Los animales no necesitan ser personas

Opina - Ambiente

2016-04-30

Los animales no necesitan ser personas

Un falso dilema siempre está hecho de un supuesto choque entre proposiciones que, en últimas, nunca es tal. Por ejemplo, muchos plantean la relación entre desarrollo y sostenibilidad ecológica como proyectos irreconciliables. Falso dilema. El procurador Ordoñez ha vuelto a mentir al país apelando a falsos dilemas.

animales

Cortesía Marji Beach en Flickr

Cuando el procurador no está diciendo que la adopción de niños y niñas por parte de parejas del mismo sexo perjudica la formación del infante (falso dilema), entonces está diciendo que “la paz no lo justifica todo”, como ha titulado su más reciente libro, haciendo alusión a la justicia transicional y la reinserción de excombatientes a la vida civil. También hablando de la paz nos miente con sus falsos dilemas. Afortunadamente, día a día somos más los que descubrimos que sus pretendidos dilemas no son más que una trinchera retórica para oponerse a todo lo que huela a modernidad social y cultural.

Ahora, haciendo gala de un hipócrita y amañado apego al derecho, Ordóñez ha alzado su voz —siempre ambientada con cantos gregorianos— contra la posibilidad de darle a los animales un estatus jurídico algo más digno que el de cosas como una cruz de madera o una pintura de la virgen.

Aunque el respeto a estas últimas si que merecería ser elevado a nivel constitucional si de don Alejandro dependiera, en contravía de esa Constitución del 91 que, para él, no es más que un libro apologético de la pluralidad y el laicismo del Estado, males de los que nos cuidaba el manifiesto católico de 1886 que la nobleza conservadora logró instaurar como nuestra carta política por más de 100 años.

La iniciativa que intenta hacer de los animales titulares de derechos no es un capricho de las hordas progresistas que Ordóñez pretende combatir con el favor de Dios pues, más bien, es el resultado de la completa indefensión en la que se encuentran los animales frente a la crueldad con que actúan sus maltratadores, desde los envenenamientos masivos hasta la intocable tauromaquia que consuela al procurador para no pensar que las buenas maneras del período borbónico han abandonado súbitamente nuestro país.

Al concepto negativo que emitió el ministerio público contra esta iniciativa (13 páginas), como a toda declaración de esta institución desde que Ordoñez la lidera, le queda grande el sello institucional de la Procuraduría y, más bien, le han faltado la heráldica eclesiástica y el escudo de armas de los ejércitos templarios del siglo X. En la página nueve el concepto del procurador reza que “la dignidad humana es el eje central del Estado Social y Democrático de Derecho”, aunque le regalo eso de “democrático”.

Si para Ordóñez el aparataje estatal debe trabajar siempre en función de la dignidad humana –heterosexual, aria y católica–, entonces debería ser aún más claro y afirmar que los no-humanos en Colombia deben estar condenados al apartheid en nombre de la sociedad, el derecho y la democracia. Así como le encantaría ver también a los negros, los ateos y los homosexuales.

Ese (mon)señor, además, sale muy campante a darle lecciones a los magistrados de la Corte Constitucional con profunda “claridad” biológica y filosófica: “Los animales no son personas”, dijo, sugiriendo que la esfera del derecho le pertenece a los humanos y nada más que humanos, por designio de alguna perogrullada no precisamente constitucional. El falso dilema allí está en plantear que si algo es titular de derechos está siendo peligrosamente igualado –en términos jurídicos– a una persona. Tal vez a lo que le teme don Alejandro es a que Noé no hubiese podido hacer lo que le diera la gana con los animales que llevaba en su arca.

Entonces, definitivamente no es un debate jurídico y la afirmación “los animales no son personas” lo demuestra. Él quisiera decir “los homosexuales no son personas” o “las mujeres no son personas” pero sabe que eso hoy en día sólo se lo aplauden en el confesionario. Con lo que no cuenta Ordóñez es que los no-humanos ya hacen parte del universo moral, y la sociedad colombiana va –día a día– constituyéndose como defensora de aquellos que él propone como indefendibles porque no son personas. Tendríamos que cambiarle la ecuación al procurador y los laureanistas que le siguen. En contra de aquel “los animales no son personas” deberíamos contarles, con la ciencia como argumento, que “las personas somos animales” pero sería muy cruel dañarles su performance medieval. Amén.

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Mateo Córdoba Cárdenas
Estudiante de Sociología, Universidad Nacional de Colombia. Miembro de Congreso de los Pueblos y Plataforma ALTO.