Paradójicamente, quienes están en los extremos ideológicos opuestos son los que mejor vienen realizando sus campañas. Las FARC están entrando rápidamente en un mundo nuevo para ellos e Iván Duque busca salirse del perfil tradicional del Centro Democrático, es probable que así ambos logren ampliar su espacio electoral.
Para las FARC el proceso de paz ha sido más que una simple negociación para acabar un conflicto y entregar las armas, ha habido un tiempo de reflexión que se expresa en cambios de discurso y de imagen. Vemos en Twitter, con miles de seguidores, a Rodrigo Londoño “Timochenko” y a Pastor Alape desenvolviéndose con soltura y hasta con humor, y perfiles oficiales de las FARC en varias redes sociales, publicando elaborados contenidos audiovisuales.
Nunca antes las FARC habían estado en capacidad de transmitirle su mensaje a tantas personas, y con moderación y dinamismo han logrado hacerse a un lugar en la red. Es difícil saber si esto les implicará un crecimiento, pues dado su antiguo carácter ilegal no nos podemos hacer una idea exacta del tamaño de su grupo social de apoyo, pero sin duda se han adaptado rápidamente a las formas políticas 2.0. Eso sí, por más buena que sea su estrategia, no se acaba de la noche a la mañana con la mala imagen de 50 años de guerra.
Sin embargo, su presencia en redes les permite manifestar con mayor eficacia sus posturas sobre la coyuntura política nacional, y el nuevo lenguaje y las plataformas digitales hacen digerible sus ideas para la nueva izquierda, que no son campesinos sino jóvenes de las ciudades.
Por otro lado, Iván Duque ha sabido desmarcarse de lo típico del Centro Democrático. El joven abogado prefiere utilizar la pedagogía y los argumentos económicos al lenguaje agresivo. Además del típico discurso de la seguridad y el terrorismo, el senador es capaz de figurar también por sus críticas a la Reforma Tributaria o la Ley Naranja, un proyecto suyo sobre economía creativa.
El Centro Democrático, aunque no es mayoría en Colombia, tiene votantes muy fieles. Duque con su perfil técnico, su juventud, moderación, y cercanía puede no sólo abarcar ese núcleo, sino que con más temas puede llegar también a espacios donde otros uribistas jamás llegarían, garantizándose para sí la mayoría de los electores colombianos.
Obviamente no todo es color de rosa para Duque, su intento por desplazar al CD hacia el centro en búsqueda de un mayor grupo de votantes puede generar recelos entre los uribistas más recalcitrantes. ¿Le aguantarán la moderación? ¿Cuánto podrá estirar la pita hacia la izquierda sin que se rompa a la derecha? Son preguntas a las que deberemos estar atentos mientras más nos acerquemos a las elecciones.
Ambos casos coinciden con acertadas lecturas de su electorado potencial y una estrategia que le corresponde. En claro contraste con sus contendores, un Vargas Lleras sumido en escándalos, los partidos que apoyaron a Santos fragmentados, y los Verdes y el Polo intentando armar una coalición contra la corrupción que debe enfrentar dos problemas enormes: que la gente crea que efectivamente ellos sí son políticos impolutos, y que esa actitud les cierra puertas ante la única alianza que tienen posible para derrotar al uribismo: la Unidad Nacional.