Autor: Javier Hernando Santamaría
Verdaderamente lamentable que una marcha de protesta como la que se vivió el 21 de noviembre en Colombia, iniciando en total calma y armonía en la ciudad de Cali, donde cerca de veinte mil personas se congregaron en los diferentes puntos partida establecidos para la manifestación popular, marchando todos pacíficamente hasta la Gobernación del Valle y la Alcaldía, se vea opacada por actos de vandalismo desmedido, protagonizados por unos cuantos forajidos, concentrados principalmente en el llamado Distrito de Aguablanca.
Sujetos con pañoletas usadas como tapabocas, levantaron barricadas improvisadas con arbustos, piedras, madera y llantas, en las principales zonas de acceso a barrios populares como el 7 de agosto, Andrés Sanín, Alfonso López y el puente de la carrera octava que conduce a Juanchito.
Desde estos puntos se dedicaron a intimidar a todos los transeúntes, motociclistas y conductores que pretendían llegar hasta sus residencias, incluso les cobraban peaje para permitirles seguir su ruta.
Inquietaba el hecho de que a pocos metros se encontraban cuerpos armados del Ejército, los cuales aparentemente parecían no darse cuenta de lo que estaba aconteciendo.
Fui testigo de cómo estos vándalos armados arremetieron con toda saña contra una cámara de fotomultas y los semáforos ubicados en el puente vehicular que une a los barrios 7 de agosto y Andrés Sanín, también le prendieron fuego a la recamara de control de los semáforos de la zona.
En el sector de ingreso al barrio Alirio Mora Beltrán, ubicado en la comuna 14, varios de estos vándalos se enfrentaron a bala, poniendo en riesgo la vida de los marchantes, quienes ya se desplazaban a pie hasta sus residencias, en vista al cierre total del servicio de transporte MIO y las llamadas gualas, usadas en esta zona.
Los actos vandálicos comprometieron igualmente una Compraventa ubicada en el barrio Marroquín II y una panadería en el barrio Alfonso Bonilla Aragón, establecimientos saqueados por una turba incontrolada.
Algunos almacenes D1 también sufrieron destrozos en sus fachas y las puertas de acceso, los agentes de policía de la zona trataron de contener a estos vándalos, pero fueron atacados a piedra, obligándolos a retirarse de inmediato a pie, ya que sus motocicletas fueron incineradas.
El alcalde la ciudad, Maurice Armitage, ha declarado toque de queda a partir de las 19 horas del 21 de noviembre, como medida emergente ante esta intolerable escalada de vandalismo, que empaña una jornada que estuvo caracterizada por el excelente comportamiento de todos los marchantes de la capital vallecaucana.
Foto cortesía de: El País Cali