Hace un par de días me encontré en redes sociales con una imagen que incitaba a que quienes deseen asistir a la Novena Marcha por la Vida y la Diversidad Sexual y de Género, debían de ir con cierto código de vestimenta para no “ofender” al resto de asistentes y denigrar el significado del evento. Patético, por una razón tan sencilla como esta: No podemos hablar de orgullo si vamos a avergonzarnos de nosotros mismos. Independientemente de lo discriminatorio de esa imagen, los ejemplos que mostraba de cómo se debía asistir eran hombres de piel blanca, con lentes de sol, cuerpos tonificados y “sentido de la moda”.
Es absurdo que usted promueva inclusión en la comunidad LGBTI esta manera porque de entrada, está excluyendo a una gran parte de esta ¿Qué pasó con la diversidad? ¿Acaso si usted es queer o una marica más no cuenta en el colectivo de homosexuales? ¿Y si es parte de la población afro tampoco? Este predicamento no es algo nuevo, de hecho, se viene gestando desde que la lucha por nuestros derechos comenzó a “blanquearse”, casi tanto como estas tierras de indios, mulatos y negros que hoy llamamos el departamento de Antioquia.
Este fenómeno es conocido como Homonormatividad y lleva rato cocinándose en algunos países anglosajones, sin embargo, gracias las maravillas de la globalización han llegado a nuestro entorno y comienza a cobrar cada vez más fuerza. Pero, ¿Qué es la homonormatividad? En pocas palabras es decir que eres homosexual, pero no como otros homosexuales; porque después de todo tú si eres discreto, con sentido de la moda, tonificado y no se te nota casi lo gay; o sea, eres un gay de esos «de bien».
Homonormativad es eso de abrir cualquier aplicación de ligues rápidos y encontrarte cada dos de tres con un perfil así “No locas o amaneradas, gordos o mayores. Solo gente discreta, atlética o manes pinta” y cuestionarte si buscan un polvo rápido o un modelo de Calvin Klein.
La homonormatividad se está convirtiendo en quién dicta las reglas del juego dentro de la comunidad LGBTI al establecer comportamientos que sugiere serían más aceptados que otros, puesto que replica los patrones de la Heteronormatividad y sin escrúpulo discrimina al colectivo trans al no encajar en esa binaria combinación heterosexual de la cual habíamos tratado de escapar, sólo para terminar atrapados en nuestra propia combinación binaria.
Analizando a fondo este tipo de fenómenos sociales, la profesora de la Universidad de Nueva York, Lisa Duggan alega que la Homonormativdad se ha convertido gracias a los sistemas de gobiernos neoliberales en una política que no compite con las reglas de la heteronormativad, pero si las adapta y aplica, al mismo tiempo que promete la posibilidad de una inclusión en el sistema con la creación de contenido cultural, innovador y sobre todo amigable para los demás individuos 1.
Además de ello, este comportamiento excluye y determina a quiénes beneficia o ignora, como por ejemplo a la comunidad trans, que si bien le hemos dado un espacio todavía se ve opacada por el juego binario de la homonormatividad. Es por ello que en ese afán de separar lo que puede ser aceptado de lo que no dentro de un sistema político-social, se nos ha vendido el sueño de formar una familia igual a las heterosexuales para mostrar que los homosexuales (de bien) son gente sana y apta para vivir en el sueño de la típica familia suburbana; porque después de todo, no son como los otros homosexuales (los que llaman locas amaneradas) que deberían de regularse más a sí mismos.
¿No les parece algo irónico que precisamente esas locas amaneradas, los trans y drag, fueron quienes comenzaron nuestra lucha por los derechos con ese ladrillo? O se van a creer la absurda mentira heteroamigable de Stonewall (2015) del director Roland Emmerich, quien reemplazó Marsha P. Johnson, una drag queen afroamericana considerada una heroína de los disturbios de Stonewall, por un personaje ficticio llamado “Danny” de piel blanca y tonificado.
Los medios ejercen gran presión sobre nuestra comunidad, fomentando comportamientos y estereotipos homonormativos por medio de contenidos que al final, lo único que hacen es agrietar la imagen que buscamos proyectar y la que somos.
La inclusión es algo por lo que hemos peleado como comunidad, el alcanzar derechos que aseguren nuestra diversidad y que por sobre todo permitan que cada uno de los miembros que pertenecemos de ella no sienta miedo de ser quién es, y especialmente que esté orgulloso de ello.
Por esa razón, es necesario el ser más tolerantes dentro de nuestra comunidad para evitar que comportamientos homonormativos continúen agrietando y lastimando a tantas personas que complementan la sigla LGBTI más allá de sólo los homosexuales. Tal vez así, con pequeños cambios de gente ordinaria como usted o como yo, lograremos conservar un poco de aquel arcoíris que inconscientemente estamos volviendo algo monocromático.
Ah, una cosita más, si usted planea asistir a la Marcha por la Vida y la Diversidad Sexual y de Género; vaya cómo le dé la regalada gana. No tenga miedo, por el contrario, esté orgulloso de ser quién es y no quién una sociedad excluyente le está dictando ser.
- Duggan, L. (2004). The Twilight of Equality: Neoliberalism, Cultural Politics, and the Attack on Democracy. Beacon Press: Boston, Massachusetts.
Publicada el: 28 Jun de 2016
Excelente, muchos de mis compañeros me han preguntado sobre este tema, no pude encontrar mejores palabras.
Hace un tiempo para acá venía viendo este patrón sin tener en cuenta que era un patrón ahora despues de leer esto me queda muy claro que estamos dejándonos ir nuestra verdadera identidad como comunidad diversa y estigmatizando a quienes no son «chicos de bien » excelente artículo no podía haber mejor redacción