Lo único que le importó a Patti Smith

Hace 71 años nació en Estados Unidos una devoradora de libros que ha podido ser todo lo que quiso: libertaria, artista y poeta.

 

Narra - Cultura

2018-01-02

Lo único que le importó a Patti Smith

Después de pasar meses durmiendo a la sombra de las bancas callejeras de Nueva York, en el metro, y en cualquier lugar donde se le apareciera la noche, el día en que a Patti Smith no le dieron el pago por su trabajo como cajera en la desaparecida librería Bretano’s se encerró en el ropero a llorar. Le retuvieron su sueldo por ser la primera semana. Venía comiendo galletas que compraba con las monedas que sacaba de las chaquetas de sus compañeros y su colchón era el abrigo que nunca se quitó en ese verano del 67. En medio de su frustración, encontró alivió para salir del armario, secarse las lágrimas y seguir trabajando: «Soy libre», se dijo. Esa consigna, y las Iluminaciones del triste Rimbaud, le dieron la fuerza para abandonar, con 17 años, la casa de sus padres en Chicago.

El dinero en su casa fue poco. Su padre era jornalero y su madre una católica entregada que cantaba jazz. Pero la lectura nunca faltó, y ese fue el refugio de su alma solitaria, de una niña delgada que enfermaba mucho. Uno de los regalos más importante que le dio su madre, para obsesionarla con el arte, fue La fabulosa vida de Diego Rivera, un libro que la acompañó en sus ilusiones y que, décadas después, la llevó a recibir una carta de la directora de Casa Azul, donde vivieron Diego y Frida, para invitarla a hablar de ellos, de sus agridulces penas y sus pinturas.

Cuando Patti pisó Nueva York fue a buscar algunos conocidos de su escuela que perseguían el sueño de estudiar arte. Su primera decepción fue su gran fortuna. Tocó a la puerta de la dirección que tenía anotada y unos rizos rubios que brillaban, de un «alguien» acostado en la cama donde debía estar su amigo, le cambiaron la vida para siempre. Se trataba de Robert Mapplethorpe, un exmonaguillo de espíritu fugado, a quien los azares de la ciudad despierta se empecinó en unir con Patti tres veces, las suficientes para que se quedaran juntos hasta que pudieran separarse.

Funcionaban en engranaje: llenaban su estómago hambriento conversando sobre la poesía de Patti, las joyas que hacía Robert y su próxima serie fotográfica. Patti fue su primera modelo. Antes de que el VIH que contrajo Robert en su abierta homosexualidad se lo llevara, fue él quien impulsó a Patti para que leyera sus versos en un auditorio que se fascinó con sus palabras, a que sus letras no se quedaran en su cuaderno, a que dejara que su gusto por Bob Dylan, a quien amó desde los 15, antes de conocerse como amigos en la revolución de los 70, la obligara a nunca olvidarse del rock and roll.

El hotel Chelsea, el refugio bohemio donde vivió con Robert, entre sus decenas de dormitorios itinerantes, la acercó a William Borroughs y Allen Ginsberg, la generación que fue su universidad, y en una de esas habitaciones también consoló los sollozos de desamor de Janis Joplin, y le escribió una canción. En el pasillo del estudio que tuvo Jimi Hendrix, antes de que perdiera su vida, Patti se sentó a escucharle al genio de la guitarra el sueño que tenía de crear un lenguaje universal. El café Max’s, frecuentado por cultos difíciles, lo compartió con el músico y dramaturgo Sam Shepard, quien también fue su pareja, y con quien escribió Cowboy Mouth, una obra de teatro que protagonizaron.

Con la suerte de sus ídolos, en el 73, en el ensordecedor club de punk CBGB, donde también fueron grandes Talking Heads, Ramones y The Clash, la banda de Patti Smith dio allí uno de los mejores conciertos que presenció Nueva York. Allí nacería la musa del punk. En el 1979, el año en el que grabó Wave, su tercer disco, abandonó la ciudad junto al músico Frederick Dewey Smith, el padre de sus dos hijos, a quien también vio morir. Como recolectora de objetos importantes, todavía se acompaña de un tarot, un mechón de Robert y parte de sus cenizas para no olvidar lo que hizo brillar su rostro melancólico: su suerte mística y un mundo de arte al que llegó con su primer amor.

 

( 1 ) Comentario

  1. «Antes de que el VIH que contrajo Robert en su abierta homosexualidad se lo llevara» quiere decir que contrajo el VIH por ser homosexual? O por ser homosexual abiertamente? Esto tiene un sesgo de discriminación tenaz! Quién dijo que el VIH se contrae por ser homosexual? La periodista es joven e inexperta, pero tendría que investigar un poco más antes de hacer una afirmación tan ligera que le resta seriedad a su nota, por lo demás entretenida y pintoresca.

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Ema Alice
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