Las aventuras de Tom y Jerry

Opina - Economía

2017-08-01

Las aventuras de Tom y Jerry

Una vez más los impolutos hijos del innombrable hacen noticia: este fin de semana, con la pompa que suele acompañar los grandes acontecimientos, y con la esperanza del labriego que deposita sus sueños en la mejor cosecha, vio la luz del mundo el centro comercial Nuestro, propiedad de Tomás y Jerónimo, aquellos dos imberbes, locatos y emprendedores, que nos han enseñado que sí se puede, que sí es posible hacer empresa en Colombia, que a pesar de las adversidades sí es posible ser un “buen muchacho” emprendedor y pujante. De Tom y Jerry aprendimos que lo único que se necesita en Colombia para ser exitoso es ser “verraco” y tener un papito expresidente. Nada más. Es así de sencillo.

El centro comercial Nuestro cuenta con más de 38.000 metros cuadrados de área construida. Y es que debe ser medida así, en metros cuadrados, como el “pequeño” lote en la población de Mosquera en Cundinamarca, que fuera comprado en área rural y medido en hectáreas por la ínfima suma de 33 milloncitos de pesos, pero tiempo después por resolución del director de la Dian de la época, la zona en que se hallaba el predio quedó declarada “Zona Franca Permanente” ganando una exorbitante valorización, tasando el valor del inmueble en 3.000 devaluados e insignificantes millones de pesitos. Una bicoca dirían los abuelos.

A estas alturas los seguidores del innombrable deberán estar diciendo que tan solo soy un mamerto, resentido y envidioso. Que mis palabras obedecen a mi incapacidad por no haberme podido conseguir un papá Presidente de la República y prócer de la patria. Pero no es tal. Mis palabras son de profunda admiración por aquellos impúberes que vendiendo manillitas y chatarrita han logrado en pocos años amasar lo que muchos no han logrado en vidas enteras.

El centro comercial Nuestro es muestra de ello. Pero en realidad su nombre es un eufemismo: en realidad no es “nuestro”. Es solo de ellos. Como solo de ellos es la suerte de haber construido un centro comercial que costó en su construcción la bobadita de 120.000 milloncitos de pesos (salidos de quién sabe dónde) en un país cuya confianza inversionista quedó por los suelos y su economía fue cínicamente entregada al “castrochavismo de Lafar”.

Como también solo suya es la suerte de multiplicar el valor de sus predios cien veces su valor pagado, con tan solo la firma del vasallo de su papito presidente. Y también es solo suya la capacidad de, al mejor estilo del Rey Midas, convertir en oro, o mejor, en plata contante y sonante, todo cuanto tocan sus prolíficas manitas.

No deja de causar curiosidad que en el discurso proselitista del innombrable se repita incesantemente, megáfono en mano, que el crecimiento económico del país y la bonanza son tan solo parte de la historia y se limita a los recuerdos de los aciagos años de su mandato en la primera magistratura del Estado. Voz en cuello el innombrable y su séquito de admiradores, vociferan sin remilgos que la economía de Colombia, más temprano que tarde estará sumida en la escasez y el desabastecimiento, tal como ocurre en la vecina Venezuela.

Pero la intrepidez y la sagacidad en los negocios de Tom y Jerry desmienten esas teorías.

La “verraquera” de estos dos hijos del poder nos hace creer que sí es posible hacer empresa en Colombia. Nos enseñaron que no hay obstáculo infranqueable y que aunque el país ha sido entregado en bandeja al narcoterrorismo de “lafar”, y a los tentáculos del castrochavismo siempre habrá una nueva oportunidad.

De Tom y Jerry pudimos aprender que vendiendo manillas se puede amasar fortuna sin acudir a argucias ilegales y sin caer en la tentación de la corruptela. Todo está debidamente detallado en sus declaraciones de renta. (Perdón, olvidaba que llevamos más de diez años esperando que nos muestren las declaraciones de renta de la familia de los innombrables).

El centro comercial Nuestro está ubicado en una zona “muy central” de la ciudad de Montería, “concebido para toda la ciudadanía, con espacios de entretenimiento y comercio”, en palabras de su propietario Jerónimo.

Pero bien vale la pena recordar que es precisamente esta ciudad, la que ha sido el gran fortín político, militar, electoral y empresarial, en donde su papito innombrable ha obtenido los mejores réditos y las mejores prebendas del Estado, también durante su mandato. No olvidemos los subsidios estatales a la hacienda El Ubérrimo, que ascendieron a la irrisoria suma de 3.000 milloncitos de pesos. Una bicoca dirían los abuelos.

Así las cosas, seguiremos a la expectativa de los nuevos y mejores “negocitos” de los innombrables, pero sobre todo, seguiremos aprendiendo de sus lecciones empresariales, que nos demuestran que a pesar de todo, en Colombia si es posible hacer empresa.

 

( 1 ) Comentario

  1. Por eso en este país NUNCA habrá paz ya que quienes ostentan el poder desde la patria boba solo se han enriquecido a si mismos y a sus cómplices .El pueblo que coma M como lo venimos haciendo desde hace mas de doscientos años
    Quien logra amasar tal capital como el de estos niños sin un papa cafre y ventajoso como este oscuro personaje??

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Mauricio Pérez Moreno
Defensor de la educación como único método confiable para la resolución de nuestros conflictos sociales. Amante de los libros de historia y adicto a los cubos Rubik. Treinta y cinco años tratando de entender a Colombia sin mucho éxito. Convencido de que La Verdad, aunque se halle escondida debajo de las piedras, nos hará verdaderamente libres.