Columnista:
Edisson David Hernández
Si hay algo que ha sido evidente en la crisis provocada por la COVID-19 ha sido la falta de un liderazgo internacional —que antes era asumido por Estados Unidos—, y el manejo pueril dado por el presidente Donald Trump. En comparación con lo sucedido con otros mandatarios mundiales que han visto subir como la espuma su aprobación —como es el caso del presidente Iván Duque, que subió 20 puntos en su imagen—, con el mandatario estadounidense las cosas no pintan nada bien. A medida que avanza la pandemia, la imagen de Trump es cada vez más débil y la figura de Joe Biden —su contrincante en las elecciones de noviembre— se hace más sólida frente al electorado.
El liderazgo que muchos presidentes han logrado mostrar ha sido, desde luego, un acertado manejo de las relaciones con la ciudadanía, están tratando de llevar un mensaje de unión y ser un faro de luz en medio de la incertidumbre. Sin embargo, el caso de Donald Trump resulta totalmente opuesto. Se ha embarcado en una serie de negaciones que, a todas luces, resulta inconcebible frente al sufrimiento que enfrenta Estados Unidos. El presidente ha sugerido que se inyecten desinfectante como una medida para evitar ser contagiados por coronavirus, además, ha reiterado su negativa de usar tapabocas por considerarlo incensario. Dos medidas irresponsables y sin ningún sustento científico.
Los más de 330 millones de habitantes de Estados Unidos esperaban poder encontrar un líder que actuara con mayor tenacidad y prudencia ante la crisis, y no un presidente que prefiere pasar un fin de semana jugando golf mientras en su país la cifra de muertes por COVID-19 es superior a 100 mil.
La mente de Trump está centrada en estos momentos en su meta reeleccionista, sin embargo, la gestión con la que ha manejado la pandemia podría costarle el camino a la Casa Blanca. Antes de las crisis, Trump sacaba pecho por los bajos niveles de desempleo, pero el coronavirus barrió con esos índices y hoy muchos estadounidenses han perdido su trabajo. Esto resulta, desde luego, en un gran revés en su campaña reeleccionista; sin cifras de empleo positivas, con miles de muertos, ¿cuál será el discurso con el que pretenderá hacerse reelegir?
Las encuestas no pintan un paisaje nada halagüeño para Trump. A inicios de mayo, su imagen de favorabilidad había caído 7 puntos porcentuales, ubicándolo en un nivel de aprobación cercano al 43 % y, en algunos estados que son claves para su reelección, han empezado a tambalear. Un gran beneficiado ha sido sin duda Joe Biden, quien, de hecho, se sitúa con gran ventaja sobre Trump en varios estados importantes como Florida.
Aunque es un poco precipitado anunciar que Trump puede perder la reelección, lo cierto es que su gestión se está convirtiendo en un pantano negro. Estados Unidos es hoy el país con el mayor número de contagios en el mundo, también se lleva el primer lugar en el número de muertes. No sabemos hasta dónde va a escalar la crisis y cuál será el número de muertes y empleos que cobrará la pandemia. El camino para llevar a buen puerto a EE. UU. se ve sombrío. Solo queda esperar cuál será el rumbo que le dé Trump a su administración en los seis meses que le quedan y la forma en que Biden empieza a sumar seguidores.
Posdata: Inaceptable que en plena crisis, el secretario de Medio Ambiente de Ibagué esté muy cómodo depilándose la espalda mientras se debatía virtualmente el Plan de Desarrollo. No solo debe ser apartado del cargo, sino inhabilitado para seguir ocupando puestos públicos. Una deshonra.
