Vivimos en una sociedad donde los estereotipos ayudan a fortalecer los prejuicios sociales. Esta semana se ha discutido en el país un tema muy difícil de afrontar, al menos en un Estado donde la educación no es una prioridad y menos la educación sexual.
No es para nada lejano de la realidad que en las instituciones educativas del país, nunca se ha hecho una gesta para enseñarle a los jóvenes ni a los niños cómo vivir su sexualidad, más aún cuando las mismas familias le temen a hablar de esos temas en sus entrañas. Pero nos escandalizamos porque el Ministerio de educación saca unas cartillas sobre identidad sexual. A los padres de la patria y a los padres de familia les parece peor que a sus hijos se les hable sobre la diversidad de género, pero les da igual que haya embarazos a temprana edad.
Yendo más a fondo, los padres se sorprenden de que sus hijas queden embarazadas estando en un colegio, donde se supone que le van a dar la educación que las familias no le dan a los hijos. Peor aún, pretenden que en los colegios se les hable a los estudiantes de que los métodos anticonceptivos son un pecado y que no se pueden tener relaciones sexuales, en un mundo en el que las niñas desde pequeñas son enseñadas por sus mismos familiares a maquillarse, verse bonitas y darle besos a los “novios”. Por su lado a los hombres les dicen que a los 8 años ya tienen de “novia” a la amiguita con la que siempre juegan. ¿Qué se puede esperar?
Pero volviendo al principio, la sociedad de los estereotipos dice que si un niño no se comporta así, entonces tiene formas de ser que lo hacen ver como un “homosexual”. Si la persona se preocupa más por su estudio que por sus relaciones afectivas, “es una güeva” o seguramente es un “marica” o una “lesbiana”.
Esto no lo enseñan en los colegios, se les olvida a los padres que ellos mismos van ayudando a infundirle al niño ciertas características que lo motivan a hacer bullying y que muchas veces desde las entrañas de los hogares salen los “súper hombres” de los colegios y los que se creen “superiores al otro”.
Sí señores, es desde las casas, desde donde los niños aprenden a tener determinados comportamientos sociales.
Vivimos en un país adoctrinado y en el que muchas veces quienes tienen determinadas inclinaciones sexuales son rechazados por sus propios compañeros de clase porque sus familias les han dicho que si se juntan con ellos terminan siendo así.
La sociedad colombiana se ha llenado de prejuicios a tal punto de que si usted tiene ciertas características físicas, si camina de X forma, habla de Y manera o tiene algunos movimientos, entonces “es gay”, es centro de críticas, burlas y hasta discriminaciones.
Cuando hablan de que “el género se construye”, yo diría que no es así, que se nace hombre o mujer, pero la misma sociedad se encarga de ir marcando con estereotipos a quienes ya supuestamente no son hombres o mujeres porque “sus comportamientos no son tales”.
Vivimos en una sociedad donde las personas se escandalizan porque alguien se declara homosexual o dice que está embarazada, pero cuando un padre o una madre abandonan su hogar y le dejan la responsabilidad al otro, nos parece normal y no vemos que de una u otra forma esto trae repercusiones psicológicas en las personas más adelante.
Hablamos de una familia: papá+ mamá + hijo, y es real, pero cuando alguno de los padres se va ¿No es una familia disfuncional? Pero nos detenemos más a pensar que lo disfuncional es cuando son dos papás o dos mamás, porque eso no es aceptado en la sociedad adoctrinada y de estereotipos.
Tener pene o vagina sí te hace hombre o mujer, el problema es que eres tal hasta que tienes determinados comportamientos que la sociedad tilda de incorrectos, porque “caminas como mujer” o “hablas como hombre” y ¿quién ha dicho que eso lo hace a uno homosexual? Pero creo que así se van gestando factores que se hilan hasta que la persona debe decidir si ser hombre, mujer o tener diversidad de género.
Pienso entonces que la misma sociedad estereotipada es quien se encarga de ir cambiando la identidad sexual y quien decide en últimas es la persona. La culpa no es de los colegios y sus enseñanzas sino de los padres, las familias y los estereotipos que las sociedades se inventan para señalar a las personas que no caben en determinadas características que te hacen “hombre o mujer”.