Autor:
Kevin Pérez Díaz
De acuerdo con las cifras de la Secretaría Distrital de Seguridad de Bogotá los inmigrantes venezolanos cometen solamente el 2 por ciento de los hurtos en la ciudad. Es decir: de cada 100 hurtos solo 2 son cometidos por venezolanos.
En el mismo sentido, según el Inpec, de las 97 600 personas que conforman la población carcelaria del país únicamente alrededor de 1500 son de nacionalidad venezolana. Lo que quiere decir que son cerca del 1,5 por ciento.
Empero, la alcaldía de Bogotá, en lugar de tomar medidas efectivas ante el aumento acelerado de la inseguridad, opta por perseguir injustificadamente al 2 por ciento de los delincuentes como si alrededor de ellos girara el problema.
Claudia López propuso hace unos días la creación de un «comando de operaciones conjuntas» para perseguir a inmigrantes venezolanos.
Lo que se suma a varias declaraciones hechas por ella misma a principios de año en las que relacionaba el aumento de la inseguridad con la inmigración venezolana. Como si la criminalidad, o por lo menos un porcentaje considerable de esta, fuera responsabilidad de los inmigrantes.
Esto tiene tres consecuencias directas: estimula la percepción errada sobre el origen de los delitos y la relación de estos con la nacionalidad de los delincuentes, evita que la atención de la opinión pública se dirija hacia donde está el verdadero problema y, consecuentemente, permite que la administración eluda la responsabilidad que tiene en el incremento de la inseguridad.
Lo que hace Claudia López es construir un enemigo externo en torno a la xenofobia al que se remite cada vez que se dispara la criminalidad.
Esta estrategia es de vieja data y ha sido la plataforma electoral del uribismo. Ante la desmovilización de las Farc, con lo que se agotó el discurso bélico que llevó a Uribe al poder y que le sirvió para reelegirse y para hacerse elegir en cuerpo ajeno, se ideó al fantasma ideológico del «castrochavismo» al que le atribuyó la amenaza de una injerencia externa proveniente de Venezuela y Cuba con el fin de desestabilizar la democracia y la economía colombiana (como si hiciera falta una injerencia para desestabilizar al país con la segunda moneda más devaluada del mundo).
La propuesta de la alcaldesa para la creación de un comando conjunto «aumentó la cantidad de mensajes de xenofobia en un 171 % respecto al promedio de los últimos 7 días», según el Barómetro de la Xenofobia.
La medida evidentemente irracional y sustentada en el estigma fue rechazada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Migración Colombia, organizaciones de carácter civil y hasta por miembros de su partido y de la Coalición de la Esperanza.
En la Bogotá «cuidadora» la alcaldesa progresista de la inclusión recurre a la segregación para no asumir la responsabilidad que le atañe por no tomar las medidas acertadas para hacerle frente al incremento de la inseguridad.
La misma que a lo largo de su carrera ha sufrido directamente del machismo y la discriminación, por lo que puede dar fe de la zozobra a la que eso conlleva, hoy utiliza a la xenofobia como política criminal de su gobierno.
Posdata: Mientras Claudia López levanta arena alrededor de la xenofobia, poco se habla del aumento de los indicadores de inseguridad en los últimos meses: los hurtos aumentaron en un 17 por ciento, el hurto de carros 12 por ciento, el hurto a celulares 16 por ciento, los ataques con lesiones personales 17 por ciento y el hurto de motos nada más y nada menos que 40 por ciento. Ese es el panorama de la Bogotá «cuidadora».