Parece un chiste cínico decir que un menor de edad es violado por un sacerdote debido al descuido de sus padres y no a los impulsos carnales de un hombre con sotana que se esconde tras la imagen de protector y enviado de dios en la tierra para ganarse la confianza de familias y comunidades enteras.
Parece un chiste pero es una realidad. Según Walter Collazos, abogado defensor de la Arquidiócesis de Cali, el cura William Mazo abusó de 4 niños a causa del descuido de sus padres. Y los familiares, unos oportunistas, están posando de víctimas.
Todo esto, porque después de que el sacerdote fuera encontrado culpable y condenado a 33 años de prisión, los familiares reclamaron indemnización a la Arquidiócesis por los daños causados, y ésta, además de limpiarse con los familiares, respondió: “debe declararse la inexistencia de un daño personal, cierto, directo e injusto que dé lugar a la indemnización reclamada”.
Entonces por partes. ¿Que un adulto en pleno uso de sus facultades viole a 4 niños no es directo ni injusto? ¿Cuál hubiera sido una cifra más significativa para la empresa de la fe católica de modo que accedieran a indemnizar a estas y otras familias? ¿4.500 niños abusados, como la cifra revelada en Australia?
Y comparo con otro país porque quién sabe cuántos de miles de víctimas hay realmente en Colombia, donde la fe aún pone y quita políticos y leyes a pesar de habernos declarado laicos hace ya veintiséis años.
Es preocupante ver cómo para gran parte de la sociedad estas noticias y denuncias son un simple paisaje, una realidad de otras personas; y siguen asisitiendo a misa normal, porque sino se van al infierno, y siguen dejando ir a sus niños, solos, a servirle a los sacerdotes; siguen enseñándoles que hay que respetarlos como santos y hacerles caso, porque este curita del barrio con esa cara de samaritano qué daño le va a hacer a nadie.
Seguramente muchos recordarán la película Spotlight que narra las investigaciones de un grupo de periodistas de The Boston Globe para revelar las violaciones a menores de edad por parte de sacerdotes católicos y el encubrimiento sistemático por parte de la Iglesia. Pues bien, al final de la misma aparecen todos los otros país alrededor del mundo donde se habían dado investigaciones al respecto debido al alto número de casos.
Colombia obviamente aparece en esa lista, pero si uno se pregunta, previo y cercano a la fecha de lanzamiento de la película, en realidad aquí no pasó nada, no se ha sabido de esa red de curas violadores que la iglesia sigue rotando de parroquia en parroquia y tampoco han caído por docenas a la cárcel a pagar por estos crímenes. Y antes de preguntarme por qué, escuché las campanas llamando a la primera eucaristía del día y recordé que la gente necesita vivir de su fe y que la iglesia ha sabido montar tan bien su negocio que ni siquiera esas quejas empañan tan prestante entidad.
A diario se sufren y se sufrirán violaciones de sacerdotes a niños y niñas alrededor del mundo mientras sigamos haciendo la vista gorda y permitiendo que la justicia y la propia entidad lo hagan también. Y así desde la cabeza de la Iglesia Católica se haya pasado de negar estos hechos a pedir perdón por ellos, queda un sabor muy agrio de saber que en nuestros barrios, cerca a nuestros niños, acechan cientos de curas pederastas, encubiertos por una iglesia que dice venir a salvarlos. ¿Quiénes son? Seguramente no todos, pero como bien dice el dicho, el que peca y reza empata. Otro invento de la religión católica.
Excelente articulo.