La utopía: del mayo francés del 68 a la Colombia de hoy

Las recientes elecciones son una clara muestra de cómo las nuevas generaciones están desafiando al poder.

Opina - Sociedad

2018-06-05

La utopía: del mayo francés del 68 a la Colombia de hoy

¡El fascismo al inodoro de la historia! Gritaba una pared parisina en mayo de 1968. Mes que recogió más que ningún otro las arengas con afán de transformación y rebeldía de miles de personas en el mundo. Tan solo cruzando la calle el otro muro cantaba: “Olvídense de todo lo que han aprendido, comiencen a soñar”. Y lo hicieron. Retando la normalidad de sus días, entre diez y once millones de huelguistas, que eran estudiantes y obreros, desafiaron y ridiculizaron al poder en unos días que merecen especial atención en la coyuntura electoral que hoy atraviesa Colombia y que parece arrinconarnos en el peor de los escenarios: el pasado.

Fernando Birri, en una conversación con Eduardo Galeano en Cartagena definió la utopía de forma magistral: “la utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que camine nunca la alcanzaré. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso sirve, para caminar”.

Mayo del 68 fue camino. La mayor huelga que haya vivido un país industrializado en la historia y, que particularmente, en su contexto entrega contundentes victorias que se miden y que se entienden en el aspecto cultural; el espíritu de la libertad, la resignificación del diálogo, la emancipación de las viejas costumbres, el rol de la mujer en la sociedad y la posibilidad auténtica de cambiar el mundo.

Sumado a lo que pasaba en París, estudiantes de todo el mundo cuestionaban su rol en la sociedad y criticaban con rigor las decisiones pasadas que todavía los ataban de alguna manera a prácticas con las que no se sentían representados o que rechazaban abiertamente. En Estados Unidos, por ejemplo, hay una nueva generación que repudia la Guerra de Vietnam y que a través de debates académicos y movimientos contraculturales como el hipismo canaliza sus reivindicaciones. En México, los estudiantes de diversas universidades, entre ellas la UNAM, se agruparían en un gran movimiento contra el autoritarismo representado en el PRI que derivaría en la Matanza de Tlatelolco. “Prohibido prohibir” señalaba otro de los tantos muros en París.

La Colombia de hoy, camina por varias discusiones que pertenecen en su lado más natural a mayo del 68. Las recientes elecciones son una clara muestra de cómo las nuevas generaciones están desafiando al poder. Candidaturas alternativas, novedosas y de voz a voz consiguieron un mayor apoyo en las urnas que el de las viejas estructuras políticas que, aunque todavía fuertes, no esconden su miedo frente a un país que se está movilizando con coraje y determinación. Utópico era antes de 1991 pensar que personas como Gustavo Petro, Sergio Fajardo y Humberto de la Calle sumarían más votos que el establecimiento representado en Germán Vargas e Iván Duque. Algo están tratando de decir las masas.

Pero el poder, como un triunfo de la gente, todavía parece estar lejos y es ahí cuando se aviva la utopía parisina en la realidad colombiana. Aunque caminamos y aprendemos con ello, las disputas internas de quienes soñamos consolidan la permanencia del statu quo. Importantes sectores estudiantiles culparon a los sindicatos fragmentados por no haber podido consolidar la huelga del 68 como una alternativa real de poder que transformara algo más que las dinámicas culturales.

En Colombia, quienes hoy han conseguido crear una representación en nuevos sectores de la sociedad, parecen desahuciados ahora que están haciendo historia únicamente porque al frente hay un adversario al que les han dicho: no se puede vencer. “Seamos realistas, pidamos lo imposible” gritó el muro que desde Francia espera ser escuchado por estos lados.

Hay una nueva generación en Colombia que ha entendido como suyos los grandes retos que dibuja el país de hoy: la paz, la diversidad y la preservación de la tierra de todos. En mayo de 2018 la plaza pública volvió a estar llena y de nuevo las ciudadanías libres son una opción real de poder. Es el pasado, tan oscuro y moribundo el que hoy desafía el anhelo del último muro de París: “la imaginación al poder”.

 

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Imagen tomada de Sott.net

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Julián Triana
Bogotano. Estudié Derecho para poder ponerlo al servicio de la gente y veo en la política, cualquiera sea su forma, una de las mejores maneras de lograrlo. Mis columnas se escriben con un tinto bien negro y sin azúcar. ¡Critiquen y construyamos!