Es realmente vergonzoso, e indignante, genera impotencia y sin sabor, que los patriarcas del Estado le estén haciendo el feo a las actividades que se hacen alrededor de la paz en Colombia, en este caso, prohibiendo la entrada al Capitolio Nacional al Congreso Nacional de Paz, en primera instancia a dos representantes de las FARC y del ELN, quienes harían parte de la agenda de cierre de actividades, socializando los avances de la implementación de los acuerdos y avances de la mesa de negociación respectivamente, y horas más tarde, decidieron prohibir la entrada completa al comité organizador, organizaciones sociales y civiles, quienes realizarían la clausura del evento que había iniciado el pasado 27 de Abril en varias ciudades del país.
Se argumentó que los integrantes de las FARC y del ELN, no podían ingresar a tan “honorable” recinto, porque hacen parte de organizaciones al margen de la ley; ¿olvidaron entonces lo que ocurrió en el 2004 cuando Salvatore Mancuso líder de las AUC, tuvo 46 minutos y 15 segundos para dar un discurso en el Congreso de la República?, acto que también contó con la participación y discursos de otro de los líderes paramilitares Roberto Duque Gaviria, alias ‘Ernesto Báez’, y donde quedó clarísimo que no iban a debatir ideas ni a dialogar, sino a sentar su posición ideológica y reivindicar sus acciones criminales.
Y estuvo tan tenaz y tensa la situación, que el actual senador Iván Cepeda, quien se encontraba en el lugar, fue expulsado por la policía, junto a su acompañante Lilia Solano, por manifestarse enérgicamente debido a la presencia de los paramilitares con sus respectivos discursos.
Los líderes de las AUC dejaron con los crespos hechos a la prensa y salieron luego de sus alocuciones bajo un fuerte sistema de seguridad, no a sus bases de operaciones, sino a hacerse chequeos médicos por autorización y gestión previa de quien fuera el jefe negociador del gobierno en ese entonces Luis Carlos Restrepo, otro del gobierno Uribe que salió corriendo fuera del país, luego de conocer que terminaría en la cárcel por acusaciones que le parecían “injustas”.
En este país seguimos siendo víctimas de la memoria selectiva, seguimos apoyando la paz, pero como más convenga.
Ignoramos los avances del proceso de paz con las FARC, que pese a los incumplimientos del gobierno nacional, se desarrollan satisfactoriamente, porque es de destacar que luego de 50 años armados, las guerrillas se encaminen a un política sin armas, aún cuando los líderes y defensores de derechos humanos sigan siendo asesinados de manera sistemática por grupos armados ilegales, y el gobierno se haga el de las gafas.
En el cierre del Congreso Nacional de Paz el pasado 29 de abril en Bogotá mediante su pacto nacional por la vida y la paz, se evidenció la voluntad de todas las partes del conflicto, de los movimientos políticos, las organizaciones sociales, los jóvenes, la comunidad LGTBI, y población civil en general, a seguir trabajando por el rechazo definitivo al uso de las armas en la política, al empleo de la violencia en el ejercicio de la política, a establecer un compromiso profundo de dirigir los esfuerzos más cotidianos, conjuntos y plurales, para fortalecer el Estado Social de Derecho y la consolidación de un sistema político efectivamente democrático.
En definitiva la consolidación de una nueva Colombia, un país con rumbo, que respete las diferencias, que trabaje por la reconciliación, pero sobre todo por el respeto a la vida, y sostener unos procesos de paz, que hasta ahora han dado resultados contundentes en materia de disminución de violencia, tragedia y dolor, los reportes indican una reducción del 97% de las acciones ofensivas de las FARC, y un 73% en combates entre guerrilla y las Fuerzas Armadas, para el 2016 el hospital militar habría recibido 36 heridos en combate, y en lo que va corrido de este 2017, ninguno.
Que la guerra no se repita, que no le fallemos a la paz, pero sobre todo, que no olvidemos los errores para no seguir repitiéndolos, y que tanto el presidente de la cámara de representantes Miguel Ángel Pinto y el presidente del senado Mauricio Lizcano, uno de los mayores opositores y quien según Ángela María Robledo estaría de parranda en el Festival Vallenato en Valledupar, entiendan que ser amigos de la paz y ser la institución más comprometida con la implementación de los acuerdos, no es por raticos, y que no olviden que el “sagrado” Salón Elíptico del Congreso Nacional de la República ha estado plagado de políticos investigado por casos de corrupción y para-política, empezando por la cabeza más destacada del paramilitarismo en este país, líder de la oposición y enemigo número uno de la paz en Colombia. Ustedes ya saben quién.
Eso demuestra que el congreso está compuesto por picaros y hampones y no quieren que les contaminen esa cueva de ratas!!!!
Lo que pasa es que no quieren competencia. Y ademas ellos no los apoyaron en sus campañas políticas ni obligaron a los campesinos a votar para que llegaran al congreso del que no se quieren despegar. No ven que de esta tetat tan buena no encuentra en cualquier lado.