Parece ser que el señor Santos fue deportista en su juventud y jugó fútbol, tal vez con mejor fortuna que la que lo acompaña en su desempeño como Presidente de la República, ejercicio en el cual ha resultado un experto, pero en la ingrata labor de meter la pelota en su propio arco.
En efecto, desde hace tiempo el señor Santos no da una. Primero, cuando regentaba la cartera de la Defensa Nacional nombró como su segundo al mando a un personaje oscuro como Juan Carlos Pinzón, cuadro clandestino del uribismo incrustado en las filas del santismo; a quien paradójicamente, años más tarde, hizo ministro titular de esa cartera donde se especializó en sabotear con sus declaraciones fuera de tono las conversaciones que condujeron, muy a su pesar, a la firma de los acuerdos de La Habana y del Teatro Colón; al final lo tuvo que nombrar en una embajada de primer orden para alejarlo del país y evitar que le siguiera enmendando la plana de su programa bandera de gobierno.
No obstante, ahora se apresta a prohijar su candidatura presidencial, en la errada creencia de que este sujeto es el indicado para continuar la labor pacificadora que le hizo merecedor del premio Nobel. Autogol legítimo, porque, a no dudarlo, tan pronto Pinzón sienta aire en las alas y pueda volar por sí mismo, sacará a flote su latente condición uribista y retribuirá los favores recibidos con la misma moneda con la que el actual presidente pagó a su antecesor los suyos.
Otro claro autogol que se anotó el presidente fue la exaltación a todos los honores de un político avezado, autoritario, y camorrero; ingrato por más señas, muy amigo de hacer componendas con el conservatismo, como el delfín Vargas Lleras a quien entregó, junto con la vicepresidencia, las llaves de los contratos multimillonarios del programa de construcción de viviendas populares, lo que le ha servido como verdadera plataforma de lanzamiento de su candidatura.
Como señala el profesor Joseph Valles, una de las formas de legitimidad es la eficiencia o rendimiento, que consiste en hacerse reconocer como legítimo por los ciudadanos a partir de la ejecución de obras que materialicen las promesas electorales. Pero pese a ser el gobierno de Santos, Vargas Lleras capitalizó para sí todo el crédito, en tanto Ministro de Vivienda y Vicepresidente de la República, y aún cosecha las expresiones de gratitud de los sectores beneficiados, lo cual se verá traducido en votos el día de la elección presidencial de 2018.
También han sido goles anotados en el propio arco los manejos incuriosos que le ha brindado el mandatario a los conflictos sociales del Puerto de Buenaventura y del doliente departamento del Chocó, tierra olvidada y maltratada por todas las administraciones.
Al Presidente Santos le ha faltado grandeza, asesoría y tino en el tratamiento de los problemas que aquejan a esos territorios de la patria, los cuales revisten urgencia, generosidad y sindéresis.
Por otra parte, el gobierno de su antecesor, con el propósito de cortejar a los capitalistas y empresarios de este país y en un gesto de clara estirpe clasista, despojó a los trabajadores de una conquista que data de los tiempos de la República Liberal relacionada con el pago de horas extras a partir de las 6:00 pm, justificando tal acción con el argumento de que ello serviría para incrementar el empleo. Evidentemente no fue así, pues el desempleo no solo no se redujo, sino que siguió creciendo y la medida solo redundó en desmedro de la capacidad adquisitiva de los trabajadores.
Santos, en medio del carnaval de promesas electorales que lo llevó a su segundo mandato, aseguró que esa iniquidad sería corregida y la noche volvería a comenzar al caer el sol. Flaca memoria la del gobernante futbolista, pues acaba de anotarse un nuevo autogol al oponerse al proyecto.
Informa el periódico cartagenero El Universal:
“‘En este momento ese proyecto no es oportuno porque la economía del país está pasando por un momento de transición. Las circunstancias actuales en materia económica cambian. Ese efecto significaría la pérdida de cerca de 70 mil empleos, por eso nos abstuvimos de dar una opinión favorable’, dijo el ministro Mauricio Cárdenas al pedir el archivo de la iniciativa”
Da la impresión de que quien manda es el Ministro Cárdenas y no el Presidente. Y parece también como si la experiencia de todos estos años, desde la puesta en obra de la medida por el gobierno anterior hasta hoy, no hubiera servido para mostrar que ella no solo no es útil para generar empleo, sino que, por el contrario, es nociva para la economía en tanto contribuye a contraer la demanda.
Y, por contera, el más reciente autogol del señor Santos, emparentado con el anterior, tiene que ver con el inverosímil enfrentamiento con los educadores así como su renuencia a aprobar el alza de salarios de los trabajadores estatales.
Al parecer no ha sido suficiente que la Corte Constitucional en sentencias como la T-102 de 1995, la T-710 de 1999, la SU-995 de 1999, la C-1433 de 2000, la C-1064 de 2001, y la C-931 de 2004, entre otras, de manera reiterada, haya establecido que el derecho al incremento de la remuneración laboral se deriva directamente de la Constitución y constituye una garantía dirigida a mantener el poder adquisitivo del salario “para que la igualdad sea real y efectiva, por cuanto tales medidas, acorde con el preámbulo de la Carta, tienen que ver con promover y garantizar la prosperidad y el bienestar general y el mejoramiento de la calidad de vida de las personas.”
Frente a todo este panorama, uno se pregunta ¿cómo pretende un gobierno, enfrentado a una feroz oposición cínica y mendaz, lograr el reconocimiento y el respaldo de la población a sus propósitos sociales y pacificadores, si al mismo tiempo está dando, como diría el fabulista Samaniego, “coces contra el aguijón”?
Me parece una columna que está esencialmente basada en en la inmediatez. Según puedo ver, el reconocimiento a lo que haya podido lograr el gobierno de Santos, vendrá con el tiempo. El agua está demasiado revuelta como para tener claridad de panorama. Las afirmaciones que hace respecto de Pinzón y Vargas, los cuales es innegable tienen una tendencia más de derecha, no los ubica al lado del Señor Uribe. En este país, según lo poco que puedo ver, si es necesario que quien tome las riendas luego de Santos, sea una persona con los pantalones bien puestos no solo para sacar adelante lo logrado en materia de Paz, sino también, para no permitir que se desmadren quienes ingresan a la vida civil y, ahí si, acercarnos al prototipo de gobiernos vecinos….