Que el montaraz latifundista y ganadero, Álvaro Uribe Vélez y el ladino ex Procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez Maldonado convoquen a una marcha el 1 de abril, con el objetivo de rechazar la corrupción, no solo deviene en una acción cínica, sino en una estratagema electoral de cara a las elecciones de 2018.
La invitación que hacen los dos personajes está anclada a una necesidad: medir su capacidad de convocatoria. No les interesa realmente atacar las prácticas corruptas, el ethos mafioso [1] que se entronizó en la política colombiana o comprometerse con una lucha decidida contra la corrupción[2].
Como líder negativo y mesiánico, el ex presidente antioqueño sabe que ha perdido caudal electoral por cuenta de los procesos judiciales que se han abierto en contra de su círculo más cercano de colaboradores durante sus dos administraciones y por supuesto, los que en su contra reposan, inalterables, en la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes y en la propia Fiscalía, por asuntos y hechos que tienen que ver con su paso por la Gobernación de Antioquia, como la masacre del Aro.
A pesar de esa realidad política, el carácter combativo mueve a Uribe, junto a un enorme cinismo, a invitar a los colombianos a marchar contra la corrupción.
La lucha del ex mandatario (2002- 2010) contra la corrupción supone dejar en el olvido episodios como la “yidispolítica”, proceso mediante el que logró reelegirse de manera inmediata y espuria.
Quienes aún lo defienden, insisten en que todos los señalamientos en su contra son fruto de odios y resquemores acumulados por sectores de izquierda y extrema izquierda, por la efectividad de su política de seguridad democrática con la que no solo atacó militarmente a las Farc, sino con la que persiguió (“chuzó”) a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, a periodistas y a intelectuales que se opusieron a sus ideas y a la forma de administrar y ejecutar el poder del Estado.
Por un momento aceptemos que tienen razón sus fieles seguidores. Aún así, revisemos tan solo dos frases expresadas por Uribe, para colegir de ellas su cercanía con el ethos mafioso que dio vida a incontables casos de corrupción durante sus ocho largos años de Gobierno. La primera, expresada en el contexto de la parapolítica: “Le voy a pedir a todos los congresistas que nos han apoyado, que mientras no estén en la cárcel, a votar…”[3]; y la segunda, en relación con los sicarios de la Oficina de Envigado, dijo en su momento: «Acábelos y por cuenta mía, no se preocupe mi general»[4].
La primera frase deja entrever no solo un fuerte pragmatismo político, sino un desprecio por la acción de la justicia que poco a poco se acercaba a los congresistas que lo llevaron a la Presidencia, contando aquellos con el apoyo de los paramilitares. Además, en la frase subsiste una enorme desvergüenza en tanto que los delitos por los cuales sus congresistas fueron investigados, procesados y condenados, no ameritaban sanción moral alguna o recriminación de su parte.
En cuanto a la segunda frase, “Acábelos y por cuenta mía…” exhibe un profundo desconocimiento de derechos y garantías constitucionales, inaceptables en un Presidente y Jefe de Estado. Hasta los criminales más odiados y perseguidos, como los sicarios de la llamada Oficina de Envigado, tienen derecho a un juicio justo y por lo tanto, a un debido proceso.
En esa línea, no se necesitaría de la acción de la justicia en su contra para reconocer en su discurso, en sus frases, una muy fuerte inclinación a desvirtuar la acción de la justicia y desconocer el espíritu de la Carta Política. Y es claro que quien desconoce las normas, la constitución o mira con desdén esos marcos legales y normativos, es proclive a hacer parte de prácticas corruptas, dolosas y a actuar bajo la lógica de lo que en varias columnas he llamado el ethos mafioso.
Ahora miremos el caso del ex procurador Ordóñez Maldonado, sancionado, tardíamente, por el Consejo de Estado con destitución[5] de su cargo como Jefe del Ministerio Público, por violar el artículo 126 de la Constitución Política, que señala: “los servidores públicos no podrán en ejercicio de sus funciones, nombrar, postular, ni contratar con personas con las cuales tengan parentesco hasta el cuarto grado de consanguinidad, segundo de afinidad, primero civil, o con quien están ligados por matrimonio o unión permanente…”[6].
Además, Ordóñez Maldonado legitimó su espuria reelección como Jefe del Ministerio Público, al señalar que al no estar expresamente prohibida la reelección del Procurador, quedaba abierta la posibilidad de buscar continuidad en su cargo otros cuatro años, como finalmente lo logró con el concurso del Senado.
Ahora bien, si fracasara la marcha contra la corrupción, convocada por Uribe y Ordóñez, estaríamos ante un claro mensaje político y electoral que bien podría entenderse como un rechazo a estas dos figuras públicas. Su debilitada capacidad para convocar a la opinión pública a marchar contra la corrupción les dejaría como único tema de campaña lo acordado en La Habana entre los negociadores del Gobierno de Santos y los de las Farc. Ese sería, entonces, su caballito de batalla, si de verdad quiere Uribe recuperar el poder y Ordóñez, erigirse como una verdadero presidenciable al servicio del insepulto Partido Conservador y de los sectores más godos de la sociedad colombiana.
Así entonces, y desde ya, la Marcha contra la Corrupción corre el riesgo de convertirse en un desfile descarado y desvergonzado de corruptos consumados que hábilmente se aprovechan de la mala memoria de los colombianos y del débil espíritu crítico de quienes aún los ven como referentes de moralidad y probidad.
[1] Véanse: http://laotratribuna1.blogspot.com.co/2016/12/por-un-nuevo-ethos.html y http://laotratribuna1.blogspot.com.co/2016/12/hubo-trampa.html
[2] Véase: http://laotratribuna1.blogspot.com.co/2017/02/combatir-la-corrupcion.html
[3] Véase: https://www.youtube.com/watch?v=B0qW21fXioo
[4] Véase: http://www.elespectador.com/noticias/politica/articulo-uribe-ordena-eliminar-oficina-de-envigado
[5] Véase: http://laotratribuna1.blogspot.com.co/2016/07/del-ahogado-el-sombrero.html
[6] Constitución política de Colombia.
Es un error profundo considrar a que la corrupcion es un problema del regimen Uribista. La corrupcion es un problema del poder, de la politica, y ha sido notable en
Colombia. Nos han gobernado asesinos ladrones desde que nacimos como nacion. Y somos complices porque reelegimos a los que asesinan a sus rivaes politicos. Somos un pais declaradamente corrupto, donde Pablo Escobar es un lider añprado, donde hacemos heroe a Tirofijo, donde proponemos destruir al pais convirtiendolo en otra Venezuela y hay P. Cordobas que aplauden. Hacer a Uribe el malo del paseo es ridiculo.
No puede ser que se diga, que el hecho de que hemos sido gobernados por corruptos se acepte la mas alta corrupción en un bandido como Uribe, quienes lo defienden solo son cómplices de su mala actitud ademas de aceptar que como han habido corruptos entonces Uribe no ha hecho nada malo, que cinismo y descaro de estos Uribestias que no miran mas allá de sus narices.
Es increíble que un par de corruptos y mafiosos y por demás unos picaros y desvergonzados, eximios exponentes y referentes de cuanto negociado y crimenes se hayan cometido en este país, estén convocando al pueblo a protestar en contra de lo que este par de degenerados han hecho en toda su cochina y vulgar vida. Idiotas, serviles e ignorantes quienes obedezcan a este par de hampones y avezados picaros y ratas de la peor calaña!!!!
Sorprendente post. Gracias por publicarlo…Espero màs…
Saludos