La Virgen María, a través de un pequeño orificio que tiene cerca de su mano derecha, les guarda todas las noches en su interior: 2 libras de cocaína empacada en 1000 ‘papeletas’ de color rubio beige, 200 ‘armados’ de marihuana regular, 50 de ‘cripa’ en cueros normales, papel de madera o cáñamo orgánico- elaborado con fibras extraídas de la planta de marihuana-, y 50 en cueros ‘celulosos’, un material transparente que se consume con mayor lentitud, lo que permite una carburación más lenta del armado.
La virgen pasa la noche en vela cuidando ‘el mercado’, y en la mañana, tras una ardua jornada de trabajo, recibe a cambio dos oraciones y dos veladoras rojas que le calientan los pies.
Cuando el día se acuesta y empieza a despertar la noche, es hora de volver a trabajar. Germán o ‘el niño’, como le dicen todos a excepción de su mamá, llega a las 9:00, desde hace tres años, a una de las plazas más rentables de la ciudad, ubicada a tres cuadras de la esquina donde cayó muerto su papá; le soba la frente a la virgen en forma de cruz y luego se echa él la bendición tres veces, se sienta en la tercera escala del altar, saca de una pequeña maleta negra dos bolsas de plástico y empieza a echarle ‘el mercado’ a la virgen.
‘El niño’ tiene 16 años, vive con sus dos hermanas y su madre en el segundo piso de una modesta casa en un barrio popular de Medellín, Colombia. Su padre murió hace 10 años, cuando tenía 35, por culpa de más de una docena de puñaladas en la espalda, producto de los enfrentamientos entre tres combos delincuenciales que segmentan un solo barrio en tres países en guerra, enfrentados por el monopolio de las drogas. Él era guardaespaldas de uno de los fuertes, al que mataron 8 días antes con dos tiros en la cabeza.
Duerme en la segunda pieza doblando a la izquierda, en una habitación de tres metros de ancho por 4 de largo, pintada totalmente en ‘verde nacional’, como él lo llama. La pared del fondo, donde se recuesta el espaldar de la cama, tiene una ventana de 12 celosías con dos vidrios rotos por donde echa el humo de cigarrillo o de marihuana cuando fuma en su casa, que también sirven para que la habitación respire en las noches, ya que la terraza recibe sol durante todo el día y este baja del techo y se condensa en las primeras horas de la noche.
En la habitación tiene una cama doble, dos nocheros, un armario de dos puertas, un espejo de media pared con tocador, una grabadora de casete de su papá, un televisor LCD de 18 pulgadas, un DVD, un home theater, un reproductor de memoria SD, 14 calcomanías del Atlético Nacional pegadas en las paredes y el espejo, 4 fotografías de él: con su papá, son su mamá, en sus grados del colegio y con un exnovio, respectivamente. Además, un cuadro de
La Virgen María, uno del Sagrado Corazón de Jesús y un crucifijo que se yergue sobre el marco de la puerta, clavado sobre una tabla falsa que esconde su droga personal: 5 armados de ‘cripa’ y tres gramos de perico.
Fuma marihuana desde los 12; 6 años después de la muerte de su padre, 4 años después de su primera comunión, y tres años antes de empezar a trabajar vendiendo droga. Estudió hasta 2012, cuando perdió por tercera vez sexto de bachillerato a 12 cuadras de su casa y 4 cuadras de su puesto de trabajo.
(09:00 p.m)
Llegamos donde la virgen y Germán empezó a sacar la mercancía de su maleta mientras Andrés, uno de sus compañeros, limpiaba el altar y sacaba algunas basuras que se habían colado por entre las rejas que resguardaban la santa de los ladrones.
Andrés era compañero de Germán desde cuarto de primaria hasta sexto. Cuando Andrés dejó de estudiar por irse a trabajar con su papá, quien vende mangos criollos por toda la Avenida Oriental, haciendo estaciones donde Espacio Público no los coja y les decomise el producto. A parte de su familia, solo Germán sabe que se llama Andrés, todos lo conocen como ‘Mico’, porque cuando era más pequeño se subía por un palo de aguacates que tienen en el patio de su casa para que su mamá no lo ‘encendiera’ a juete.
Hace 6 meses Andrés salía con Angie, la hermana menor de Germán, que tiene 14 años, 6 años menos que Patricia, la mayor de los tres. A Germán nunca le gustó la relación, que duró 5 meses, porque no quería que le ‘desvirgaran’ la hermanita tan joven. Sin embargo, ni Andrés dejó a Angie, ni Germán dejó de trabajar con él, ni Angie le entregó la virginidad a Andrés, motivo por el cual Germán dice que se acabó el noviazgo.
Ellos empezaron a trabajar juntos hace dos años cuando Andrés le pidió trabajo a Germán y él le pidió autorización a ‘Don Pepe’, el que administra las plazas de ‘el desierto’ y a quien todos en el negocio le rinden cuentas.
(10:25 p.m.)
—Deme dos armados, cucho.
—¿Regular o cripa? -Le responde Germán al comprador.
—Cripi.
—Vea, son 6 lukas.
El hombre se alejó despacio, con cautela, como un gato que se mueve por entre las tejas de un viejo techo, esquivando los pequeños charcos que se hacen con la lluvia por miedo al agua, por miedo a caerse. Tenía los ojos ansiosos y excitados, como si su viaje iniciara al conseguir la droga. Cuando dobló la esquina Germán dijo: “ese pirobo me quiere culiar desde hace tiempo. Pero está engañado de la vida, yo de ese guájaro no me dejo”. Andrés giró la cabeza, incómodo ante la crudeza del comentario y aún sin poder acostumbrarse a las tendencias sexuales de su jefe. A veces charlan sobre el tema, pero no deja de ser extraño.
Germán comisiona sobre el 0,5% de las ventas que se realicen, así que de un jueves como este estaría ganando de 150.000 a 250.000 pesos. Por 30 días del mes tiene un salario aproximado de 4 a 7 millones de pesos. Él dice que generalmente son unos ‘6 palos’. Es decir, casi 9 salarios mínimos mensuales vigentes.
Con este dinero, él niño´ responde económicamente por su madre, su hermana, su tía ´Pato´con sus tres paticos y la abuela materna. Paga 350.000 pesos de arriendo por la casa de Patricia y 400.000 pesos por la de la abuela, siendo propia la vivienda en la que cohabita con su pequeña familia -única herencia del padre-.
Invierte 800.000 pesos mensuales en el mercado para su casa y 600.000 pesos para el de la abuela. Además, 560.000 pesos de servicios públicos entre las tres casas. Para casi los tres millones mensuales. Millón y medio se va en colaboradores y favores, pero generalmente para ahorrar no queda.
(11:40 p.m.)
En menos de tres horas habían despachado 300.000 pesos en droga. Germán comentaba con Andrés lo frío que estaba el día mientras ambos “estregaban los remojitos” que tenían en Facebook; ambos con celulares de última tecnología. Ambos hablaban de cifras, ganancias, alzas y bajas en las ventas como si fueran dos economistas discutiendo la crisis económica; aunque, como dice Germán: “puede que la gente hoy en día no tenga plata para pasear o darse lujos, pero siempre hay plata para comprar droga”.
Según Andrés, las ventas sólo disminuyen cuando la ley arremete contra la clientela y estos se tienen que mudar a otras localidades de la ciudad; pero que incluso cuando los clientes se encuentran desempleados ellos venden la totalidad o al menos un 90% de la droga que la virgen les guarda.
“El negocio con la policía lo maneja directamente el jefe. Ellos ya saben que no nos molestan.” Comenta Germán mientras le da una calada a un largo armado de marihuana regular. “Todos salen ganando, incluso los ‘polochos’”.
El jefe de las plazas destina cada dos o tres meses un cargamento para que lo coja la Policía. Se ponen de acuerdo con la persona que se estableció el trato y en la fecha señalada el vendedor de la plaza saca una menor cantidad de mercancía, la cual es ‘incautada’ por la ley en un exitoso operativo de ataque a las ollas de droga.
Las personas que toman presas en dicho procedimiento salen libres semanas después por supuesta colaboración con la justicia. “Nosotros les soltamos unos 2 millones de pesos cada dos o tres meses, de modo que ellos cumplan con su deber sin levantar sospechas; pero el dinero que representa la droga que le entregamos a los ´tombos´no causa ni risa en comparación con lo que pueden producir, tan sólo, la totalidad de las plazas de la Comuna 3”.
(01:00 a.m)
La noche parecía sobrevolada por una nube de humo de marihuana. Las pocas personas que se veían en las calles tenían un aspecto disperso y callado, y a pesar de las ahogadas notas de hip-hop que salían de un pequeño reproductor musical, el aire se inhalaba callado y profundo, como si cada uno estuviera ajeno a la existencia del otro. Los taxis y vehículos particulares aparecían a cada momento pidiendo su dosis, ya fuera un cliente habitual o alguien que apenas se aventuraba a probar estas sustancias, o bien la calidad de los productos de la plaza.
“Después de medianoche es que comienza el voleo”, comenta Germán mientras despacha 10 armados de cripa en una bolsita y devuelve dos billetes de 10.000 pesos en cambio del de 50.000 que le dieron por lo que sería la mitad de la dosis mínima diaria de una persona.
La Sala Plena de la Corte Constitucional sentenció que el porte de la dosis mínima, es decir un gramo de cocaína y 20 gramos de marihuana, no podría ser castigado penalmente. La Corte considera que el consumo de dicha dosis «es un comportamiento autodestructivo que incumbe al ámbito personal y no es punible», y que el consumo de marihuana y sustancias estupefacientes genera en la persona problemas de adicción y esclavitud que lo convierten en un enfermo,
y que como tal debe recibir tratamientos médicos terapéuticos, no un castigo penal que lo recluya en un establecimiento carcelario.
Si bien, en jueves normal, la Virgen carga lo que sería la dosis mínima de marihuana de tan sólo 15 personas, de ahí se abastecen alrededor de 100, contando que así como algunos no compran de a 20 cigarrillos de marihuana, otros no se conforman con comprar uno o dos. En cocaína, la virgen lleva en su vientre la dosis mínima de 1000 personas, pero “eso se lo llevan unas 50 personas, algunos se surten para toda la semana o la revenden; y, además, algunos de los que compran marihuana también llevan cocaína”.
(02:30 a.m.)
Pero cuando Germán está bajo los efectos de la droga es que realmente es él mismo. Cuando está volando no ve fantasías, sino que sus sentidos explotan en una conciencia de la realidad que lo vuelve vulnerable al tiempo y al remordimiento. Y se da cuenta que está solo, olvidado, acorralado; que lo único que le queda es el miedo, y se aferra a él. Y se da cuenta que la vida se olvidó de él, que las oportunidades se olvidaron de su nombre, y que hasta el futuro está tratando de olvidarlo también, que incluso el Cristo que pende de la pared ha borrado de sus llagas el rastro de las plegarias que le envía a diario.
Y está solo, solo con su miedo, rodeado de un dinero que no lo hace feliz, de una familia que lo ‘quiere’ por lo que pueda darles, al igual que sus amigos; solo entre los vivos y los muertos, sellando baretos con una saliva que se ha envejecido al paso de las moscas; solo sin sí mismo, parido por el mundo y abandonado a lo que la suerte del delito haga con él. Rodeado de gente, pero vacío.
Él sabe que nació para morir, y que lo va a hacer pronto: “las personas como yo no tenemos sueños, ni razones para vivir, por eso no nos importa morir. Yo sé que moriré pronto porque no se hacer otra cosa ni me interesa aprender”.
La madrugada se torna más fría y con ella van empezando a pasar las primeras personas hacia sus trabajos. Algunos saludan al niño, otros parecen recriminarle que esté con la Virgen; pero para él poco importan las percepciones de quienes tanto lo recriminan pero alguna noche terminan llegando a su plaza a preguntar por las promociones de fin de semana. Que desde luego que las hay.
Este texto fue escrito en 2013 y está basado en una investigación personal del periodista. Al momento de publicarse el protagonista en cuestión ya está muerto.