Columnista:
Tatiana Barrios
El 28 de mayo se cumplió un mes de paro. Un mes en el que la primera línea de diferentes ciudades del país ha estado al frente de las protestas para defender a la población manifestante de los ataques bestiales de la fuerza pública. Jóvenes cuyas realidades los han llevado a decidirse por luchar hasta el cansancio para lograr un país mejor, donde quienes vienen detrás, e incluso, nosotros mismos, tengamos mejores condiciones de vida.
La función de esta primera línea ha sido fundamental. Han demostrado que no son vándalos como el uribismo los ha querido tildar, mucho menos terroristas o criminales. Los requisaron con el fin de «desenmascáralos» y encontraron una de las armas más temidas por el Gobierno colombiano: un libro, una fuente de conocimiento. Solo me imagino a los críticos enfurecidos porque la patria boba se está informando. ¡Qué peligro!
Precisamente, a partir de este hecho me gustaría empezar a introducir la otra primera línea de este paro. La que nos ayudó a que conociéramos que aquel joven tenía un libro sobre el asesinato sistemático a líderes sociales, y así evitó que nos llegara una noticia falsa y tergiversada al mejor estilo de canales como RCN. La línea de combate que por estos días se posiciona como uno de las más utilizadas para obtener actualización de lo que ocurre en medio de la crisis nacional: las redes sociales.
Las redes nos han permitido tener la información de primera mano. El vídeo de lo que había en la mochila de ese joven lo obtuvimos quizá en menos de cinco minutos de haber sido publicado. Porque es solo cuestión de presionar ‘compartir’ para que los miembros de esta primera línea informativa, hagan lo suyo.
Este grupo no identificado, con un sinnúmero de rostros que se mueve en la virtualidad, ha sido de especial importancia en lo transcurrido del paro nacional. Ahora, no me mal interpreten, no creo que quienes están en las calles no sean importantes, de hecho, son esenciales. Pero como las luchas populares tienen una serie de complementos que las hacen florecer y permanecer en tiempo sin esfumarse su fuerza, es necesario que observemos los otros elementos de este todo, los internautas.
Estos han jugado un papel fundamental para el desarrollo del paro. Las denuncias de los abusos de la fuerza pública y su viralización, han permitido que todos conozcan el calibre de los «procedimientos policiales» llevados a cabo en el marco del paro nacional; además de sustentar los motivos para su continuación, incluso a nivel internacional. Hemos conocido las denuncias de abuso sexual, daños oculares (deporte del Esmad), desaparecidos y homicidios. La denuncia ha provenido de ese pueblo raso que, en otros tiempos, no tendría voz. Gente que vive en los municipios más alejados ha podido mostrar sus realidades para que todos, en cada rincón de este gran país, conozcamos lo que viven durante estos días y, quizá, llevan viviendo durante toda su vida.
Es impresionante el alcance que nos brinda esta nueva forma de comunicación. Nos ha permitido lo que las generaciones pasadas no tenían: voz. No importa la edad, el género o la ubicación geográfica en la que estemos, podemos llevar nuestras denuncias al conocimiento público.
Esta apertura a la información ha ido quitando las barreras para la adquisición de conocimiento, lo que permite entender el funcionamiento del país y no dejarse engañar por falsos titulares de televisión. Estamos aprendiendo a dibujar nuestro país nuevamente, con sus realidades completas. Incluso estamos aprendiendo de historia, política y economía. Redes como Instagram, donde solíamos ver solo fotos de viajes y buena vida, ahora también son un campo de batalla contra la desinformación. Le dio espacio al surgimiento de periodismo independiente que se ha alzado en letras, datos y multimedia, y ha visibilizado todavía más las denuncias hechas por particulares.
Han sido estos los campos de batalla que han empezado a acercar la materia política, los recorridos de corrupción y los malos movimientos de los gobernantes (que poco nos mencionan por los medios tradicionales) a gente joven que incluso todavía no tiene la posibilidad de votar, pero se empieza a educar y a concientizar, forjando mentes críticas y desempolvando de ignorancia y desinformación la mente de todos.
Los jóvenes, inmersos en las redes desde temprana edad, están teniendo en cuestión de minutos la información que necesitan para construir un criterio propio sobre lo que le ocurre a su país. Se han empezado a interesar por nuestros dirigentes: ¿quiénes son?, ¿de dónde vienen?, ¿qué han hecho en sus puestos? Empezaron a motivar la masiva votación en las próximas elecciones, las cuales, estoy segura, será una de las votaciones con mayor participación juvenil en la historia de Colombia. Los jóvenes han empezado a desprenderse del virus de la apolítica y a untarse de entendimiento en estos temas. Hay debate, hay opiniones, hay posiciones, y ¡vaya que eso es un avance en un país que no refutaba nada!
El otro lado del funcionamiento en redes sociales son los riesgos de las noticias falsas que vienen ligados a la velocidad en que fluye la información y al acceso que cualquiera tiene para la publicación de contenido. Sin embargo, para mi alegría, son los mismos internautas quienes se encargan de desmontar las fake news y viralizar la información real para que llegue a casi todos los que se mueven en el infinito de la web.
La realidad es que las redes sociales nos han ayudado a mantenernos informados, escuchar a las victimas y reforzar el corazón cuando se siente agotado después de 30 días de agobio. Las redes nos abren las puertas al desahogo y a la denuncia, se impusieron como un gigante ante los intentos de censura de los señores magnos. La censura, aunque intentada y muchas veces efectuada, no le da el nivel a la primera línea de las redes sociales porque son muchos más los que detrás de la pantalla continúan la pelea para evitar más engaños a los colombianos y a los que nos ven desde el extranjero, atentos a nuestro momento histórico.
Creo que de haber tenido las redes hace 20 o 50 años, quizá nuestra historia hoy fuera distinta. El poder de movilización y acercamiento ha sido una pieza fundamental para que el paro se muestre a plenitud y todos conozcan lo que en él ocurre. No necesitamos que pasaran días para enterarnos de la crisis de violencia en Cali, no nos pudieron encubrir los cuerpos hallados en el río, nos hemos enterado de lo que pasa en cada rincón de este país.
La cantidad de información que tenemos ha hecho de estas generaciones una ciudadanía totalmente distinta. Estoy segura que el gobierno no esperaba tanta resistencia, incluso no esperaba tanto apoyo al paro en medio de una pandemia. Pero la información, cuando es correcta y cruda, logra tumbar esa violencia cultural que justifica los abusos económicos, políticos y sociales. Nos han hecho creer que sus proyectos míseros nos servían, pero se les empieza a complicar el camino. Las redes sacan sus escudos de repost, retweets, historias y lives, para combatir cualquier esquirla de desinformación que haya dejado el sesgo periodístico en la mente de los colombianos.
Los Medios y reporteros valientes, como la OR, están aportando documentos para nuestra dolorosa Historia y evidencias para la investigación y la Justicia, en el futuro. Gracias.
Los Medios y reporteros valientes, como la OR, están aportando documentos para nuestra dolorosa Historia y evidencias para la investigación y la Justicia, en el futuro. Gracias.
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