocionales y de integridad como las que tiene Iván, sumado al deseo honesto de disponer sus conocimientos al servicio público.
Después de esta respuesta, en síntesis, es más que evidente su desconexión completa con la realidad que la cobija y sobre todo con la realidad de este país.
Las ventajas de la «realeza»
Pero, seamos honestos, María Juliana Ruiz tampoco es una inocente paloma que se deja llevar al vaivén de su marido, que hace exactamente lo que le diga el reo 1087985. Tampoco.
Desde su llegada al poder también ha buscado la forma de sacarle partido a su posición anodina de primera dama de una presidencia inexistente.
El primer escándalo en el que se vio inmersa la primera dama fue el del ‘Premio Nacional al Talento Joven – María Juliana Ruiz’ en agosto de 2019.
Este premio, organizado por Colciencias, busca premiar a los jóvenes talentos colombianos que han liderado proyectos que impactaron en sus territorios y darlos a conocer en la cumbre de jóvenes líderes más importante del mundo como lo es One Young World.
Lo que a nadie le gustó fue que llevara el nombre de la primera dama, que ese año solo fue relevante por su aparición en la gira de Duque a Estados Unidos con la famosa «chaqueta de Foami».
Otro palaciego escándalo donde se vio inmerso Ruiz fue el de su uso irresponsable de los aviones a disposición de la Presidencia. Recordemos que en febrero de este año los medios reseñaron que Ruiz habría usado los aviones presidenciales para viajes que nada tienen que ver con las funciones de su «cargo».
El 9 de febrero, por ejemplo, el congresista Iván Marulanda publicó en Twitter que Ruiz posiblemente había usado un avión de la Fuerza Aérea en un vuelo Cartagena – Bogotá – Cartagena. El motivo del viaje: ir hasta la capital del país para cambiarse de vestido.
El 11 de febrero, Ruiz, volvió a ser noticia cuando se confirmó que tanto ella como sus hijos y un grupo de amigos de estos y sus asistentes usaron un avión de la Fuerza Aérea para ir a una fiesta infantil a Panaca, en el Eje Cafetero.
En marzo, durante la angustiante llegada de la pandemia a Colombia — y ante la negativa de Duque de cerrar fronteras y aeropuertos internacionales— a Ruiz (o a sus asesores) se le ocurrió que ese era el mejor momento para que ella diera con la solución a todos los problemas del país: izar la bandera en cuanta ventana, balcón o foto de perfil de redes sociales hubiera en nuestro territorio.
«No se quede sin decir en amarillo, azul y rojo: ánimo, gracias, acá te estoy esperando, cuídate», dijo Ruiz en video.
El síndrome de María Antonieta
Frente a todos estos escándalos, Ruiz opta por hacerse la desentendida, a sabiendas de que su desconexión con la realidad es más que evidente. Se esconde de los reflectores hasta que un nuevo lapsus o escándalo la hace noticia nuevamente, y así sucesivamente, hasta que llegue el 7 de agosto de 2022.
Ella deja todo —para su mala fortuna— en manos de sus asesores, que vaya uno a saber de quién son hijos o qué favor tan grande les deben como para que todavía sigan mal asesorando a la señora Ruiz.
Por esto es que no sorprendería que ante la actual situación del país —donde reinan el desempleo y el hambre— doña Juliana salga con una frase similar a la atribuida a María Antonieta de Austria (la mítica esposa de Luis XVI último rey de Francia) en uno de los peores momentos previos a la Revolución Francesa.
La desubicada mujer, al enterarse de que el pueblo francés aguantaba hambre y clamaba por algo de comer, pues no tenían siquiera un pan para llevarse a la boca, simplemente se limitó a decir: pues que coman pasteles.
¿Se atreverá a tanto María Juliana Ruíz?, que corran las apuestas, señores.
Muy buena aproximación. Creo que como van las cosas y ante el aumento del cinismo de éste gobierno: ella será María Antonieta, con decapitación política incluida.