Los verdaderos sótanos del infierno: las condiciones inhumanas en un país permeado de corrupción

Un recorrido interminable y espantoso, lleno de preguntas, de necesidades, de caras que miran al otro como invasor, desconociendo que el camino no se inició por voluntad propia, sino por una cuestión de vida o muerte.

Opina - Política

2021-08-13

Los verdaderos sótanos del infierno: las condiciones inhumanas en un país permeado de corrupción

Columnista:

Gyhid Jeswen Rojas Cardozo

 

Levantarse a las tres de la mañana, la hora donde todos duermen, bañarse con agua fría, porque no hay espacio, plata ni posibilidad para el agua caliente, servir aguapanela, pero sin pan, porque si come uno, no comen los otros. Salir a trabajar con lo que se puede, todo el día cocinando, limpiando, caminando, corriendo, tener 30 minutos para almorzar; cuando hay almuerzo y seguir en la misma rutina.

Buscar un cupo en un mar de cuerpos para alcanzar el transporte, no tan público como nos lo pintan, y finalmente, llegar a casa a las 9 de la noche. No a descansar o tomarse fotos para subir a alguna red social, sino a seguir con la rutina, los niños, la casa, las deudas, la vida real sin un dónde ni como o cuándo ver a quienes se quiere o a uno mismo.

Levantarse a las cuatro de la mañana, revisar la plantación en la ventana, sembrar, cosechar, ordeñar, recolectar huevos, intercambiar con los vecinos, ver los niños jugar, reír, crecer en paz, ir al pueblo a conversar con mis amigos de generaciones anteriores y de repente cerrar los ojos con miedo de no saber si será mañana el día en que se deba dejar atrás toda la belleza con la que se creció.

Llega el día temido en el que, con lo que se tiene puesto, hay que abandonar los momentos felices, los lugares llenos de lágrimas, los animales amados con nombres de hijos, hermanos, parejas y caminar sin rumbo. Un recorrido interminable y espantoso, lleno de preguntas, de necesidades, de caras que miran al otro como invasor, desconociendo que el camino no se inició por voluntad propia, sino por una cuestión de vida o muerte.

Levantarse a las seis de la mañana vestirse con lo mejor que tenga, aunque sea el mismo traje de hace años prestado por todos en la familia, tomarse un tinto y salir a caminar, no con los zapatos más cómodos, sino con los que aún sirven para el traje. Llenar la maleta de hojas de vida esperando que se haga el milagro y hoy sí sea el día en que regrese a casa con una buena noticia.

Meses de la misma rutina, escuchando las típicas frases: no nos llame, nosotros lo llamamos, en este momento no estamos contratando, estamos buscando a alguien más preparado. Complementadas con las facturas que se acumulan, con los servicios cortados, con las cosas empeñadas, para el mes que viene solo queda el televisor. Regalarse por lo que sea con tal de llevar un pan para mañana.

Tantas realidades de nuestro país atravesadas por la crudeza de vivir con lo que toque, como se pueda, con lo que Dios nos dé, no puede ni debe ser olvidada, empañada por la farándula de quienes no saben lo que es vivir en el país en que nacieron. Debe hacerse algo para que sean estas personas quienes de verdad viven una situación difícil, no por las acciones ilegales que los suyos decidieron realizar, sino por las condiciones en las que nacieron y el desinterés estatal, las que tengan voz en un país donde el sótano del infierno no es salir de viaje, recibir apoyo de «personajes» o probar platos exóticos para huir de un crimen familiar, sino quedarse a vivir el día a día en las condiciones inhumanas de un país lleno de corrupción.

 

 

( 1 ) Comentario

  1. Excelente trabajo, la verdad está dicha, y merece la atención de todos los Colombianos, debemos seguir adelante para continuar construyendo el país que soñamos.

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Gyhid Jeswen Rojas Cardozo
Docente de Ciencias Sociales. Universidad Distrital Francisco José de Caldas