Una protesta guiada por algunos de los hombres más pillos del país utiliza descaradamente el descontento y la inconformidad popular para fortalecer un fortín político de cara a las elecciones presidenciales de 2018. Hombres destituidos por clientelismo, personalidades vinculadas a la corrupción, con aliados políticos investigados y encarcelados ahora se erigen como los estandartes de la moral del país. Una marcha hipócrita y cínica que abusa de la memoria de los colombianos.