Esos hombres y mujeres que protestan impidiendo el normal tránsito de vehículos por la carretera Panamericana, en departamentos como el Cauca o el Valle, arriesgándose a morir como Willington Quibarecama Naquirucama en un presunto accidente con una camioneta del ESMAD que lo atropelló haciéndolo caer más de 20 metros de altura en el viaducto La Víbora, buscan con sus actos que el gobierno cumpla con los múltiples acuerdos en temas agrarios y de justicia social y ambiental a los que se ha comprometido con ellos, pero aún no cumple.
Esos paros agrarios, esas Mingas indígenas, esas protestas, no solamente tienen como objetivo que el gobierno les cumpla a esas comunidades en específico lo pactado, también buscan defender de la explotación minera sin control, y de los megaproyectos que violan territorios sagrados indígenas y el recurso natural más valioso del mundo: el agua.
Y no sobra decirlo, la lucha por preservar el agua nos concierne a todos los colombianos, sin distingos de ningún tipo.
En Florida, Valle del Cauca, se desarrolla una de esas luchas indígenas y campesinas por proteger los recursos naturales de todos los colombianos impidiendo que el hermoso Páramo de Las Tinajas, hogar del oso de anteojos, de miles de frailejones y de una biodiversidad deslumbrante, sea víctima de 5 diferentes proyectos de exploración minera que además de profanar territorio sagrado de los indígenas Nasa (Paeces) afectarán sin duda alguna, no importa las medidas extraordinarias que tomen las empresas mineras, los recursos hídricos y la biodiversidad animal y vegetal de este santuario de vida.
No es Progreso arrasar con pueblos indígenas y territorios que le pertenecen históricamente a esos pueblos, imponiendo concesiones mineras que alteran el equilibrio del agua, fauna y flora de páramos o selvas, beneficiando a unas pocas multinacionales, no a la comunidad a quienes quitan esos recursos. Progreso no puede ser generar impactos ecológicos irreversibles tan solo por el afán de ganar dinero.
Necesitamos lograr ese difícil equilibrio entre la locomotora del progreso y el respeto a los recursos naturales ubicados en territorios ancestrales indígenas o comunidades raizales campesinas o afrodescendientes. No podemos seguir permitiendo que bajo la locomotora del progreso sean arrasados los indígenas, los campesinos y el pueblo afro de Colombia, repitiendo situaciones de despojo que muchos (inocentemente) creímos jamás volverían a darse tras la desmovilización de los grupos paramilitares en el gobierno de Uribe Vélez.
Por fortuna hay herramientas legales para que la comunidad unida se “pare en la raya” y evite que las multinacionales mineras y el tren del desarrollo los atropellen.
La primera de esas herramientas es que la Corte Constitucional, en un fallo conocido el 25 de mayo, declaró “inconstitucional la norma del Código de Minas que impedía a las autoridades civiles de los entes territoriales –alcaldes y gobernadores– oponerse a la realización de proyectos encaminados a la explotación del subsuelo”. Eso significa que el alcalde del municipio de Florida, Diego Felipe Bustamante, puede impedir la minería en el Páramo de Las Tinajas, lo cual es, según un discurso que leyó el 25 de mayo en la Casa de la Cultura de Florida en un foro organizado por la Diócesis de Palmira para dar a conocer la problemática del páramo, su objetivo.
¿Cumplirá el alcalde Bustamante esa promesa? Corren las apuestas. Aunque si el alcalde Bustamante cumple no es suficiente para proteger al páramo. Se necesita que el pueblo de Florida, todos, campesinos, indígenas, blancos, mestizos y negros se unan a favor del páramo e implementen cada uno de los recursos legales para intentar blindar no solo una, sino 5 veces el páramo.
El segundo blindaje es utilizar la figura de la Consulta Previa a comunidades indígenas y afro cuando un proyecto minero o un megaproyecto atravesará su territorio ancestral. Esa Consulta Previa se sumaría a la propuesta de la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca, CVC, para declarar Parque Natural el Páramo de Las Tinajas, haciendo que por ley sea muy difícil hacer explotación minera del lugar, siendo este el tercer blindaje.
El cuarto lo daría la comunidad Nasa, quienes no quieren que el Páramo sea Parque Natural pues sería administrado por el gobierno y ellos, con justa razón, no creen en el gobierno. Los Nasa plantean volver el páramo un Territorio Sagrado y Ancestral del Pueblo Nasa de Florida, amparados en el decreto 2333 del 19 de noviembre de 2014 que protege y da seguridad jurídica a los territorios poseídos ancestralmente por las comunidades indígenas.
El quinto blindaje para proteger el Páramo Las Tinajas, y el agua de Colombia, somos nosotros, usted y yo, el pueblo raso, que apoyando las Mingas indígenas y paros agrarios, haciéndole seguimiento a todos los procesos antes mencionados, y manifestándonos en redes sociales sobre el tema impediremos que las multinacionales pasen por encima de la ley para apropiarse de nuestras riquezas, agua y biodiversidad. Todos debemos y podemos ser guardianes del agua de Colombia.
Hola Eduardo. Interesante y por demás muy válido el tema sobre páramo – agua – territorios ancestrales – etnias. Comparto plenamente la defensa de los páramos como fuente vital del agua para consumo humano y para el riego de cultivos, que también son fuente de vida para todos. Comparto el que el estado debe de asegurar total delimitación legal, para evitar que esos sagrados sitios (no porque sean ancestralmente propiedad de los indígenas), necesarios para la vida humana, sean arrasados por los negociantes de los metales preciosos y carbón.
Lo que si me parece muy discutible, es la absorción que de la propiedad de la tierra hacen ciertos sectores poblacionales y raizales, abrogándose tener derecho a la propiedad total de la tierra. Considero que los páramos, nevados, ríos, mares, aire, agua, en fin, son un bien de la humanidad, y ue nadie debe proclamarse dueño de esos bienes. Hemos perdido demasiado en cuanto a la naturaleza del planeta se refiere, pero no podemos seguir concediendo la propiedad inalienable de toda la humanidad, a sólo una o dos etnias. Yo también soy descendiente de indígenas, pero también corre sangre de blancos por mis venas, igual de mulatos y mestizos. Pienso que terminar enfrentados por esos bienes entre poblaciones que somos igual que los indígenas raizales, pero que para bien o para mal terminamos más mezclados que la chicha con el chunchullo, no le hace nada bien a nadie.
Sigamos defendiendo el agua, la tierra, el aire, al planeta, pero no nos matemos más entre hermanos.
Un abrazo.