Para muchas personas la palabra paz se remite a una negociación con un grupo beligerante y nada más, como por ejemplo, para el caso colombiano, cuando se habla de paz, las personas inmediatamente relacionan el término con las negociaciones entre el gobierno y las FARC.
Sin embargo, el concepto de paz es mucho más grande que la negociación con una guerrilla, una definición más ampliada sobre la paz puede ser la que dio el experto en resolución de conflictos y estudios de paz, Pedro Valenzuela, en la Universidad del Norte hace unos años, en un seminario sobre negociación y resolución de conflictos, en donde el profesor Valenzuela planteó que “por paz se entiende no sólo la ausencia de guerra sino la presencia de condiciones deseadas en términos de equidad y libertad. Es decir, si mañana se callan los fusiles en Colombia, esta sigue siendo una sociedad sin paz porque el 60 % de los colombianos viven en la pobreza, porque seguimos siendo una sociedad bastante excluyente. La paz solo se consigue mermando las inequidades, abriendo los espacios políticos para todos los sectores, y progresando en el reconocimiento a la diversidad que caracteriza a nuestro país. Eso no quiere decir que no ganemos la paz, pero el proceso es más complejo”. (Ver enlace)
Las palabras del profesor Valenzuela tienen bastante sentido, y se asemejan a la actualidad y realidad que vive el país, ya que como bien lo dice el título de este texto, la paz no solo se hace con las FARC, y es que a eso me refiero, la paz no solo es los diálogos y las negociaciones del gobierno con las guerrillas.
La paz también implica la equidad y la igualdad, en donde los ciudadanos tengan unas condiciones mínimas de vida, que tengan derecho a la educación, a la salud, a la pensión y al trabajo. La paz también es que cuando los afros, los camioneros, los campesinos, los estudiantes, los indígenas, las centrales obreras y los sindicatos, entre otros, salgan a manifestaciones pacíficas, puedan expresarse tranquilamente, sin que el Estado les mande al ESMAD para golpearlos ni para reprimir la protesta.
Porque los movimientos, organizaciones y sectores sociales del país, no salen a las calles a protestar pacíficamente y a manifestar su rechazo e indignación hacia el Gobierno Santos porque sí, este gobierno con cada decisión que toma, con cada política neoliberal que implementa, con cada Tratado de Libre Comercio que firma, en vez de traerle beneficios a los sectores sociales y a los colombianos, en pro del avance, el desarrollo y la prosperidad del país, lo que hace es acabar con los colombianos, con su economía y con su sustento de vida, pasando por encima del bienestar social de nuestro país.
Pero no se extrañen, el problema de Colombia está en las contadas familias que manejan la política colombiana con un dedo, en las elecciones los apellidos siempre son los mismos, y por ende, los que llegan al poder siempre son los mismos, por ello es que Colombia no avanza, el país sigue sumergido en una crisis social, que no se soluciona solamente con que las FARC dejen de funcionar como guerrilla para ser un grupo político, si bien es válido y en los territorios donde las FARC han hecho presencia históricamente, servirá que dejen de operar como guerrilla, eso no es suficiente.
Colombia necesita un cambio en su cultura política, no sirve de nada que las personas se quejen de los malos gobernantes, si al momento de votar en las urnas, lo hacen por los mismos apellidos y las mismas familias, de las cuales se están quejando, familias que adicionalmente se adjudican el país pedazo a pedazo, o en su defecto hacen negocios con multinacionales para desplazar a los nacionales, para regalar el país y para acabar con sus riquezas naturales.
Para que el país pueda avanzar y progresar, es necesario que todos los sectores sociales puedan construir una propuesta en conjunto, la cual logré conquistar a los votantes y despierte el sentimiento de cambio y progreso en los colombianos, para que así puedan llegar al poder y realizar las modificaciones estructurales que necesita el país, en pro del desarrollo de Colombia, de lo contrario, si siguen las mismas familias gobernándonos, ciertos sectores de nuestro país podrían desaparecer, como es el caso de la agricultura.
Es importante que los diálogos de La Habana entre el gobierno y las FARC lleguen a feliz término, ya que los costos de la guerra disminuirán considerablemente, por una parte, el gobierno invertirá menos dinero en el Ministerio de Defensa, y por otra, podrá invertir más dinero en carteras como la de agricultura, educación y salud.
Las víctimas de la guerra y la violencia, serán las principales beneficiarias con el fin del conflicto armado, una vez tanto las FARC como el ELN culminen los diálogos y las negociaciones con el gobierno, se abrirán las puertas para el perdón y la reconciliación.
Las organizaciones, los movimientos y los sectores sociales, serán la clave para que el postconflicto tenga éxito, y para que la participación política de las guerrillas no se vea amenazada y perjudicada por la violencia, en cabeza de las bandas criminales y el paramilitarismo, que probablemente buscarán eliminar la participación y la representación política de las guerrillas.
El presidente Santos debe entender que la paz no solo es la firma de unos acuerdos con los grupos guerrilleros, la paz es garantizarles a los colombianos unas condiciones equitativas e igualitarias para su subsistencia.
La paz también es que el gobierno le cumpla los acuerdos pactados con anterioridad, a los diferentes sectores sociales del país que se han visto afectados con las decisiones del gobierno o con su falta de voluntad política. La paz es que el gobierno dialogue con los sectores sociales y no les mande al ESMAD para que los agreda y acabe con la vida de los manifestantes, cuando hay paros y movilizaciones.
Por último, me uno al llamado de profesores como Víctor De Currea-Lugo para que el gobierno y el ELN se sienten a negociar, los colombianos no podemos pensarnos un fin del conflicto armado sin el ELN, el gobierno tiene que lograr los diálogos y las negociaciones de paz tanto con las FARC como con el ELN, para alcanzar una paz más completa.
De nada valen acuerdos, sin lograr siquiera un pequeño equilibrio para los sectores productivos como el campo, el trasporte y muchos otros que son ejemplo de dignidad y trabajo decente, y a los que se debería atender con mayor entusiasmo para que nunca tuvieran que llegar a los paros y mucho menos a las vías de echo para ser atendidos y ser reconocidas sus justas pretensiones. Lo importante no es conseguir acuerdos de paz con alzados en armas, sino desmovilizar los factores que propician las innequidades y desequilibrios económicos y políticos que dan lugar a la protesta social.
Estoy de acuerdo en que es muy importante conseguir un acuerdo de paz con el ELN pero no Acosta de lo que sea, ese es justamente tal ves el mayor problema que tiene el acuerdo con la FARC, y lo que puede llegar a deslegitimar cualquier acuerdo o cualquier proceso de paz, justamente en la necesidad que tiene una sociedad de alcanzar una paz, es de esa necesidad de la que se sirven para tratar de arrodillar
Al gobierno y ala sociedad, ellos no basan sus exigencias en las reivindicaciones sociales, ni en su actuar se percibe voluntad de paz, solo se evidencia una arrogante postura expectante de lo que la sociedad le conceda a las FARC, no para sumarse a un proceso, si no para utilizarlos como punto de partida para arrancar una negociación que seria lo concecuente, con su supuesto accionar veligerante, pero lo perverso es la lógica, de aprovechar la necesidad de un gobierno y de mostrar resultados en materia de paz y la de una sociedad deseosa de paz, allí estriba la fortaleza del ElN en la negociación, por eso es indispensable tener cuidado a la hora de exigir procesos de paz, por que de nada valen acuerdos si lo verdaderamente