Autor:
Pedro Emilio Villamizar Flórez
La timocracia no es el gobierno de los timadores como se podría pensar a primera vista por una descomposición etimológica apresurada y errada, sino que se trató de un sistema político-administrativo vigente en una polis griega [1], en Atenas, específicamente, y fue implementado por el legislador Solón en una reforma constitucional en el 594 antes de la era común occidental, el sistema político permitía que solo los ciudadanos que contaran con cierta capacidad patrimonial pudiesen participar en los asuntos públicos.
Este año se cumplió precisamente 200 años desde la Constitución de Cúcuta, que fue la primera como Estado Nación soberano que nos dimos [2], de carácter centralista y conservaba la esclavitud [3], esta constitución no duró mucho, ya en 1830 fue sustituida y hasta 1886 hubo cambios constitucionales frecuentes dependiendo de quien estuviese en el poder.
El tema de la constitución es un tema sobre el poder que linda entre lo político y lo jurídico, y que fluye dependiendo de un número indeterminado de variables sociales y naturales, pero una de las características más marcadas de nuestro constitucionalismo (también en general) es que son producto de movimientos bélicos [4], que van desde los revolucionarios a los reaccionarios y con infinitos matices.
De hecho, el constitucionalismo mismo tiene origen en el seno de un movimiento bélico, el de la ilustración, porque si bien con las concesiones a los Barones de la Carta Magna en 1215 e. c. o., o lo dispuesto en el Código de Ur-Nammu hacía el siglo 21 a. e. c. o. representaron avances graduales (no necesariamente son causas y efecto o tengan correlación con la ilustración), pero la concepción moderna de constitución y de constitucionalismo surge de la Revolución Francesa, cuando se empieza a juridificar el poder personalizado del monarca por medio de límites racionales que se ejercían por medios jurídicos, además de introducir la teoría de la soberanía nacional y popular ya no para ampliar ejércitos con la quimera de la nacionalidad, sino para controlar el poder.
Después de la caída de la constitución francesa de 1795 y el ascenso de Napoleón al poder en 1804, empezó una de las batallas más épicas de la historia de la humanidad [5], de un lado estaba el Sacro Imperio Romano, Imperio de Austria, Imperio Ruso, Reino de España [6] y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, contra el ejército ilustrado del Imperio Francés, que era percibido como satánico y su líder como el anticristo por ser ateos los revolucionarios franceses que decapitaron al rey cristianísimo de Francia en 1793, y por pretender expandir el republicanismo que retaba las teorías de la fuente divina del poder político delegada por dios a los monarcas y trasladaba ese poder a las masas como se hizo con la constitución de Cádiz de 1812 redactada por la ilustración y rechazada por el pueblo de España, pues los rumores de que se luchaba contra el anticristo contribuyo a que se formaran guerrillas que constantemente atacaban a las autoridades francesas, posteriormente una revolución liberal en 1820 obligó a Fernando VII a firmar una constitución de carácter relativamente republicana.
La Ilustración tuvo éxitos militares al principio, pero finalmente los partidarios del absolutismo ganaron y en 1815, los vencedores, es decir, el Reino de Prusia, el Imperio Ruso y el Imperio Austriaco constituyeron la Santa Alianza, en aras de mantener vigente el antiguo régimen (una simplificación despectiva del absolutismo), y dando lugar a las monarquías autocráticas modernas; hay que destacar que los ideales ilustrados no se perdieron pues se fueron filtrando por medio de las revoluciones liberales entre 1830 y 1848, aunque ganaron las contrarrevoluciones en 1849 de la Francia de Napoleón III (eso terminaría con la comuna de París de 1871), la Prusia de Federico Guillermo IV, y la Austria de Francisco José I.
Nuestra incipiente república no fue ajena a esta batalla entre la ilustración y el absolutismo, la llama de la ilustración fue interrumpida de forma abrupta en 1886 en la denominada regeneración, cuando se sustituyó la constitución que tuvo origen en el Pacto de Rionegro (1861) y que se había materializado en la constitución de los Estados Unidos de Colombia, en 1863, llamada por sus críticos como la Constitución para Ángeles por lo suave que era el sistema penal que establecía, con un Estado federal, que daba amplio margen de autodeterminación a los pueblos de las regiones, distintas entre sí marcados por la distancia y la difícil geografía que da lugar a costumbres y dinámicas sociales diversas que merecen un trato diferencial, un estado laico y un Poder Ejecutivo débil que tan solo tenía un periodo institucional de dos años.
Después en la regeneración se volvió a configurar un estado confesional, con un poder ejecutivo más autoritario[7] que podía designar a dedo a gobernadores y estos a su vez a los alcaldes, dejando poco a la representación y participación democrática pues el sistema electoral era censitario, solo podían elegir y ser elegidos los ciudadanos que tuvieran un patrimonio de la magnitud que estableciera la norma jurídica, se centralizó el poder por medio de un Estado unitario mal planificado que terminó en la pérdida territorial de istmo de panamá gracias al poder militar de Estados Unidos y la desconexión de Bogotá con el istmo. Frente a este panorama político se dio una de las últimas revoluciones liberales la guerra de los Mil Días que terminó de consolidar el nuevo régimen político de la Constitución de 1886.
Con la Constitución de 1991, producto también de una especie de guerra civil, se retomó la ilustración y sus ideales republicanos y de racionalidad, pues la soberanía pasó de ser de una entidad abstracta como la nación a serlo del pueblo, lo que tiene implicaciones filosóficas y jurídicas relevantes, igualmente, el control de constitucionalidad mixto se fortaleció [8], y se incluyeron acciones ciudadanas a fin de garantizar la efectiva tutela judicial de los derechos políticos, libertades civiles, económicos, sociales, culturales, y ambientales, dejando a Colombia en teoría como un Estado social constitucional democrático de derecho.
En la práctica, la estructura política y la económica que se amalgaman, se muestran más como una timocracia pseudo republicana, pues para que alguien pueda ser elegido a la presidencia de la República, además de los requisitos que exige la Constitución, se debe reptar ante los poderes económicos para obtener su aval, el cual dan por medio de una póliza de cumplimiento cuyo valor es de cientos de millones de pesos; es decir, que además de sufragar la campaña política multimillonaria también se debe pagar la póliza, convirtiendo la política en un juego de inversiones en el que solo los plutócratas pueden participar, o elegir a quien financian y quien puede o no ser político, por eso, apreciado lector, siempre pregúntele a su candidato favorito cómo paga la campaña y la póliza millonaria y así sabrá quién es el dueño de ese candidato.
Finalmente, apreciado lector, le planteo una pregunta, ¿qué pasaría si se prohibiera cualquier tipo de financiamiento privado de las campañas políticas y su publicidad, se proscribiera la póliza de cumplimiento que hay que pagar para ser elegido al igual que la devolución de dinero por votos sacados, y que, en lugar de ello, el Estado garantice el mismo alcance en la publicidad y la misma dimensión en despliegue de campañas con la plata con la que devuelven millones por los votos? Quizá las elecciones, de esta manera se definirían por ideas y no por la capacidad patrimonial, y para que ello sea funcional todos los cargos públicos de elección popular deberían ser ad honorem, el Estado tendría que garantizar las condiciones materiales mínimas dignas de existencia a los políticos, como una vivienda de interés social, los alimentos (los mismos que se den en la región en los colegios) y que puedan acceder gratis al transporte público en vez de camionetas blindadas, ello permitiría que se concentren en ejercer su cargo público de elección popular y no en reptar ante los poderes económicos que los financian.
Fuentes:
[1] Se puede consultar en la pag. 132 del libro Historia de la antigua Grecia (I) de V. V. Struve. Se puede sintetizar en que los derechos políticos y libertades civiles eran más o menos amplios según la clase social a la que se perteneciera, igualmente esa distribución de clases se usaba para organizar el ejército.
[2] Durante el proceso de independencia entre 1810 y 1820 las provincias que componían la nueva granada se fueron dando constituciones republicanas, es destacable la del Socorro de 1811.
[3] Fue abolida en 1853 durante el gobierno de José Hilario López.
[4] Esta premisa es expuesta de forma nítida en el libro Cartas de batalla. Una crítica del constitucionalismo colombiano de Hernando Valencia Villa.
[5] Para profundizar sobre la ilustración como movimiento bélico recomiendo el segundo tomo de la Teoría Integral del Estado de Bernd Marquardt.
[6] De 1804 a 1809 hubo una guerra angloespañola, en la que el Reino de España estuvo asistido por el Imperio Frances, posteriormente se invirtieron los papeles y los angloportugueses intervinieron en la península contra los franceses.
[7] Que por ejemplo el presidente Rafael Reyes supo aprovechar, disolvió el congreso y gobernó con una Asamblea Nacional Constituyente que obedecía sus órdenes.
[8] El control de constitucionalidad existía desde el acto legislativo 03 de 1910, estaba en cabeza de la Corte Suprema de Justicia