La sostenibilidad en crisis

La maleabilidad del término sostenibilidad ha tendido a limitar su efectividad. Para nadie es un secreto que todavía se desconocen muchas hojas de ruta sobre cómo llegar a tener empresas sostenibles, instituciones y sociedades sostenibles y no morir en el intento en la lucha contra el cambio climático.

Opina - Ambiente

2021-11-29

La sostenibilidad en crisis

Autor:

Haider Ramos Guerra

 

El término sostenibilidad nació con miedo porque debía soportar la idea antigua del desarrollo mismo y no ser un alarmante para los economistas. El concepto fue acuñado desde el principio de su creación como una nueva visión de desarrollo del mundo, del crecimiento de la sociedad en términos económicos con miras a un cambio de paradigma en relación con los cambios sociales y ambientales que surgían al mismo tiempo desde la sociedad civil y los movimientos ambientalistas, que, cada vez más pedían un compromiso con el planeta y la naturaleza.

Sin embargo, la ambigüedad del término ha sido un gran problema para su aplicación, tanto así que desde su incorporación hasta la actualidad aún se sigue redefiniendo lo que es o no sostenible, lo que es desarrollo y cómo se debe hacer y hasta qué punto el desarrollo diverge de lo sostenible1. En cierta medida esta maleabilidad del término ha tendido a limitar su efectividad. Para nadie es un secreto que todavía se desconocen muchas hojas de ruta sobre cómo llegar a tener empresas sostenibles, instituciones y sociedades sostenibles y no morir en el intento en la lucha contra el cambio climático.

La situación actual con respecto al cambio climático es dramática, por no decir catastrófica, se han agotado la mayoría de los recursos de los próximos años, lo cual nos pone en tela de juicio como sociedad y nos hace pensar que las soluciones que hemos querido implantar o las medidas que se han tomado no son suficientes2, que lo que hemos hecho hasta ahora no ha bastado para al menos detener las emisiones de CO₂, siendo esta una de las principales medidas adoptadas por los países para hacer frente a la emergencia climática.

A pesar de los tratados ya firmados aún parece lejano llegar a cumplir cada una de sus demandas3, al fin de cuentas en la visión de desarrollo de las sociedades el crecimiento económico y el PIB siguen teniendo un peso importante a la hora de tomar decisiones sostenibles, los gobiernos se enfrentan a este dilema de desarrollo económico versus sostenibilidad todo el tiempo y mucho más en los países del sur global en donde no solo tienen la obligación de aumentar su capital monetario, sino también conservar los recursos naturales que muchas veces se ven enfrentados con la idea anticuada de desarrollo económico a la que se supone deben aspirar. En este sentido muchos de los lugares con mayor biodiversidad son sitios con mayor interés de explotación de recursos minerales y petroleros, así mismo son el hogar de comunidades y grupos étnicos que ven comprometida su supervivencia y permanencia en los territorios porque no responden a los intereses económicos de quienes pretenden explotar los recursos.

Es bien sabido que la aplicación de acuerdos como el COP21 París trajo retos para cada país que se ha hecho con la responsabilidad de hacer cumplir cada uno de los puntos, así como también se espera que pase con la actual COP26 Glasgow. La traducción de las exigencias de los acuerdos puede ser difícil de cumplir porque nada está completamente diseñado para ser aplicado en cualquier parte del mundo y porque la sostenibilidad misma conlleva a cambios estructurales en muchos aspectos de las sociedades3, cambios que no todos los países están dispuestos a asumir, ni siquiera están interesados en ellos, no tienen los medios para alcanzarlos o simplemente no existe la voluntad política para aplicarlos. Y es en este último punto en donde radican muchos de los problemas que hoy nos aquejan en cuanto a la lucha contra el cambio climático. Esto se ve reflejado en la poca de seriedad de ciertas potencias responsables de la mayor producción de CO₂ en la cumbre COP26, lo cual genera desesperanza. Parece que esta reunión de los señores en Glasgow solo quedará en el papel y la foto.

Es bien sabido cuáles son los problemas que nos están llevando cada vez más al borde de esta catástrofe ambiental, no obstante, todavía seguimos en la búsqueda sobre cómo justificar nuestras acciones como sostenibles aunque de cierta manera no únicamente sean. Uno de muchos ejemplos es el cultivo de palma de aceite, del cual se ha probado que empobrece los nutrientes de los suelos, declina la cobertura boscosa, acelera la pérdida de biodiversidad. Además, ocasiona conflictos en las comunidades humanas cercanas; a pesar de ello, muchos productos y derivados aún siguen prevaleciendo en nuestros supermercados. Del mismo modo, la ganadería extensiva sigue siendo importante en muchos países, tal es el caso de Brasil4 y Colombia, en donde esta ha promovido la tala indiscriminada de miles de hectáreas de la selva amazónica, arrasando con la cobertura boscosa y su biodiversidad y aumentando la cantidad de CO₂ emitido por la misma ganadería y el cambio de uso de la tierra. Aun así, mucha de la carne proveniente de estos lugares se sigue comercializando no solo en los mismos países, sino también en mercados internacionales.

Todo esto pasa en manos de gobiernos que poco les importa lo que pasa con los recursos naturales de los países más biodiversos del mundo. Sumado a todo esto, en Colombia los altos índices de desigualdad, pobreza y corrupción serían un medio de cultivo perfecto para que esta problemática golpee al país con mayor fuerza.

El panorama a futuro es desolador, es necesario pensar en la sostenibilidad más allá de una simple etiqueta y del greenwashing. Necesitamos un compendio de soluciones y cambios que puedan ser radicales para un presente y futuro más rentable para todos. Es necesario repensar todo lo establecido y crear soluciones que sean alcanzables para las personas, las empresas, instituciones y gobiernos. Pero más que todo, se requiere mirarnos como sociedad y analizar el papel que jugamos; dejar de ser los actores pasivos que dejan sus decisiones a un grupo de gobernantes que no miran más allá de sus intereses económicos. Preguntémonos ¿quiénes están tomando las decisiones con respecto al cambio climático, la sostenibilidad y el manejo de los recursos naturales en nuestros territorios? ¿Sus interesen responden a las necesidades actuales?

 

Fuentes:

  1. Naredo, J.M. 1996. Sobre el origen, el uso y el contenido del término sostenible; in La construcción de la ciudad sostenible. Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente. Madrid. http://habitat.aq.upm.es/select-sost/aa1.html#fnmark-1
  2. Kaddo, Jameel R., «Climate Change: Causes, Effects, and Solutions» (2016). A with Honors Projects. 164. http://spark.parkland.edu/ah/164
  3. Verweij, M., Douglas, M., Ellis, R., Engel, C., Hendriks, F., Lohmann, S., Ney, S., Rayner S. & M. Thompson. 2006. Clumsy solutions for a complex world: the case of climate change. Public Administration Vol. 84, No. 4, 2006 (817–843)
  4. Gollnow, F. & T. Lakes. 2014. Policy change, land use, and agriculture: The case of soy production and cattle ranching in Brazil, 2001-2012. Applied Geography 55 (2014) 203 – 211

 

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Hayder Ramos Guerra
Estudiante de Maestría en Biodiversidad, Ecology y Evolución, Universidad de Leipzig, Alemania.