Columnista:
Andrés F. Benoit Lourido
El narcotráfico es una realidad tormentosa y una de nuestras sombras más imponentes en la historia del país. En la actualidad, Colombia está profundamente relacionada con problemas derivados de la violencia y del negocio de las drogas ilícitas que empezó en 1960 y continuó durante las siguientes décadas.
El término «narco» en mi país tiene una amalgama de connotaciones, además de ser una horrorosa realidad social. Una de ellas, es considerar a las clases sociales relacionadas con esa estética, un performance cargado de objetos simbólicos, lugares, ropa y hasta expresiones comunicativas que buscan dar estatus, legitimar la violencia y demostrar una vida en una clase preponderante.
Creo que ese estereotipo está directamente relacionado e influenciado por los estilos de vida que tuvieron los líderes de las organizaciones criminales de droga más peligrosas de Colombia como el Cartel de Cali y el Cartel de Medellín.
La estética narcotraficante, pasó entonces, de personificarla Pablo Escobar y los Rodríguez Orejuela a unos cuantos arribistas de nuestra sociedad clasista con carros o propiedades que ni siquiera llegan a una hectárea. Por otro lado, esas mismas atribuciones de vida, las adopta un personaje que sí aplica todos los calificativos narcoestéticos: Álvaro Uribe Vélez.
Carriel y sombrero, fincas, cientos de escoltas, caballos, carros blindados, patrimonio millonario, inversiones en empresas privadas, participación en clubes sociales de la alta estirpe, expresiones comunicativas particulares, político y con evidentes vínculos ilícitos; todo esto son un conjunto de demostraciones de poder asociadas al tradicional estereotipo narcotraficante colombiano.
Hagamos un breve repaso en la historia para notar cómo uno de los políticos más poderosos del país, concibe una vida como buen capo de la mafia.
1980 – 1982, Uribe fue director de la Aeronáutica Civil. En varias oportunidades, concedió licencias para aviones y helicópteros a los narcos Clan Cifuentes Villa y Pablo Escobar; uno de los helicópteros incautados en uno de los laboratorios de Escobar, pertenecía al papá de Uribe.
También, vinculan a Uribe en 1991, junto con Los Ochoa del Cartel de Medellín, por la inversión de propiedades en Antioquia y ser miembro de Comfirmesa S.A. la empresa de finanzas de Escobar.
En 1994, siendo Gobernador de Antioquia, las masacres por parte de los paramilitares durante su administración crecieron 371 %, según el Centro de Memoria Histórica. Durante la misma época, Uribe, semejante a un perfil narco, impulsó las Convivir, empresas de ciudadanos armados en defensa de terratenientes (el núcleo de paramilitarismo).
La adicción al poder es una de las características principales en el estereotipo traqueto. Uribe Vélez sediento de autoridad y dominio, llegó a la Presidencia de la República en 2002 hasta el 2010. Durante su mandato desangró el país con casos como: las chuzadas del DAS, los subsidios de Agro Ingreso Seguro a las familias más ricas del país, en su gobierno compraron votos para su reelección (Yidis Medina), asesinó a miles de jóvenes inocentes de la guerra (falsos positivos) y la lista continúa.
El poder exacerbado de Álvaro Uribe, alias «Matarife», en definitiva está vinculado a una vida narcotraficante. Hoy, expresidente (quienes algunos dogmáticos ignorantes lo siguen llamando «presidente») y Senador de Colombia, aún en función de servidor público, tiene más de 70 investigaciones por la justicia por sus nexos con paramilitares, narcos, por delitos como corrupción, fraude procesal, compra de testigos falsos y una serie de implicaciones más.
Hoy, a sus 68 años, sigue manipulando el poder político, acumulando riqueza con un patrimonio bruto de casi 13 mil millones de pesos, con un salario anual de 457 millones, con propiedades en Córdoba avaluados en más de 9 mil millones, más los que tiene en Antioquia y otros departamentos que concentran poco más de 123 482 89 hectáreas. Con complejos esquemas de seguridad que cuestan en promedio 30 millones al mes, con grandes negocios de ganadería, y de residuos industriales y propiedad raíz que tiene con sus hijos Jerónimo y Tomás.
No tiene saciedad. Morirá codicioso. Y quienes lo siguen, lo endiosan y lo defienden, ponen en práctica una cultura traqueta, la estereotipan; además blindan un criminal tan peligroso como los líderes de la cúpula de la mafia de los carteles de Colombia.
Hombre Andréz, mezquino independiente, para mí como para la gran mayoría de colombianos, Uribe es el héroe más grande que se ha forjado en estas montañas y te diré por qué: acorraló a las Farc. No seré mezquino como tú, seré productivo con los datos que te escribo enseguida.
Los terroristas de las Farc están al lado de organizaciones como Al-Qaeda y el Estado Islámico.
UNA PRIMERA PEQUEÑA MUESTRA DE LOS CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD
1. Las Farc asesinaron con ametralladoras M-60 a 35 habitantes del barrio La Chinita de Apartadó, Antioquia.
2. La iglesia de Bojayá en el Chocó fue atacada con cilindros bomba y pipetas matando 119 personas entre niños, mujeres y hombres inocentes e innumerables mutilados.
3. Atacaron despiadadamente al club El Nogal de Bogotá en el 2003, con un carro bomba cargado con 200 kilos de explosivo C-4, matando a 36 personas y dejó heridas a 200.
4. Y el 28 de julio del 2007, 11 diputados de la Asamblea del Valle, que llevaban 5 años secuestrados, fueron vilmente asesinados en uno de los campamentos de las Farc.
5. Entre Asesinados y Mutilados con minas antipersona, más de 11.000 campesinos, policías y militares de 600 municipios colombianos atacados feroz y cobardemente.
Y AQUÍ ESTÁ UNA SEGUNDA PEQUEÑA MUESTRA DEL HOLOCAUSTO QUE CREARON LAS FARC
37.171 homicidios de civiles (hombres, mujeres y niños), policías y militares.
8.459 desapariciones forzadas, personas asesinadas que desmembraban y desaparecían.
21.703 desplazamientos forzados, muchos con despojos de sus tierras.
40.000 secuestros con tratos degradantes e inhumanos, sin contar con los secuestros de políticos, policías y militares.
17.976 delitos como el abuso sexual, incluso de niñas entre 4 y 17 años, partos clandestinos, extorsión, amenazas, despojo de bienes, retenes ilegales (pesca milagrosa), detenciones en campos de concentración y bajo tierra, encadenamientos, castigos, suministro de alimentos en descomposición, negación de asistencia médica, ayuno forzado, caminatas extenuantes, desnudez, amenazas de muerte y realización de necesidades fisiológicas en presencia de los carceleros.
40.000 niñas y niños reclutados forzosamente para vincularlos a la guerra y para abusarlos con toda clase de vejámenes sexuales.
A una muchacha que tendría entre 18 y 19 años le faltaba una semana para parir y varios miembros de las Farc la agarraron de manos y pies, la rajaron viva en su abdomen, le sacaron su hijo, se lo mataron y ella posteriormente murió desangrada.
5’701.996 personas desplazadas, la gran mayoría fueron campesinos.