La Venezuela que va por la Constituyente

Opina - Internacionales

2017-07-25

La Venezuela que va por la Constituyente

Nada más ayer se celebraba el día de la Integración de América Latina; una fiesta en memoria del natalicio de Simón Bolívar, quien fuera libertador de cinco repúblicas, incluida esta (valga la aclaración para quienes se durmieron en clase de sociales durante el colegio) y los vecinos se pusieron en la tarea de lazar una campaña en redes sociales, además de otras actividades, para defender la Asamblea Nacional Constituyente como “proceso legítimo, popular y abrazado por todos los pueblos que defienden la autodeterminación, la soberanía y la paz frente al injerencismo”.

Las etiquetas #VenezuelaCorazóndeAmérica y #VamosConLaConstituyente intentaron meterle la pata a los de derechas y jugársela toda en el ruedo de la web a través de videos, textos y publicaciones de organizaciones y movimientos en toda Latinoamérica que apoyan al gobierno actual y pretenden desmentir la investigada teoría sociopolítica de que a Maduro le quedaron grandes los zapatos de Chávez (Eso fijo lo dijo un uribista).

El 28 de julio lo harán nuevamente para motivar la elección de los 545 integrantes de la Asamblea Nacional Constituyente que se realizará dos días después. Un hecho que resulta paradójico teniendo en cuenta que el 16 de julio el Madurismo sufrió una aplastante derrota en el plebiscito que montó la oposición, en el que el 98,4% de los votantes rechazaba la constituyente. El gobierno, sin embargo, desestimó esta votación por estar llena de argucias y manipulaciones de algunos sectores (algo así como el plebiscito de acá), lo que genera nuevamente interrogantes sobre la situación en Venezuela y sobre su futuro.

Es indudable que Venezuela se encuentra en una crisis, pero me parece que las dimensiones mediáticas han sido tendenciosas y desproporcionadas, eludiendo argumentos bien estructurados y acudiendo a sensacionalismos políticos para dejar fuera de foco la coyuntura real de la problemática en el vecino país.

Tal como lo describe detalladamente Diego Jaramillo, en su columna “Venezuela y el espejismo de la información

Así mismo, los peros, los cuándo y los porqués de esta crisis, tienen múltiples versiones. La más difundida y aceptada es que simplemente Venezuela es la Narnia latinoamericana en la que Chávez es un ave y Maduro es un burro.

Y es que el presidente se ganó las orejas como galardón, no tanto por su política, sino por decir una que otra pelotudez (por no usar palabras coloquiales de más grueso calibre) que van desde cultivar pollos, hasta entregar libros y libras. Un remoquete que la verdad me parece algo injusto. Más pendejadas han dicho los políticos aquí: Ese tal paro no existe (Santos,2013) Estudien vagos (Cabal,2017) Todo fue hecho a mis espaldas (Samper,1994-1998 con reboot de Santos en el 2017) Agroingreso seguro es la salvación del campo (Zuluaga,2014) y cosas por el estilo. Si de barbaridades estamos hablando entonces los colombianos también merecemos estar bien orejudos.

Otra explicación, un poco más argumentada, es el desangramiento de la economía por la limitación de los capitales privados, la escasa industrialización del país y su dependencia de los hidrocarburos para sostener su patrimonio, por lo que importaban para el 2011 el 70% de los productos de la canasta familiar y para 2013 el 50% de los productos alimenticios según la revista Portafolio.

Afortunadamente aquí, que estamos en plena bonanza viviendo “a lo pachá”, solamente importamos el 28% de los alimentos de la USA, Canadá y la Unión Europea según la Sociedad de Agricultores de Colombia (cifras de 2015). Qué tal que fuéramos productores pa’ no seguirle comprando a los gringos el 58% del producto agrícola. ¡Bendito sea mi Dios! (léase con voz de agüela nostálgica).

Pero existe una tercera versión, la versión de la que poco o nada se ha escuchado. La versión de Venezuela. Yo sé que es descabellado darles la palabra, porque en Colombia los venecos no tienen voz ni voto, ni siquiera para hablar de sí mismos, pero no importa. Tratemos.

Hace más o menos un año un español residente en Caracas, Agustín Otxotorena, publicó unas revolucionarias fotos sobre algunos mercados de la capital con las repisas llenas,  él llegaba a la conclusión de que en Venezuela tristemente si tienes dinero no te falta nada, si no tienes te va mal. Una realidad que no es ajena al resto de Latinoamérica pero que a los vecinos se les agudizó por la estrategia usada por la oposición venezolana, denominada golpe blando.

Una invención del ideólogo Gene Sharp, con el único objetivo de formar un Gobierno paralelo que más tarde sea reconocido por la comunidad internacional, deslegitimando el gobierno actual. Es como el jueguito de las sillas musicales, esperando que se acabe la tonada para ver quien se sienta primero, y entre los más de 100 cañanozos bailables que tiene esta estrategia de Sharp, la oposición pone a sonar algunas como el boicot de productores y de elecciones, el embargo del comercio internacional, el cierre económico y, el discazo del año, las instituciones sociales alternativas. Temas que no han dejado para fin de año (o de período presidencial en este caso) porque desde julio se siente que viene diciembre.

Este modus operandi ya fue exitoso en Libia, pero eso es “harina de otro costal”. Ya es bastante difícil entendernos con los del lado para ponernos en trámites con los de más allá.

Pero la pregunta queda abierta cual talk show de drama familiar: ¿Quién tiene la razón? No se pierda la respuesta en nuestro próximo capítulo de Latinoamérica partida y repartida. Hasta la próxima emisión o antes si algo extraordinario ocurre… Una lesión de James u otra cosa importante por el estilo.

 

Brayan Montoya
Comunicador Social- Periodista. Especialista en Epistemologías del Sur. Ha sido investigador sobre problemáticas socioambientales y formador en comunicación popular. Un convencido de la transformación social y los valores comunitarios a través de la creatividad y el trabajo colaborativo. Ha hecho parte de procesos como la 2da Asamblea Nacional por la Paz (2015), La Red Interuniversitaria por la Paz (2015-2017) y el Movimiento Social por la Vida y la Defensa del Territorio -Movete-(desde 2016).