Foto: Hernando Bonilla Gómez
A algunas personas les he oído comentar últimamente, con ocasión del Paro Nacional, que quienes salen a las marchas, en lugar de protestar y afectar la economía del país, deberían ocuparse y trabajar para progresar. Para los que hacen la crítica, manifestante es sinónimo de vago o desocupado. “¡Sinvergüenzas!”, dicen otros.
Los ciudadanos que se expresan de esa manera parece que viven en la misma burbuja en la que se encuentra el presidente Duque. Uno no puede permanecer indiferente cuando vive en uno de los países más desiguales del mundo, el segundo en América Latina, y su gobernante pretende hacerle frente a la inequidad reduciendo los impuestos a las empresas (9.5 billones de pesos) y aumentándoselos a las personas naturales (clases medias y bajas) en 2 billones de pesos, es decir, a quienes tienen menos ingresos, afectando de manera considerable la disponibilidad del salario en los hogares y, de paso, violando el principio tributario de progresividad, para rematar con un recorte gradual de los subsidios para los más pobres.
Por eso una de las causas fundamentales del paro fue, es y será la reforma tributaria, antes Ley de Financiamiento, actualmente proyecto de Ley de Crecimiento Económico, que ya fue aprobado en las comisiones terceras de Senado y Cámara de Representantes.
Si es cierto que Colombia no es solo un Estado de Derecho sino también social, que se encuentra fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general; que uno de sus fines esenciales es el de promover la prosperidad general y la vigencia de un orden justo, así como también asegurar las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva, adoptando medidas en favor de grupos marginados o discriminados, protegiendo especialmente a aquellas personas que por su condición económica, física o mental, se encuentren en circunstancias de debilidad manifiesta[1], no cree usted, amigo lector que está en una posición privilegiada, que ese Estado, del que usted hace parte, ¿se encuentra en deuda con la sociedad, en lo que tiene que ver con el aseguramiento de los derechos sociales cuya exigibilidad debe aumentar con el paso del tiempo y no lo contrario?
Si la intervención del Estado en la economía tiene como objetivos, entre muchos otros, conseguir el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes y la distribución equitativa de las oportunidades y los beneficios del desarrollo y la preservación de un ambiente sano, ¿será que el Gobierno Duque está cumpliendo con esos fines constitucionales?
Lamentablemente le tocó al primer mandatario actual de los colombianos, después de finalizados más de cincuenta años de conflicto armado interno con las FARC, el despertar del pueblo, que tuvo la oportunidad de mirar otros problemas distintos al coco del terrorismo y la inseguridad.
Estos fueron temas que los presidentes de turno utilizaron para mantener ocupado y sugestionado al pueblo, sin percatarse, precisamente, que una de las causas del origen de ese conflicto es la desigualdad y la exclusión.
Y cuando se creyó ver una luz al final del túnel, con ocasión del Acuerdo de Paz, que consagra unas medidas especiales para reducir la brecha social, como la reforma rural integral (el problema de la tenencia de la tierra es otra de las causas del conflicto, que los dueños del país no quieren que les toquen) el jefe del Estado mandó unos mensajes regresivos al atacar la JEP y, en general, de volver al pasado, obviamente influenciado por el presidente eterno, pero sin tener en cuenta que el pueblo ya no era el mismo.
La gente ya no está pendiente del castrochavismo sino, entre otras cosas, de la falta de garantía de trabajo formal y de acceso a la educación, como obligaciones incumplidas por el Estado, que aumentan más la desigualdad en nuestro país, donde siempre se ha privilegiado la educación privada sobre la pública y por ello también protestan los estudiantes y quienes aspiran a obtener un cupo para educación superior, si es que han podido terminar la secundaria.
A propósito: si en Colombia se necesitan once generaciones para salir de la pobreza, según la OCDE, no es porque quienes están en esa situación de vulnerabilidad sean unos vagos y no trabajen, sino por la falta de distribución equitativa de las oportunidades. Quienes momentáneamente logran salir de ese estado, no tienen derecho ni a enfermarse porque de hacerlo vuelven a la situación precaria anterior.
Iván Duque dice ser el presidente de todos los colombianos, pero sus actos indican todo lo contrario. Se encuentra dentro de una burbuja junto con la clase privilegiada para la cual gobierna, que es la que se queja de las marchas sin importarle el descontento de las mayorías, burbuja dentro de la cual no oye ni entiende el clamor del pueblo.
Demoledora la opinión del ciudadano de a pie por la nefasta gestión del primer mandatario: su desaprobación llegó al 70%. Sin embargo, pretende imponer su agenda social con fundamento en que para eso lo eligieron. Es decir que gobierna para unos y no para todos.
Por eso la gente sigue protestando y el 8 de diciembre muchos artistas convocaron a una marcha-concierto para exigir los cambios que se consideran justos y urgentes para el pueblo. Allá estuvimos y les contamos a los que siguen en la burbuja, que no nos pagó el Foro de Sao Paulo ni queremos implantar el socialismo del siglo XXI o el castro-chavismo y mucho menos derrocar al presidente Duque, sino, como el mismo Fernando Londoño Hoyos dijo, se hizo para exigirle que empiece a gobernar y que lo haga en beneficio, ahora sí, de todos los colombianos y no de un grupo privilegiado, con medidas regresivas que pauperizan más a las clases menos favorecidas.
Adenda
Acompaño a la cantante Adriana Lucía. Una bajeza la manera como la insultaron en las redes por compartir las razones de la protesta y convocar a la marcha-concierto.
[1] Ver preámbulo y artículos 1, 2, 13 y 334 de la Constitución Política entre otros.