Lo que viene para la izquierda

Hay que intensificar y profundizar este debate ideológico al interior del campo democrático y de la izquierda en aras a tener claro qué tenemos, con qué contamos, cómo dar el paso hacia el poder político presidencial.

Opina - Política

2018-03-18

Lo que viene para la izquierda

A propósito de los resultados de las elecciones al Senado y Cámara del 11 de marzo, se viene dando una discusión amplia con muchas aristas y conclusiones que se antoja provocadora, no para mirar desde la barrera sin para participar de ella. Uno de estos debates tiene que ver con quién será el candidato idóneo y adecuado para el momento que atravesamos y ante la posibilidad de ganar la presidencia.

Unos argumentan que no es Petro, porque sería la extrema izquierda, la polarización y el odio de clases, otros sostenemos en cambio que sí es el candidato, y que calificarlo de extremo izquierdista que genera odio es un falso dilema. Es lo que trato de demostrar en este artículo. Que es el candidato para enfrentar desde un bloque de poder alternativo, al bloque de derecha que encabezan Duque (Uribe) – Vargas Lleras.

Uno de esos argumentos, lo expresó hace unos días Adrián Vasquez Quintero claramente este fragmento de la red social Facebook:

«En 2014, el Partido Verde sacó 564.000 votos y el Polo 541.000. En total, poco más de 1.1 millones de votos. En este momento, y con el 82% escrutado, los verdes tienen 1.075.000 votos, el Polo 605.000 y la lista Decentes 438.000. Esto es, sin haber concluido el conteo, el arco de centro izquierda ha duplicado la votación. Si esto no es una progresión ostensible, es que no sé lo que lo es. En cuanto a curules estos partidos duplicarían la cuota de 2014, y si en la anterior legislatura la cosa estuvo caliente, supongo plausiblemente que ahora habrá incluso más juego.

Lo mismo pasa en relación a la Cámara: en Bogotá en 2014 el Partido Verde obtuvo 164.000 votos y el Polo 129.000, o sean más de 290.000 votos; en estas elecciones y con el 87% escrutado, los verdes llevan 365.000 votos, el Polo 129.000 y la lista Decentes 210.000, o sea casi 700.000, más del triple de la vez anterior y más de 6 representantes (no entiendo muy esas matemáticas electorales). Claramente la progresión política del país, iniciada en el año 2010 con la ola verde, continúa su curso, y de manera relativamente acelerada. Quien no es capaz de ver esto es que no sabe leer el país.

Así que yo me siento muy contento, dentro de lo que cabe, de los resultados electorales, porque no se debe olvidar que esto es Colombia. Por último, es posible, y hasta se puede tocar con las manos, ganar la presidencia, pero hay que ver que la salida no es por el lado de Petro, eso es un hecho tan rotundo como grande es la ensoñación de mucha gente, que vale porque vale como sentimiento, pero no como realidad política pragmática.

De manera muy pragmática me inclino a considerar que una buena táctica para la primera vuelta electoral presidencial pasa, primero, porque De la Calle acepte ser candidato vicepresidencial de Fajardo (en lo que coincido con mucha gente), pero segundo, hacer un acuerdo también con MIRA. No es que me guste mucho esa formación, pero por ejemplo se han posicionado de manera clara y fuerte a favor del acuerdo de paz, y no están manchados con corrupción ni nada por el estilo (anoche estuve viendo videos de esa gente, tratando de entender un poco cómo es que piensan, aunque es bastante rara).

Me parece que ahí pueden haber al menos un millón y medio de votos, a los que podría sumarse el de muchos congresistas electos de la U (casos de Roy Barreras y Armando Beneddetti) que, temiendo por las consecuencias de una presidencia de Duque o Vargas Lleras (donde serían perseguidos por todas las que deben) podrían moverse a favor de la coalición sin que se les acepte en la misma, todo por el frío cálculo del interés personal. Todo eso, sumado a los más de 2 millones de voto combinado logrado por verdes y Polo, podría asegurar la segunda vuelta de Fajardo que, me inclino a considerar de manera enfática, es el único que puede derrotar a Duque en segunda vuelta.

¿Con qué no estoy de acuerdo?

Cuando concluye quién sería la mejor opción como candidato a la Presidencia, afirmando que es Sergio Fajardo con Humberto de la Calle como vicepresidente, basándose en cálculos electorales y alianzas con otras fuerzas, como el MIRA por ejemplo, lo cual es válido. Pero analicemos más de fondo el argumento.

El candidato que necesitamos para romper la larga tradición de gobiernos continuístas, idóneo y adecuado para un cambio, debe combinar no solo experiencia política, sino ante todo, tener claridad programática, un alto grado de carisma y además conocimientos y capacidad para convocar al sujeto del cambio. Sin duda el sujeto del cambio sigue siendo una ciudadanía consciente, lo que antes denominamos taxativamente pueblo.

Para entendernos en este debate, cuando nos referimos a Gustavo Petro no estamos hablando de un líder de izquierda, ni socialista en el sentido literal o estricto de la palabra, por el contrario estamos hablamos de un candidato que se describiría mejor que nadie desde los principios y fundamentos de la socialdemocracia o el liberalismo histórico, y creo que estamos claros a qué nos referimos.

Entonces, el argumento es que doy por descartado que estemos frente a un candidato socialista y, por el contrario, le aplica mejor la descripción de líder político de centro, demócrata, humanista y progresista. Cuando afirmo esto estoy diciendo que Petro sí reúne las condiciones, cualidades y el perfil como candidato para éste momento y para rato, ante la disyuntiva entre continuismo o cambio en la que estamos. De ser presidente damos un paso seguro hacia el cambio, de llegar otro sería el continuísmo o lo mismo con leves variaciones.

Me explico, el programa de gobierno que Petro ha presentado en intervenciones, foros y debates da cuenta de una lectura acertada sobre la historia económica y política de Colombia, y en ese sentido apunta a restablecer los principios que rigen al Estado social de derecho, que en economía serían, nada más ni nada menos que hacer una justa redistribución de la riqueza, que no se ha hecho jamás en Colombia, y sentar los pilares del estado de bienestar.

Es a eso a lo que teme el bolsillo de la clase dominante, no a otra cosa. Su propuesta es contraria al neoliberalismo, los TLCs y la privatización de la riqueza pública que ha pasado a las manos de los particulares y grandes capitalistas durante las últimas 4 décadas de gobiernos liberales, conservadores y de derecha, como el Centro Democrático, Cambio Radical y el partido de la U.; lo cual ha generado, por un lado, pobreza extrema y «normal» (25 millones?) a millones de familias; y, por el otro, la concentración de la riqueza en pocas manos.

La propuesta programática de Petro apunta a abandonar la economía fósil-rentista, algo que hoy se discute en sociedades capitalistas, sobre todo europeas, conscientes del daño y deterioro ambiental y de la tensión que existe entre modelo capitalista y la sostenibilidad del ecosistema.

¿Cuál es la debilidad de la propuesta de Petro?

Que no cuenta con el apoyo de factores reales de poder como el económico, el judicial y el militar. Tiene una amplia influencia y cuenta con una franja determinante del factor de poder «pueblo» o constituyente primario, aunque probablemente insuficiente para ganar la presidencia bajo las condiciones y el contexto actual. Contar con el apoyo amplio pero no mayoritario-electoral de la ciudadanía, no es suficiente para llevar a cabo un programa de gobierno como el que propone.

De hecho, habría que analizar con precisión y sin apasionamientos, cómo está realmente el balance de poder en el Senado y la Cámara de Representantes tras las elecciones, y constatar si es real, como afirman algunos, que se cuentan con al menos 58 congresistas de 108 a favor de un gobierno democrático para la defensa de los acuerdos, la paz y la justicia social, lo cual significaría que no hay una fuerza hegemónica en el poder legislativo (otro factor real de poder) sino una heterogeneidad tal, que demostraría la validez de la tesis de que la política no es estática, sino un flujo de fuerzas en tensión y en movimiento permanente. ¿Con qué porcentaje real del legislativo se contaría, para la propuesta de gobierno de Petro?

La gran convergencia democrática y el programa común que propone Petro

Sergio Fajardo y Humberto De la Calle, con todo respeto lo sostengo, no reúnen ese perfil ni cuentan con el apoyo popular (constituyente) con que cuenta Petro. Cuentan sí con algo de la vieja maquinaria del poder que, irónicamente, se necesita para vencer al bloque de la derecha y la extrema (Uribe-Duque-Vargas). Sumado a lo anterior, no se les ve una postura clara, ni el carisma, ni la disposición a enfrentar el fallido modelo neoliberal, por el contrario es sabido el papel que han jugado en un asunto tan estratégico como es la política económica.

Súmele que sus principales aliados y consejeros son, de un lado, una destacada senadora neoliberal como Claudia López, y el otro, un muy votado senador declarado antineoliberal, Jorge Robledo, quien debe estar experimentando contradicciones personales a partir de incidencia que tuvo en la decisión que llevó al Polo a hacer una alianza con Fajardo, en lugar de hacerla con Petro. ¿Viejas rencillas y egos personales entre dos figuras del campo alternativo? ¿O contradicciones ideológicas de fondo?

Hay que intensificar y profundizar este debate ideológico al interior del campo democrático y de la izquierda en aras a tener claro qué tenemos, con qué contamos, cómo dar el paso hacia el poder político presidencial y cómo conformar la correlación de fuerzas y el movimiento nacional en favor de un programa de esas características, que nos abran las puertas a un cambio en el marco del Estado social de derecho, hacia un estado de bienestar, y de esa forma desbaratar el continuismo del modelo neoliberal y depredador de la naturaleza y de los recursos vitales, que es el sello distintivo del bloque de poder dominante.

Movimiento que hay que empezar por consolidar a partir de consensos y acuerdos, porque después de las elecciones presidenciales, no queda sino la calle y la movilización para defender un gobierno de esas características, de ganar el poder presidencial con Gustavo Petro. El voto sirve hasta ese día. Hay otras propuestas que ha hecho, como la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente, que no es para desarrollar aquí.

Algunos insisten en condicionar la candidatura de Petro y anteponen sus aspiraciones personales a la idea de un acuerdo para el cambio en Colombia. Pretenden desconocerlo, mientras él llama al diálogo, a una gran convergencia democrática y a la construcción de un programa común. Se sienten fuertes desde los partidos que los respaldan y de los escaños que ganaron en el parlamento, intentan menospreciar las reservas que acompañan a Petro. Niegan con su actitud la naturaleza cambiante de la política, que fluye libremente sin patrones establecidos. No deberían olvidar que ella es todo, menos un esquema estático que la detenga, siempre encontrará cómo y por donde fluir.

 

 

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Oto Higuita
Licenciado en Historia Económica y de las Ideas. Universidad de Estocolmo. Idiomas inglés y sueco. Ensayista. Columnista.