Un habitante de la Tierra, eso es el humano, un mal inquilino que piensa en Marte como la solución de reemplazo al planeta del cual es originario, ser sine qua non el planeta Tierra existiría con tranquilidad, sin ríos contaminados, suelos infértiles o especies en vía de extinción.
Hace 4540 millones de años la Tierra era una masa incandescente que, para llegar a lo que conocemos hoy como Tierra, tuvo que pasar por un proceso de evolución de miles de millones de años. Tan solo cinco mil años después las bacterias primitivas, organismos unicelulares nacidos en los océanos, evolucionaron hasta convertirse en una especie marina.
El hombre es consecuencia de la evolución de esas bacterias primigenias, por lo que no es indispensable para el planeta pues, antes de su existencia, la vida de especies marinas o vegetativas ya era una realidad.
Durante la conferencia sobre el clima, organizada por la ONU (COP24) y celebrada en Polonia en diciembre de 2018, la astronauta Mae Jamison manifestó que se debe tomar conciencia sobre el cuidado de la Tierra pues “la Tierra no nos necesita, nosotros necesitamos a la Tierra”.
La necesitamos para garantizar nuestra existencia, pues de los 8 planetas que conforman el sistema solar, hasta el momento, la Tierra es el único encargado de producir los insumos que el humano necesita para garantizar su supervivencia.
¡Venga, pero es que la Tierra no produce ropa, tampoco se trabaja sola, ni mucho menos garantiza la alimentación de los humanos que la habitamos! Eso dirían los escépticos que aún ven al hombre como centro del universo.
Si bien la Tierra no es una máquina de coser para confeccionar prendas de vestir, máquina de robot para cultivar suficientes vegetales o máquina para la organización política de la sociedad constituida por humanos, ofrece las herramientas para la creación del vestido o cultivo de alimentos.
Por ejemplo, la lana o el algodón son algunas de las fibras naturales que el hombre tiene a su disposición. Si nos vamos a épocas más primitivas como el paleolítico, el hombre se cubría con la piel de los animales de los que se nutría, incluso, de acuerdo a un estudio del grupo de arqueólogos de la Universidad de Illinois publicado en el año 2000, en la revista Current Anthropology, la producción de tejidos data de dicha época. Además, el ser humano siempre ha tenido en la Tierra árboles cargados de frutas para saciar su hambre.
En la actualidad, gracias a la industrialización de finales de siglo XVII, el hombre ha sofisticado los procesos de producción, dejando de lado técnicas rudimentarias y consecuentemente facilitándose la vida.
Lo anterior ha sido posible porque es la Tierra la que le provee la materia prima que transforma. Así, la Tierra ha sido y será siempre la principal fuente de vida y sin ella sería imposible la existencia de la especie humana.
El humano cree que cuidarla es un acto de caridad o heroísmo, no obstante, como señaló Jemison «cuando la gente dice ‘salvemos la Tierra’ se equivoca. No se trata de salvar la Tierra, se trata de asegurarnos que no sigamos dañándola hasta el punto de que no nos pueda acoger».
El hombre es su propia perdición y por ahí mismo se arrastra consigo a la Tierra. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, al año mueren siete millones de personas por cuenta de la contaminación del aire, contaminación que es causada en mayor medida por los vehículos de transporte terrestre, la quema de combustibles fósiles y la falta de árboles por la tala de los mismos.
En 2017 el mundo perdió 15,8 millones de hectáreas de bosques, según datos presentados por la organización Global Forest Watch en el marco del Tropical Forest Forum (Foro de Bosques Tropicales), llevado a cabo en el año 2018 en Oslo, Noruega.
En 2010 un terremoto acabó con la vida de 316.000 personas aproximadamente; un año después un tsunami y un terremoto devastaron a Japón dejando un saldo de 15.893 fallecidos; en 2017 trescientas treinta y seis personas murieron en una avalancha en Mocoa, Putumayo; se derribaron infraestructuras dejando miles de víctimas y, sin embargo, la Tierra siguió sobre su órbita. El humano frente a la Tierra es un ser frágil.
La especie humana solo es una parte minúscula de la Tierra que ha sabido multiplicarse. Jamás se ha dicho planeta: Tierra eres y sin humanos polvo serás, por el contrario Dios le dijo al hombre: “de polvo eres y en polvo te convertirás” queriendo decir de la Tierra eres y a ella, convertido en polvo, regresarás.
Dado que el hombre no es indispensable para el planeta Tierra, debería cuidarlo para garantizar su existencia.
Tal cual se lee, es la puritica verdad.