Los salarios en los tiempos de las injusticias

Opina - Política

2016-07-17

Los salarios en los tiempos de las injusticias

En las últimas semanas se ha hablado sobre el aumento del 7.7 % en el salario de los congresistas colombianos. Rápidamente las críticas se viralizaron en redes sociales y sentí la necesidad de hablar sobre el salario mínimo y sus incrementos desde mi experiencia, posiblemente la misma que muchos tienen que afrontar diariamente.

Sandra, mi mamá, es una de esas mujeres fuertes, emprendedoras, trabajadoras, luchadoras y demás adjetivos que caracterizan a una mujer que ha salido adelante por su propia cuenta. Después de muchos años trabajando como empleada doméstica, y ganando algo parecido a un salario -si es que puede utilizarse el verbo “ganar” y el sustantivo “salario”-, apenas este año conoció lo que significa ganar el dichoso “salario mínimo”.

Sí antes la situación era precaria porque apenas alcanzaba para pagar los servicios de nuestra casa, no sabíamos lo que iba a pasar después de que pudo subir un poco sus ingresos. Sentir lo que realmente significa un salario mínimo y la garantía de las prestaciones sociales era algo nuevo para todos. Esta mujer, con 7 meses de embarazo lavaba baños, barría, trapeaba y sacudía; no voy a mencionar cuánto recibía por hacer esto, por prudencia, pero no era para nada lo que merecía.

Llegar a este punto no significa que ahora Sandra trabaja menos y recibe más, mi mamá no es congresista. Con los años de arduo trabajo y todo el tiempo que ha pasado, una que otra consecuencia negativa de su esfuerzo ha salido a flote, pero ella sigue en pie.

Imagen cortesía de: diariodelhuila.com

Imagen cortesía de: diariodelhuila.com

¿Qué pretendo hacer entonces contándoles esta historia? Créanme que no es causar lástima lo que me ha llevado a escribir todo lo anterior. En realidad, me encuentro muy molesta, un poco decepcionada y puede agregarse ese sentimiento de tristeza al ver cómo luego de tantos años, mi madre ha subido un pequeño escalafón por su arduo trabajo pero los congresistas se mantienen en lo alto y siguen escalando más y más con respecto a lo que ganan: nada más y nada menos que por llegar, sentarse, jugar un poco de Preguntados y Farm Ville, subir los pies en los escritorios y echarse una dormidita de vez en cuando ocho horas al día.

Mi inconformismo va más allá de la profesión que por cosas de la vida le tocó a mi madre. Mi inconformismo se basa en la incoherente gobernabilidad que nos rige, en la que una “senadora” que al intentar argumentar una posición, lanza mediocridades a diestra y siniestra, y ni hablar de la falta de signos de puntuación y tildes haciéndonos preguntar ¿cómo llegó esa mujer ahí? Y no hacen falta nombres, el personaje al que me refiero no necesita presentación: es una paloma.

Son 270 congresistas de los que sólo dos o tres se salvan de las acusaciones de ocio y ausentismo que se les atribuyen.

Casi 30 millones mensuales, ¡30 millones de pesos! Es triste señores, es muy triste que personas como Sandra no lleguen a ganar eso ni con tres años de trabajo. Así como ella, muchos hombres y mujeres en Colombia lastimosamente no alcanzarán nunca un salario como ese en un mes, pero siguen con la frente en alto, quemándose las pestañas porque hay que trabajar, trabajar y trabajar, no dormir, dormir y dormir.

A lo que quiero llegar con esta analogía un poco dispareja, es a lo mucho que cuesta creer que un salario tan irrespetuosamente disparado sea el que ganen no uno ni dos, sino 270 personajes, de los que la mayoría, que no hacen más que negar o evadir comentarios que sus propios compañeros de escritorios sacan a relucir, que de las ocho horas laborales que tienen al día, muchos no cumplan ni con dos, y que hayan reemplazado la cama y la almohada por sus muy costosas sillas de trabajo.

Tampoco puede pasarse por alto que hay personas mejor capacitadas para ocupar ese anhelado cargo de congresista, y que quienes han corrido con las malas jugadas y decisiones que han tomado en la vida, como la ya mencionada Sandra, ahí están, sudando la gota gorda para ganar un mínimo.

Publicada el: 17 Jul de 2016

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Dara Escobar Zárate
Estudiante de Relaciones Internacionales en la Universidad del Norte, cartagenera y con los pies en la tierra. Desarrollando un pensamiento crítico y plasmándolo en un escrito se hace más llevadera la vida.