Hay un libro excelente que nos invita a reflexionar sobre los medios de comunicación, el capitalismo, la financiación participativa y la democracia. En este libro Julia Cagé hace una investigación exhaustiva sobre varias cuestiones relativas al periodismo. Entre otras cosas, allí menciona la responsabilidad que tiene la ciudadanía en sus manos para cambiar algo que le compete directamente y que además protege la democracia y la calidad de vida de los ciudadanos. Esto es: la financiación de los medios de comunicación; su independencia y valía dependen de este factor.
La presentación del libro está a cargo de uno de los intelectuales franceses más reconocidos de los últimos tiempos y arranca con una pregunta sencilla, pero asaz importante: ¿puede aprovecharse la revolución digital para refundar los medios de comunicación y la democracia sobre nuevas bases?
La pregunta es muy compleja desde donde se la mire. Sin embargo, sobre eso nos corresponde debatir, investigar y aprender si queremos que los medios hagan un trabajo serio e independiente de las maquinarias políticas y económicas en las que están inmersos la mayoría de las veces.
Los grandes medios de comunicación hoy por hoy están en manos de grandes fortunas en todo el mundo y Colombia no está por fuera de esa tendencia.
Como lo cuenta Pikety en la presentación del libro, TF1 pertenece al grupo Bouygues, y Le Figaro a la familia Dassault. Le Échos, es desde 2007 propiedad de la mayor fortuna de Francia, Bernard Arnault (LVMH) y Le Monde fue adquirido por el trío Bergé-Niel-Pigasse, mientras que Libération por el dúo Ledoux-Drahi.
En Colombia sabemos que la Casa Editorial El Tiempo es del hombre más rico del país, y también uno de los más ricos del mundo: Luis Carlos Sarmiento Ángulo; la Revista Semana recientemente fue comprada por Jaime Gilinski, dueño de otras de las fortunas del país; el otro gran diario colombiano es de propiedad del grupo empresarial Santo Domingo desde 1997; finalmente el canal RCN es del otro gran magnate del país, Carlos Ardila Lûlle.
El problema, afirma Julia Cagé, es que ello conduce a una concentración del poder en pocas manos, que no siempre son las más competentes ni están particularmente desinteresadas. Las soluciones para “salvar lo medios”, según Cagé, pueden estar a la mitad de camino entre el non-profit y la participaciçon por acciones.
La cuestión tiene una importancia enorme, pues la información aunque es un bien público no puede ser realizada por el Estado, sino que está en manos de los privados. Pero la pregunta clave es qué clase de privados, porque es muy distinto que los medios estén en manos de grandes fortunas a que estén en las manos de la ciudadanía, por ejemplo, o de los trabajadores como sucede en algunos diarios alrededor del planeta.
El crowdfunding se ha convertido en una solución viable para muchos diarios y ese camino debería tomar el periodismo independiente. Sin embargo, también es un camino que presupone muchos obstáculos, pues convencer a una masa crítica para que financie tu proyecto no es un asunto de poca monta.
Empezar un proyecto sin capital o con un capital exiguo puede ser una tarea quijotesca y desalentadora. La cuestión está, por ello, en llevar a la sociedad hacia un debate público que abra conciencia de la importancia y necesariedad de un periodismo independiente que no se coopte por parte del capital y entienda que la democracia necesita de aquellos que realicen la tarea de mostrar la información de manera tal que cargue la balanza y puedan ser no imparciales y objetivos, sino independientes. Que puedan tomar decisiones editoriales sin el temor de que el dueño de la billetera abultada los despida.
Hay un bastión que ha ganado terreno en este sentido de la independencia, pero de eso mismo se ha dado cuenta paralelamente el dueño del capital. Encontramos en Colombia medios como La Silla Vacía haciendo content marketing porque hay que generar ganancias.
Es por esto que vemos a personajes que se ganaron un espacio de opinión como Wally, defendiendo a empresas dedicadas a la producción de alcohol. Terminan cediendo su independencia por la necesidad del dinero.
El periodismo independiente debe ganar terreno y soportar los embates, sabiendo que los recursos económicos son exiguos, pero que aún así se puede trabajar y hacerle saber a la ciudadanía que el trabajo y la defensa de la democracia es de todos y que para eso debemos aportar.
Porque es imprescindible tener una información de calidad, con investigadores duros escarbando y haciendo veeduría social no solo en lo político, económico, legislativo y judicial, sino en todos los campos de la vida, como son también la educación, la salud y la ciencia.
El debate hay que generarlo, llevarlo al ágora y construir sociedad, entre todos. Sabemos que hay periodistas, medios y personas que lo están haciendo. Ejemplo de ello son: Javier Agudelo y su podcast Poslaverdá, Martha Elena Rangel, Ian Sneider y La Oreja Roja, Cuestión Pública, El Shabbat, La Nueva Prensa, La Línea del Medio entre otros tantos que se me escapan.
La tarea está en aprender en diferentes campos y crear redes de apoyo para no sucumbir en lo arduo del trabajo. Ojalá podamos crecer y crear el espacio de debate donde la sociedad colombiana entienda que hay una necesidad de desmarcarse de los grandes medios que están en manos de los grandes capitales, para así también poder desarrollarnos como cultura y sociedad.
Ese es el camino que se está trazando por parte del periodismo independiente alrededor del mundo y, de una u otra manera, ha logrado financiarse con ayuda de los ciudadanos y retribuir con su trabajo, mostrar y manejar la información para que la sociedad pueda ejercer control social.