La voluntad política de Fico para implementar los Acuerdos de La Habana, está en entredicho. No obstante su reciente declaración a favor del sí, el Alcalde de Medellín, evocando las tácticas de sus colegas, evitó durante mucho tiempo tomar partido frente al apoyo de los Acuerdos de forma explícita. Era más fácil montarse al tren de la paz cuando no había reversa que defenderlo durante cuatro años.
Durante la lectura de los Acuerdos entre el Gobierno Nacional y las FARC, se me ocurrió una característica que podría englobar los seis puntos que lo integran. Allí se reivindica el papel de las instituciones como un elemento fundamental para el desarrollo económico y la satisfacción de los derechos humanos de los ciudadanos urbanos y sobre todo, rurales de nuestro territorio (Que se logre, está por verse).
En términos del maestro Estanislao Zuleta, podría entenderse que el Acuerdo es un pacto para fortalecer el Estado, es decir las instituciones, en aquellos lugares y frente aquellas personas donde ha estado ausente: la ruralidad y los campesinos. En ese sentido, un Estado fuerte será aquel que sea capaz de garantizar institucional y materialmente la educación, salud, alimentación, autonomía, seguridad y soberanía alimentaria, entre otros derechos asociados a la dignidad humana.
Las instituciones públicas son creaciones jurídicas encaminadas hacia determinados fines pero dirigidas por personas de carne y hueso que le marcan una impronta y le signan su sello. De ahí que sea vital importancia establecer cuál será el acento que le imponga el Alcalde de Medellín a la gestión pública del Municipio en el post-acuerdo. Su actitud tímida e incluso intolerante, que a tantos incautos cautiva, debe prender las alarmas de quienes queremos una municipalidad activa y garante de la implementación del acuerdo, para lograr la satisfacción de los derechos de las víctimas y los procesos de reincorporación.
Conviene destacar que en cierta forma serán los Municipios quienes tendrán en sus hombros la gestión de los acuerdos en tanto que les corresponderá interactuar de forma directa con las víctimas del conflicto armado y con las personas en proceso de reincorporación: en buena medida, de los Municipios y de su gestión pública dependerá el éxito de la implementación de los Acuerdos. De nuevo, en nuestro territorio, será el Alcalde de Medellín, capital del Departamento con unos de los índices más altos de víctimas en Colombia, a quien corresponderá disponer de una acción gubernamental eficiente para los próximos tres años.
No fuimos incautos cuando propusimos dar un compás de espera para evaluar el modelo de gestión municipal del nuevo Alcalde de Medellín. En ese momento, lo más sensato era esperar. Se decidió ser cauteloso pues para nadie era un secreto que al momento de liderar su campaña y asumir su gestión municipal se rodeó de personas con pensamientos diversos y progresistas tanto en las Secretarías como en el Concejo. Incluso, así lo han dejado claro dichos funcionarios en su impronta de gestión al interior de las Secretarías y sus intervenciones en el Concejo Municipal.
Superado el momento de espera es necesario dejar claro desde dónde habla Fico, pues parece que la paz no cuenta con él. En este sentido, es preciso señalar que no obstante los funcionarios progresistas que han rodeado al Alcalde, él, como Director de la orquesta, tiene una partitura diferente, y en ella, el progresismo, las víctimas, la reincorporación de los miembros de los grupos insurgentes, la paz y los acuerdos no parecen tener una sola nota.
No obstante el sí del Alcalde a los Acuerdos, hoy en día no debe existir duda alguna de que no le gustan los mismos y difícilmente su gestión será un ejemplo de restablecimiento de derechos de las víctimas y reincorporación de los miembros de las FARC. Distintas decisiones, cosméticas, estéticas, políticas y administrativas así permiten concluirlo.
Un primer antecedente ya bastante comentado es su apoyo al candidato Uribista en la campaña presidencial del 2014, Oscar Iván Zuluaga. Candidato que representó una orilla ideológica que es conocida por repudiar los Acuerdos históricos alcanzados por el Gobierno Nacional y las Farc. Dicho apoyo permite entrever cómo ve el Alcalde los acuerdos.
Otro aspecto de vital importancia para entender desde dónde habla Fico, es recordar que una de sus primeras decisiones como Alcalde fue retomar el Escudo de Armas de la Alcaldía. Es decir, como preparándose para una guerra urbana, quiso enviar el mensaje de que el Municipio es una institución de fuerza para garantizar el orden, como aconteció en 1678. Dicha decisión estética no tiene nada de ingenuo. La idea es reivindicar un rol policivo de la municipalidad, no un rol social y satisfacción de derechos.
A tono con lo anterior, tomó la decisión de militarizar los barrios de Castilla, 12 de octubre y Belén Altavista. En contravía de todos los estudios sobre desactivación y control del crimen organizado urbano, retomó la senda de la fuerza que tantos temores generó para los ciudadanos de la comuna número 13. Los recuerdos sobre la militarización de los barrios en Medellín son de desplazamiento, desapariciones y homicidios.
Por si fuera poco, en el Plan de Inversiones de Seguridad del Plan de Desarrollo del Municipio, se le asignó el impacto presupuestal más fuerte a la Secretaría de Seguridad. Actualmente, y en el futuro, será por medio de dicha Secretaría que se tramitará un porcentaje importante del presupuesto Municipal. Secretaría que cree que la seguridad es implementar sistemas de video-vigilancia, reconocimiento facial y de placas, como dice Gustavo Villegas.
¿Alguna duda de la idea que tiene Fico de los acuerdos y el post-acuerdo? ¿Se siguen sintiendo cómodos los funcionarios progresistas que lo acompañan? La entrevista dada en Bluradio hace un par de días es elocuente acerca de la forma como “entiende” los acuerdos.
Por el bien de los medellinenses, la garantía de los derechos de las víctimas y la implementación de los Acuerdos, esperamos que la gestión de gobierno, más que las palabras del Alcalde de Medellín, empiecen a dejar otra huella. Aunque, teniendo en cuenta sus acciones, es más fácil esperar un próximo Gobierno municipal que desde otra orilla lidere los procesos de reincorporación y de reparación a las víctimas, a que cambie de impronta.