Columnista:
Campo Ricardo Burgos López
Como se suele señalar en los libros de historia de Colombia, el Movimiento Comunero, la Rebelión de los Comuneros o la Revolución de los Comuneros es un episodio acaecido en 1781. En ese entonces, la Corona Española determinó cargar impuestos de modo excesivo sobre la población y el resultado fue un levantamiento popular cuyo epicentro más conocido fue Santander, pero que los historiadores han documentado que alcanzó otros lugares de Colombia como Nariño, Cauca, los Llanos o la Costa Caribe. El hecho fue que ese levantamiento santandereano compuesto por campesinos, indígenas, gentes de color, labriegos, mineros, artesanos y arrieros, se encaminó hasta Santa Fe de Bogotá exigiendo la supresión de impuestos, además de libertad de la opresión española, y que el Virrey y la Real Audiencia de entonces, asustados se las ingeniaron para conferenciar con los dirigentes de la turba de miles de personas antes de que llegaran a la capital.
En Zipaquirá se firmó un acuerdo según el cual los tributos se suprimirían y se obtenían ciertas reformas políticas; y de este modo, la revuelta quedó desactivada. Sabemos también, que una vez el caos cesó, el Virrey y la Real Audiencia traicionaron a los comuneros, echaron para atrás los acuerdos y asesinaron a muchos de ellos.
Ahora, si cambiamos lo que hay que cambiar, un drama es del siglo XVIII y otro del siglo XXI, ¿no es terriblemente semejante esa historia de tres siglos atrás a lo que ocurre hoy en día? El paro nacional (genuinamente popular como fue genuinamente popular el Movimiento Comunero), se inicia exactamente por el mismo motivo de la revuelta dieciochesca: una reforma tributaria despiadada justo cuando la gente apenas si sobrevive a causa de la conjunción de la pandemia y la mala administración del Gobierno. Igual que los comuneros (pero en mayor cantidad), miles y millones de personas marchan inicialmente contra la reforma tributaria, pero lo hacen también porque sienten la necesidad de protestar contra la opresión del statu quo (igual que los marchantes del siglo XVIII).
Los manifestantes de hoy han logrado asustar a los dueños del poder, y por eso se han derogado algunas medidas, se han iniciado negociaciones y en ese punto vamos. Mi pregunta es: ¿acabará el paro nacional como acabó el Movimiento Comunero? ¿Nuestros nuevos comuneros (los estudiantes, trabajadores y pueblo en general) otra vez serán aplacados con acuerdos que solo se quedarán en el papel y que no irán más allá? Duque, Uribe, el Centro Democrático, el Gobierno, la ultraderecha y ciertos narcoparamilitares que hoy hacen las veces de la Corona Española, el Virrey y la Real Audiencia de aquel entonces, ¿también tienen la intención de engañar a los comuneros de hoy y hacerles conejo?
A mí los paralelismos de estos dos episodios de la historia colombiana me inquietan mucho. De todos modos, quisiera recordar algo más. La primera es que la Revolución Comunera de 1781 fue el abrebocas para lo que sería después la Independencia de Colombia a comienzos del siglo XIX, los comuneros fueron los precursores de los libertadores. ¿Estos jóvenes que hoy marchan son los precursores de unos libertadores que ya se presienten respecto de esta sociedad inicua que habitamos? ¿Estos jóvenes que hoy marchan anuncian que en los años por venir también aparecerá una nueva generación de libertadores? Hoy se sabe que los comuneros fracasaron en su empeño, pero que ellos fueron la cuota inicial para la Independencia de Colombia que vendría después. Incluso, si a estos jóvenes marchantes de hoy les acaban haciendo conejo y fracasan, creo que su esfuerzo no ha sido en vano.
No recuerdo con exactitud quién dijo que en «la historia hay fracasos que valen por mil victorias», y por ello creo, que inclusive si los nuevos virreyes de hoy traicionan a nuestros nuevos comuneros de tapabocas, jeans y tenis, lo que ellos han hecho es más valioso que muchos pretendidos triunfos con que hoy nos bombardean el establecimiento y sus medios de comunicación.
Fuente:
https://www.banrepcultural.org/biblioteca-virtual/credencial-historia/numero-240/revolucion-de-los-comuneros