Muchas cosas maravillosas por decir de “La Tele Letal. Admiración y amor sincero por Martín de Francisco y Santiago Moure y mención de honor especial a Rafael Noguera y Gabriel Delascasas, artífices de este oxígeno televisivo.
¿Cuál es la oferta de humor que tenemos los colombianos? Pensemos primero en la gente que no tiene acceso a televisión por cable o a internet y que debe escuchar a La Luciérnaga en su nueva faceta uribista; pues únicamente queda Sábados Felices y pare de contar.
Con el respeto que me merece la forma en la que se gana la plata cualquier persona, Sábados Felices ya no produce felicidad, pero no es culpa de su talento humano, simplemente obedecen a un mercado y estratificación socioeconómica diferente a los usuarios, por ejemplo, de redes sociales y de un nivel de educación universitaria y post universitaria superior. Rescatable sí más bien me parece que el show tenga tantos años y haya roto el récord mundial como el programa más antiguo del mundo.
No existen programas de humor serio en Colombia. Hay nuevas alternativas como Voz Populi Tv que intenta reemplazar al gran Jaime Garzón en un afán de denunciar y mofarse de nuestra clase política con un éxito precario, y es que es un despropósito poner a periodistas con sesgo e intereses particulares a “criticar” este perverso sistema y sus castas.
Voz Populi Tv y la nueva Luciérnaga son la imagen del servilismo prefabricado y arrodillado que intenta posicionarse en un nicho que mataron el viernes 13 de agosto de 1999 en el barrio Quinta Paredes de la ciudad de Bogotá.
Martín y Santiago son dos cabezas canosas brillantes, provistas de inteligencia exquisita y un envidiable arrojo de irreverencia sin parangón que hacen parte de la escasa historia buena de este país, un país pobre y miserable pero arribista que transita actualmente a lo políticamente correcto y que detesta que se le burlen de sus petimetres. En los 90’s yo capaba clase en el colegio para escucharlos en la radio.
En la Popayán de mi adolescencia, no llegaba la señal de Radioacktiva, solo había dos tristes emisoras y era necesario comprar una antena de radio, imagine pues el hueco olvidado de la mano de Dios en el que me formé.
Una antena de radio, -que era gigantesca-, costaba en esa época 120.000 pesos, pero su valor era poco comparado con la alegría de poder escuchar en radio comercial, abierta, libre y a distancia, a alguien que hablara por uno, a alguien que se riera de lo mismo, a alguien que también le pareciera grotesco verle los pezones a Rodrigo Beltrán nadando en un río junto a su Valeria o a alguien que resaltara la realidad de que este es un país ridículo clasista con furibundos militantes asalariados de derecha nacidos en otros pueblos peores que el mío.
Yo no iba a clase, inventaba amigdalitis, dermatitis, otitis y cistitis con tal de oírlos; grababa con mis casetes TDK de 90, horas y horas de programa; conocí a Moloko gracias a ellos y a Big Boy con “Mis Ojos Lloran Por Ti”; aprendí a mis 16 años la palabra “pelafustán”; mi casa se llenó de goteras por haber instalado con torpeza la antena; oía cantar a Doña Anciana las canciones de Choachí y así, una infinidad de recuerdos bonitos.
Eso significa para mí Martín y Santiago: un despertar a la realidad y eso significa para los que tenemos más de 35 años. Sentimiento que hoy se traduce en gratitud y admiración.
Volvieron gracias a la gestión administrativa de un buen tipo, un tipo chévere como lo es Gabriel Delascasas y bajo la genialidad de otro buen tipo: Rafael Noguera. Noguera y Gabriel encarnan el espíritu de los que nacimos en los 80’s, los que jamás vamos a madurar y nos sentimos orgullosos así estemos llenos de guevonadas y que optamos por reír en público mientras lloramos en soledad por culpa del país que concentra el mayor número de abandonados por metro cuadrado de la región.
Martín y Santiago poco a poco van retomando el ritmo del Martín y Santiago de los 90’s, con calma, con paciencia, con la belleza y nobleza de la que están hechos sus corazones. Ellos van a tientas en un país nuevo, con lecturas diferentes, polarizado, peligroso y dominado por buena parte de la gente ignorante que el uribismo logra manipular con mentiras, un país que pareciera no se cansa de la corrupción porque sigue amarrado al discurso de escoger entre la Biblia y la Constitución Política y, mientras La Luciérnaga o Voz Populi Tv vociferan su defensa soterrada por las élites, Martín y Santiago siguen moral y políticamente firmes, están con nosotros, los de la golpeada clase media pero existe en ellos la garantía de que sus principios no varían y nos lo han demostrado.
Eso me mata de amor, de esperanza y admiración y me convierte en un gran admirador y defensor agresivo.
La “Tele Letal” es un espacio tan necesario dentro de la dictadura de los medios de comunicación tradicionales que dejaron de apostarle a la televisión crítica y cruda.
Por eso escribo esto, para homenajearlos -a mí humilde manera y excusándome por proclamarme vocero-, para invitar a la gente a que los vea, los respalde, les demuestre cariño y los repliquen pues, repito, en Colombia no existe una sola alternativa de humor serio.
Martín, Santiago, Rafael Noguera, Gabriel de las Casas y Claro Televisión se han arriesgado en este proyecto que me satisface y satisface a las personas que vemos con impotencia la frivolidad de la farándula, la maldad de la política, la manipulación de los medios, la sevicia de las iglesias cristianas, la desfachatez de la publicidad, la ridiculez insoportable milenial y la superficialidad de las estrellas de las redes sociales en el país que nos dejó, con preocupación y su propia sangre, Jaime Garzón un viernes 13 de agosto de 1999 en el barrio Quinta Paredes de la ciudad de Bogotá.