Los resultados de los comicios del pasado domingo dejaron como de costumbre, unos resultados, por decir lo menos, indignantes, pero no por eso sorprendentes.
El primero es darse cuenta que más de siete millones y medio de votantes, como era predecible, colmarían la galería y llenarían las urnas con sus votos a favor del uribismo.
Lo sorprendente no es en sí misma la cantidad de votos a favor de Duque. Eso se veía venir y sabíamos que así iba a suceder. Lo ciertamente indignante es encontrarse con la cruda realidad de que en Colombia hayan 7.5 millones de anuentes y patrocinadores del régimen de los falsos positivos, la corrupción de AIS, las chuzadas, la mermelada repartida en el Departamento Nacional de Estupefacientes, las entradas subrepticias por los sótanos de Palacio de alias Job y demás emisarios del narcoparamilitarismo, y tantas otras malas hierbas del pantano.
Tal como lo decía hace un tiempo en una columna el profesor Joaquín Robles Zabala, parece ser que los colombianos llevamos un “paraquito” dentro, que ama tomarse la ley en sus manos y hacer literalmente lo que se le da la gana con las normas establecidas.
Es muy desalentador, sobre todo para quienes son las directas víctimas del régimen del Ubérrimo, tratar de entender que el 40% de votantes pasan de largo frente al dolor por la pérdida de sus hijos en las ejecuciones extrajudiciales, o la usurpación y despojo de sus tierras, el éxodo forzado, la exclusión y demás vejámenes cometidos durante los ocho años del gobierno Uribe, sin que estos sientan al menos un mínimo de solidaridad por su dolor y padecimiento.
Estos sufragantes, con su voto, han logrado legitimar lo ilegítimo y convertirse de manera implícita en cómplices de estos crímenes que han pasado de agache ante la justicia y han salido evidentemente indemnes de la contundente sanción social que ha debido recaer sobre ellos.
Pero como en Colombia solemos hacer todo al revés, el grueso de votantes apoya de manera irrestricta a los autores de los mencionados desmanes, aún sin lograr entender la grandeza del momento histórico que tenemos el privilegio de vivir: el principio del fin de una guerra de doscientos años que nos ha conducido a las tierras de la nada.
Seguramente, por ese principio lógico de la vida, es imposible extrañar lo que nunca antes se ha tenido. A lo largo de nuestra historia no ha habido un solo día de paz en estas tierras, por lo cual es imposible añorar una paz que nunca ha sido nuestra.
Por el contrario, muy a nuestro pesar, la violencia se forjó un camino y se estableció en nuestra sociedad para quedarse.
Muestra de ello, es el solo hecho de ignorar que las pasadas elecciones fueron las más pacíficas de la historia y que el hospital militar registra desde hace más de un año los más bajos índices de ingresados por concepto del conflicto armado con la guerrilla de las Farc.
Pero la gratitud no es nuestro fuerte: sin importar estos índices, que en cualquier circunstancia son más que alentadores, el grueso de votantes prefiere y preferirá apoyar al candidato que promete volver trizas esa paz que tan difícil ha sido de lograr.
Por otra parte, consolidados ya los resultados y lanzada la suerte para los candidatos, el ajedrez político empezó a moverse como ha sido costumbre por décadas, sin el menor asomo de vergüenza ni recato. Ya empezaron a desfilar las rameras de la política a venderse a quien le ofrezca más por su favor.
El primero fue el siempre carismático Germán Vargas Lleras, quien después de fingir en los debates presidenciales una supuesta rivalidad y aguerrida disputa frente al candidato Duque, su voluntad de ramera necesitada le duró apenas unas cuantas horas, para terminar adhiriéndose a la candidatura que le garantizará seguir con sus fechorías y las de su partido.
De igual manera, ha tomado partido el colectivo conservador, que desde hace casi dos décadas se convirtió en la más vulgar de todas las rameras de la política colombiana, al quedar reducido a ser una colectividad carroñera que tan solo busca beneficiarse de las cuotas burocráticas que el patrón de turno deje caer de su mesa.
El último en hacerlo fue el sepulturero del partido liberal, César Gaviria Trujillo, quien despojado de toda investidura de vergüenza y sensatez, se adhiere a la candidatura del Centro Democrático a cambio de puestos, burocracia y un ministerio para su hijito analfabeta Simón Gaviria.
Atrás quedaron los días en que su voz temblorosa y chillona se levantaba en contra del señor Uribe llamándolo mentiroso y corrupto. Al parecer, camaleónico como todos los políticos de estas latitudes, encontró la paz y el sosiego necesario para olvidar y perdonar las ofensas e indignaciones de antaño, y hallar el refugio a su alma atribulada en el seno de su otrora contradictor político.
Subastado como una ramera al mejor postor, el Partido Liberal quedó reducido a ser el vago recuerdo de los días del general Rafael Uribe Uribe, cuando ser liberal significaba algo. Ya de ello poco o nada queda.
Por último, la tibieza del candidato Fajardo, sigue siendo coherente con su filosofía de no untarse de nada. Anunciando su voto en blanco, queda la sensación de que por un poco de vergüenza y respeto a los ideales de cambio de sus cuatro millones y medio de votantes, se niega a salir del closet del uribismo y prefiere seguir en su ley de mirar y no tocar y no asumir compromisos con nadie en detrimento de las banderas de cambio del paradigma de la política en las que ha cimentado su vida pública.
Dicho lo anterior, queda de manifiesto tras la jornada electoral del pasado domingo, que la política colombiana es y seguirá siendo la más vulgar ramera que ha caminado por estas tierras.
Excelente artículo, palabras muy fuertes para mi gusto pero reales y percibo en ellas un deje de dolor de patria, así me siento yo… con esto queda claro que se dividieron las aguas, con dos lecturas del país (tres), la del desprecio a la diversidad y al progreso general, la del cambio y proyección hacia una Colombia justa y en paz y los observadores (NiNi), a quiénes llamaría inconscientes…
L historia moderna registrará éste hecho como trascendental. Los corruptos se han unido en una sola mafia, una solo cartel cargados del miedo de que Petro una y mil veces ha afirmando. Yo no voy a expropiar a nadie, que tiemblen los corruptos porque lo que buscamos es la libertad, lapero paz y la democracia.
Ahora Unidos y arrinconados sin el oxigeno social será más fácil esa holgada y heróica tarea de derrotarlos en las urnas. Ese será el efecto a la traición al pueblo, el efecto de darle la espalda cuando se esperaba que fueran coherentes con la realidad nacional. Líderes hay y muchos. Ahora es cuando surgirán ideas renovadores y de cambio. Ellos quedarán ahí arrinconados y suspirando. Ya lo han perdido todo. El pueblo determinó derrotarlos y deslegitimarlos.
Una tan larga historia en medio de la violencia puede efectivamente haber lesionado el autorespeto y la capacidad de indignarse que son la base mínima para exigir y ejercer derechos. Cuando a tiros te han robado, asaltado, expulsado y asesinado a los tuyos, y la impunidad se ha convertido en la norma más respetada, seguramente que querer guarecerse de la tormenta en medio de los rayos puede resultar tan lógico y pertinente como hacerlo lejos de ella. Sin semejante historia de violencia por detrás, sin comprender el grado y la medida en que los valores pueden verse trastocados sería incomprensible e inaceptable semejante apoyo a lo más nefasto de la historia de Colombia.
Por lo señalado creo que la paz consistirá esencialmente en eso, en poner en orden y en linea los valores con los sentimientos y las conductas. La tarea parece ser mucho más endiablada y descomunal de lo que parecía. Mucha suerte y coraje hermanos colombianos.
Si señor, excelente radiografía, felicitaciones!.
Lo único claro es que solo existen esos 7.5 millones de «votantes», en la Registraduría, porque la falsedad y alteracion de los formulatios E14, es tan cierta grande y cierta, como el cielo que nos cobija. La cuestión más triste es saber de qué sirve tanto código y norma, si los que administran justicia pasan de agache este fraude electoral. Este actuar es propio de las mafias arraigadas en el poder y que han llevado a Colombia a ser un Narco Estado.
Excelente reflexión.
Lo que allí se describe es la realidad inmoral política de nuestra gente que sigue cual cerdo amaestrado al carnicero, sin darse cuenta que será su alimento pasajero.
Completmente de acuerdo con todo lo expuesto en este artículo.Gracias por ilustrarnos con estas verdades que muchos no queremos reconocer por el «paraquito»que queremos mantener en nuestro interior ,sin importarnos la desgracia que le causamos a nuestras futuras generaciones!.Colombia!,cuánto dolor me das!
COMO TODO ESTO ES CIRCUNSTANCIAL, DE MODO, TIEMPO Y LUGAR, CONSIDERO QUE LA PRINCIPAL RAMERA DE ESTE MOMENTO, ES: «LA NEBULOSA DE FAJARDO», CANDIDATO DE NADA Y SI SE SABE PARA QUE Y PARA DONDE, PARA » EL CENTRO DEMONÍACO» , DEL CUAL EN FORMA SOTERRADA O DISFRAZADA ACTUABA, POR SER TAN ALLEGADO A DICHA FAMILIA, COMO PRIMO DE LINA MORENODE URIBE, EX-ESPOSA DA ALVARO URIBE.
Esperemos la gente que en verdad le duele el país pueda
Pensar bien las cosas y brindarle sus hijos y nietos un mundo diferente en el cuál sólo sean recuerdos los crímenes de lesa humanidad y el saqueo a los que fuimos inducidos a aceptar como normal para salvación de parte de una clase política atornillada al poder tal cuál una monarquía de unos pocas familias que son capaces de unirse para seguir exprimiendo a Colombia desangrando sus arcas y repartirse el poder aún destruyendo vidas y llevando a una desigualdad sin precedentes a pesar de las grandes cantidades de recursos económicos que posee nuestra tierra por favor no permitamos terminen con lo que nos queda el amor propio y nuestra dignidad levantemonos por nuestra nación si todos Los corruptos están juntos contra quien van a luchar?
NO PERMITAMOS QUE ESTOS SIGAN SAQUEANDO LOS RECURSOS DEL ESTADO MIENTRAS LA GENTE DEL COMÚN TIENE QUE TRABAJAR DURO PARA SOBREVIVIR.
OPONGÁMONOS POR TODOS LOS MEDIOS PARA QUE ESTOS NO SIGAN OSUFRUCTUANDO DE LOS BIENE DEL ESTADO, MIENTRAS EL PUEBLO TRABAJA ÁRDUAMENTE PARA SOBREVIVIR.