Unos panties de seda color malva con puntillas de encaje cuya fabricación debe rondar el año 1944, fueron subastados la semana pasada por 3.300 euros (unos 10 millones de pesos) en la casa Philip Serrell de Inglaterra, superando el precio estimado que era de 340 a 510 euros, es decir millón o millón y medio de pesos.
¿Qué tenía de especial esta prenda íntima además de la cintura alta, la pernera amarilla y las iniciales EB bordadas justo en medio, en el lugar que cubriría el ombligo? ¿Acaso protagonizó un “hecho político” como lo hizo el vestido que Marilyn usó para cantarle el Happy Birthday al presidente Kennedy, subastado por 1,26 millones de dólares? ¿Marcó un antes y un después “histórico” como lo hizo el vestido transparente (subastado en 89mil euros), que Kate Middleton usó en 2002 en un desfile benéfico en la Universidad de St Andrew, gracias al cual, según se dice, conquistó al príncipe Guillermo?
No. Estos cuquitos no “hicieron” nada de eso. Lo único que hicieron fue cubrir quién sabe por cuánto tiempo la vagina de Eva Braun, mujer alemana, rubia, de 1.63 mt de estatura, conocida única y exclusivamente por haber sido la amante o la esposa de Hitler, incluso primera dama del Reich (por dos días), según como se decida dar notoriedad a su existencia.
Eva conoció a Hitler cuando tenía 17 años y trabajaba como asistente para Heinrich Hoffman, fotógrafo oficial del Partido Nazi. Sin importarle que la anterior pareja del hombre de 40 años acababa de pegarse un tiro a los 23 años, quizás (solo quizás) por haber tenido que vivir prisionera del que era su tío, Eva decidió seguirlo hasta la muerte, haciéndose las uñas y leyendo novelas románticas entre su apartamento en Munich y su villa de Bogenhausen, lugar que Hitler le regaló para demostrarle que sí la quería, luego de que ella intentara suicidarse dos veces.
Entonces corría el año de 1936 y desde ese momento Eva se dedicó a ser la atractiva mujer cuya relación con el Führer ninguno de sus copartidarios entendía, la que para entrar a su casa usaba una puerta y una escalera diferentes a las de su amante con quien tampoco compartía habitación, la que en dieciséis años de relación produjo gran parte del material fílmico y fotográfico que hoy se conoce del líder nazi, la misma que apenas aparece en un par de fotos junto a él, y de cuya existencia Alemania sólo tuvo noticias cuando Hitler decidió casarse solo para suicidarse al día siguiente pegándose un tiro, al tiempo que ella hacía lo propio tomando una cápsula de ácido prúsico.
¿Por qué no tomó él también ácido o por qué ella no se pegó también un tiro? ¿Fue primero el ácido? ¿Fue primero el tiro? Nunca lo sabremos. Ojalá los cuquitos de seda malva hubieran estado allí para entregarnos respuestas sobre tal misterio, pero esos cuquitos no hicieron ni siquiera eso.
Publicado el: 17 Nov de 2016