Haber refrendado los acuerdos hubiera puesto fin a una guerra de 50 años, no obstante la realidad es otra y la reorganización política y el momento histórico requiere reflexionar sobre lo que viene.
El NO ganó por el calado de su propaganda fascista, que resulta tremendamente efectiva, por el abuso de la ignorancia política de la gente y la desorganización comunicativa de la campaña del SÍ. El juego sucio en la política, que ha sido constante en la historia de la extrema derecha colombiana, ha demostrado que sigue siendo útil en una sociedad compuesta por individuos manipulables dado su escaso nivel intelectual. No se puede pasar por alto un elemento fundamental en el triunfo de la estrategia del NO, y es su disciplina de falange: laboraron como hormigas en su campaña, no obstante, el dinero que el gobierno aportó indirectamente para la campaña del SÍ se quedó en grandes círculos.
Con la victoria del NO gana el paramilitarismo, gana la ignorancia, ganan los fanáticos religiosos, los despojadores de tierras, el narcotráfico, el odio, los militares violadores de derechos humanos y los medios de propaganda ultra derechista como RCN. Con todo esto, queda profundamente fortalecida la candidatura presidencial de estos sectores representada en Alejandro Ordóñez, que probablemente sea próximo presidente de Colombia.
El plebiscito era innecesario por varias razones: en primer lugar, la paz es un derecho y como derecho no puede ser sometido a la voluntad de las mayorías. Por otro lado, el presidente Santos tenía la facultad presidencial natural de acordar y llevar a cabo lo pactado. Para cualquiera que entendiera la realidad del plebiscito, es claro que más que una decisión sobre la paz, su objeto era potenciar la campaña presidencial de los partidos que, haciendo parte de la Unidad Nacional, no estaban con Vargas Lleras, por ello Cambio Radical siempre se opuso a él; en otras palabras, el plebiscito era la primera ronda presidencial y la campaña de Humberto de la Calle, Roy Barreras y Juan Fernando Cristo.
El Estado democrático, como nos muestra la experiencia BREXIT y Colombia, entra en crisis en la medida en que es incapaz de responder a las demandas de la sociedad y actúa contra los intereses de la misma. Ha sido abiertamente cooptado de manera absoluta por expresiones populistas de derecha, que se valen de los muy conocidos medios de manipulación de masas y construcción de concesos.
La absurda idea de la renegociar los acuerdos es imposible por varias razones: la primera es que renegociarlos implica aceptar las condiciones que el uribismo pretende imponer a las FARC-EP, como que vayan a la cárcel o no participen en política, cosas que no aceptarán, por cuanto la naturaleza del conflicto es fundamentalmente política y el derecho de rebelión no puede tratarse criminalmente. Improbable es que FARC-EP acepten ir a la cárcel o que se les niegue su derecho a hacer política, mucho menos que adopten una postura aún más dócil y sumisa ante el establecimiento.
La trampa del uribismo, en la que cayó el gobierno y la gente desinformada, consiste en hacer creer que quieren renegociar el acuerdo cuando lo que quieren es perpetuar la guerra por cuanto de ella dependen sus intereses.
Ahora su siguiente paso es imponer condiciones inalcanzables para participar del supuesto diálogo, causando el rompimiento de las negociaciones y con ello el retorno a la confrontación armada, que les permitirá presentarse como “mano dura” a las próximas elecciones y culpar a las FARC-EP de todos los males.
No es posible estar a favor de la paz y contra el acuerdo, por cuanto lo acordado es la ÚNICA forma posible de alcanzar la finalización del conflicto armado. La otra opción es la guerra de medio siglo que nada ha logrado, más que sufrimiento. Es como querer aliviarse pero no tomar lo que nos han recetado.
Lo que viene tiene dos salidas concretas: dado que los acuerdos, para que sean verdaderos deben aplicarse rápidamente, el gobierno puede esperar y buscar esa tan falseada concertación con la extrema derecha y esta logrará destruir la mesa de negociación, o puede apuntarle a una Asamblea Nacional Constituyente, que garantice a las FARC-EP todo lo establecido en el punto de participación política e incluya en lo posible al ELN. Por el lado de la ultraderecha, su estrategia será buscar, mediante propuesta en dicha asamblea, que Uribe Vélez pueda ser reelegido presidente.
“¡Por la paz, por la gente, Asamblea Nacional Constituyente!”
Publicada el: 3 Oct de 2016
Buenas tardes, quisiera saber si es posible realizar algunas preguntas con respecto al artículo de Federico el Fachito, con el propósito de hacer una actividad universitaria, gracias.