Maluma en Transmilenio

Opina - Sociedad

2017-05-02

Maluma en Transmilenio

Aunque me cueste un poco admitirlo, debo reconocer que tengo dos temas recurrentes en mis columnas. El primero es la paz y el segundo es el feminismo. En cuanto al primero, la coyuntura se presta para hablar del posconflicto hasta el cansancio; en cuanto al segundo, hasta hace muy poco no entendía por qué aquel tema aparecía una y otra vez a mi cabeza. Sin embargo, ahora lo tengo más claro. El feminismo vuelve a mis columnas como un bumerán, porque las agresiones simbólicas y culturales hacia la mujer son casi una constante. Sin ir más lejos, las últimas dos perlas del machismo colombiano son la condecoración del gobernador de Antioquia a Maluma y la propuesta del Concejo de Bogotá para hacer que las sillas rojas de Transmilenio sean prioritarias para las mujeres.

No sé cuál situación me indigna más: el hecho de tener cantantes condecorados por cosificar a otros seres humanos o el hecho de ser incapaces de enseñar a los hombres a respetar en el transporte público.

Empecemos por Maluma. Cuando escuché al gobernador hablar sobre la condecoración y hacer su garrafal comparación del Pretty boy con Débora Arango, me sentí bastante incómoda. Unos días después, navegando por internet, leí que Maluma tenía una fundación que trabajaba por la educación de los niños, y me volví a sentir incómoda. El que peca y reza no empata en este caso, porque de nada sirve enseñarles a los niños a sumar en clase, si en el recreo con la música les enseñan a maltratar a los demás. La cosificación del otro – tratarnos entre hombres y mujeres como objetos de consumo – es el mayor obstáculo para el respeto y la igualdad, y si se lo cantamos a nuestros niños desde tan corta edad, estamos jodidos.

Imagen cortesía de: Las2orillas

Si un pequeño lleva escuchando toda su vida canciones como “4 babys” y comentarios denigrantes hacia la mujer, no se extrañen si en algún momento se sube a Transmilenio a hacer alguna obscenidad. Esos actos, más que el resultado de la “fricción” y la congestión del sistema, son el efecto de una familia, un colegio, un grupo de amigos y una sociedad que no lograron transmitir lo que es el respeto, ni mucho menos la igualdad. La distorsión de lo que ambas palabras significan es tal, que los concejales creen que nos están haciendo un favor con sus sillas rojas.

Sigamos con el Concejo. Debo decir que me siento sumamente discriminada y ofendida por esa medida. No siento que me estén protegiendo de nada en el sistema, y lo que es peor, si están reproduciendo estereotipos de género (mandados a recoger) que me vulneran directamente. Los hombres también merecen descansar en un asiento, y las mujeres también podemos aguantar un viaje en el sistema de pie. En ese sentido, prefiero que mi dinero como contribuyente se destine en mil campañas pedagógicas, antes que en una medida que Transmilenio no está en capacidad de hacer (me) cumplir.

Lo más triste de todo es que mientras escribo estas líneas y mientras ustedes las leen, hay un hombre que puede estar abusando de alguna niña, acosando a una mujer en la calle, menospreciando la labor de su compañera de oficina, esperando que su mujer haga el oficio después del trabajo o contándole a sus amigos cómo “se comió” a una vieja. No obstante, y simultáneamente, también hay una mujer diciéndole a su hija que no se vista así, queriendo conseguir un hombre que la mantenga, esperando que le den la silla en el Transmilenio, aconsejándole a una amiga que se haga “la difícil” con un tipo o coqueteándole a su jefe por un aumento de sueldo. Reproducimos la desigualdad y el maltrato en múltiples maneras, aunque Maluma y los concejales sean las expresiones más visibles.

 

Adenda: hay que prestarle más atención al tema de la Ballena Azul, el suicidio y la depresión de nuestros niños en el país más feliz del mundo. Como bien lo dijo Juan Manuel Díaz en su columna, ni la depresión es un chiste ni la ballena es un juego.

 

Dora Carreño
Entre otras cosas, Politóloga de la Universidad de los Andes. Pd: Aquí solo expreso mis opiniones personales.