Este domingo 31 de marzo la revista Semana salió con un informe especial sobre la supuesta infiltración de espías rusos en territorio colombiano. Fue el tema más importante de su edición número 1926 porque escaló hasta la portada. Creo que ese informe es un nuevo brote de esta perversa epidemia que viene afectando a grandes y pequeñas empresas de la información: las fake news o noticias falsas.
Son varios los motivos que me hacen dudar de la veracidad de la información por medio de la cual Semana intenta convencernos de que los rusos están entre nosotros. Uno de ellos es la falta de fuentes imparciales. Sus únicas fuentes son los organismos de inteligencia colombianos, que están subordinados a un gobierno que se empeña en meternos miedo con respecto a Venezuela. De hecho, con ese miedo como arma política fue que Uribe y el Centro Democrático lograron meterse al bolsillo la presidencia de Colombia.
El informe retoma la noticia del arribo de dos aviones rusos al aeropuerto de Maiquetía, cerca de Caracas, con 95 militares y 35 toneladas de equipos (aunque sería interesante precisar de dónde obtuvieron esos datos exactos), para señalar lo que Semana considera más grave aún:
“Se trata del incremento de la actividad de espionaje a cargo de agentes rusos en territorio colombiano. Ataques cibernéticos, compra de información reservada y recolección de datos estratégicos de la seguridad nacional son algunas de las actividades que desarrollan, junto con sus aliados, un nutrido grupo de agentes encubiertos de Nicolás Maduro”.
Sin embargo, la revista no presenta ninguna prueba para semejante afirmación, solo pasa a hacer un recuento de las recientes tensiones entre Rusia y Estados Unidos por sus posiciones contrarias respecto a la crisis política y social que vive el país americano.
En el mismo artículo, Semana además afirma lo siguiente:
“Aunque oficialmente no se conocen los detalles de la misión del centenar de militares rusos, comandados por un general, el periódico español ABC, citando diferentes fuentes, afirmó que parte de su objetivo consiste en instalar un escudo antiaéreo en una de las bases más estratégicas del vecino país conocida como El Sombrero, ubicada en el estado Guárico, centro de Venezuela.
Se trataría de un sofisticado sistema que cuenta con lanzadores de misiles, sistema de radar, y un centro de comando automatizado para repeler ataques aéreos y de misiles balísticos y de crucero. Dentro del numeroso grupo también hay especialistas en ataques cibernéticos”.
Aquí cabe preguntarse: ¿por qué no se conocen oficialmente los detalles de la misión del “centenar” de militares rusos que llegaron a Venezuela? En Colombia existe una Embajada de la Federación Rusa, con sede en Bogotá, Carrera 4 No. 75-02. ¿Los periodistas de Semana consultaron esa fuente de información?
Si en el informe no aparece esa fuente, posiblemente no fue consultada, y en ese caso se pudo cometer un error gravísimo en cuanto a la imparcialidad y equilibrio de la información, ya que no puedes publicar un artículo noticioso señalando a una parte sin contar con la opinión de ésta, o por lo menos consultarla. El asunto es grave tratándose de un actor importante de la política internacional, como lo es Rusia.
Pero volvamos al informe potencialmente fake news de la revista Semana, en donde también se afirma que en territorio nacional hay “cerca de 20 agentes rusos del Servicio Federal de Seguridad (FSB), el Servicio de Inteligencia Exterior (SVR) y la Dirección de Inteligencia Militar (GRU)”. ¿Cómo hicieron para contarlos?
En este punto solo citan a un oficial de la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI), pero anónimo en todo caso, que dice, palabras más, palabas menos, que Colombia siempre ha tenido una relación cordial con los rusos, pero no con “la misma confianza que con los norteamericanos o europeos”. Y luego afirma que desde hacía más de un año “empezamos a notar que lentamente fueron incrementando su presencia en Colombia”. Ni el supuesto oficial ni la revista aportan pruebas para argumentar lo anteriormente dicho.
A continuación Semana describe cómo son esos espías rusos:
“La mayoría de estos agentes secretos son hombres callados y muy discretos, capaces de infiltrar sin mayor sospecha altos círculos diplomáticos, gubernamentales, militares o empresariales. Mimetizados en perfiles de diplomáticos de segundo nivel, estudiantes de intercambio, empresarios, turistas y trabajadores de una multinacional, la gran mayoría difícilmente utilizaría un arma para conseguir sus objetivos”.
A este punto, todavía no aparece alguna prueba puntual de algún espía ruso con nombres y apellidos (aunque sean falsos) que haya sido detenido en Colombia por espionaje.
Ah, pero eso sí, según la revista, “más allá del incremento en el número de agentes rusos, ha llamado la atención también el perfil de algunos de ellos. Se trata de hombres que se han movido en las grandes ligas del espionaje internacional”. ¡Plop!
Es como si estuviéramos hablando de la brujas. Parece que la revista Semana se hiciera de un refrán tipo: “yo no he visto a las brujas, pero de que las hay, las hay”.
Los datos reales y comprobables que sí presenta Semana, aluden a la captura de algunos agentes venezolanos que supuestamente espiaban a favor del gobierno de Maduro, y de un cubano que fue capturado cerca de la base de la Fuerza Aérea de Paloquemao. Pero ¿y los rusos? No digo que la revista no tenga información que pueda hacer verdaderamente creíble el informe, pero requiere publicar más pruebas. También requiere de mayor imparcialidad. No es suficiente con el título asustadizo de “llegaron los rusos” para que todos traguemos entero.
Se supone que no debemos confiar en ellos, los rusos, ¿pero sí debemos confiar en las agencias de comunicación colombianas que están al servicio de un gobierno colombiano que logró elegirse con una política de guerra?