Las campañas de hollín

El lío no está en la derecha, el centro o la izquierda, sino en la pereza que genera informarse y la facilidad que implica seguir propagando esa plaga de mentiras que edifican las campañas de hollín.

Opina - Sociedad

2018-05-18

Las campañas de hollín

El miedo es el mensaje, dice un fragmento de una canción de Estados Alterados, y reafirman muchos colombianos cuando repiten salmos como: “Nos vamos a volver como Venezuela”, “Santos le entregó el país a las Farc”, “Petro es comunista”, “Colombia será Castrochavista” y “Uribe fue el mejor presidente” … ¡Ya nos tienen hartos, hastiados, mamados con el mismo cuento!

Y es que el problema no es que opinen, de hecho, esa sería la solución a esos males propios de las campañas electorales como son la abstención, la venta del voto y la masificación de las mentiras y del miedo. El punto crítico está en la veracidad y en la exactitud de esas frases.

Si la opinión se nutre de la investigación y del contraste, el que la aporta no tendrá problema en aceptar el debate. Pero si las cadenas de WhatsApp, las noticias de las ‘empresas informativas’, que solo ven por la lupa del dinero, y las declaraciones de los políticos, son las únicas fuentes de información, es muy fácil que la conversación redunde en esos salmos y le deje al mal informado, como salida, gritar, enfadarse y tildar a su interlocutor de, bajita la mano, guerrillero.

Un insumo necesario de la opinión es la memoria, pero esta se omite cuando traer el pasado a colación significa poner en riesgo a esas fuentes inexactas. Como estamos hablando de memoria, quisiera que esos que señalan a los que no le comen cuento a los de siempre y respaldan “atrocidades” como el Proceso de Paz, recuerden una frasecita por no poner otras: «Estábamos buscando que la gente saliera a votar verraca… dejar de explicar los acuerdos para centrar el mensaje en la indignación», dicha por el uribista, o exuribista, Juan Carlos Vélez, el gerente de la campaña del No del Centro Democrático, en una entrevista hecha por La República.

¿Los engañaron por no informarse, ni dedicarle un ratico a leer el acuerdo de paz? o ¿Fue que prefirieron quedarse con que “Timochenko iba a ser presidente”? y una más, ¿Será que les va a pasar lo mismo con las elecciones presidenciales?

Las redes sociales están masificando la opinión informada y también aquella que se sustenta en la mediocridad. Según el Ministerio de Tecnologías de la Información y la Comunicación, 15 millones de colombianos, ubicándose en el nivel 14 en la lista mundial, son usuarios de estas plataformas que democratizan la palabra. En ellas han surgido lugares comunes, el típico es el protagonizado por el perfil irresponsable que, sin criterio, decide compartir cuanta imagen, video, o frase aparezca.

El grado de pereza y de apatía por la consulta es tal, que, aunque uno lo crea idílico, hay activistas LGTBIQ que tienen de foto de perfil a Iván Duque, ¿Es que no sabe que esta campaña la respaldan Alejandro Ordóñez y Viviane Morales, dos defensores de la moral y opositores de las formas de relación sexual “no tradicionales”, o excrementales, en palabras del conservador Roberto Gerlein? o ¿Se les olvidó o les dio pereza leer?

Las pasadas campañas legislativas, así como las presidenciales, están dejando más estragos que propuestas. Algunos ciudadanos y candidatos han creado un discurso xenófobo que fomenta el miedo, hiere, atomiza y poco aporta a una mejor versión del país. Para no caer en otro salmo, el lío no está en la derecha, el centro o la izquierda, sino en la pereza que genera informarse y la facilidad que implica seguir propagando esa plaga de mentiras que edifican las campañas de hollín.

 

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Sarita Noreña